NUNCA EXCLUIR A NADIE DE LAS FUENTES DEL SABER: PALABRAS DEL PAPA A PROFESORES Y ESTUDIANTES DE ESCUELAS VATICANAS DE PALEOGRAFÍA Y BIBLIOTECONOMÍA (13/05/2024)

El Papa Francisco recibió en audiencia en la Sala Clementina, este 13 de mayo, a unos 200 profesores y estudiantes de la Escuela Vaticana de Paleografía, Diplomática y Archivística y de la Escuela Vaticana de Biblioteconomía con motivo del 140 aniversario de la primera y del 90 de la segunda, invitándoles a «defender a todos de lo tóxico, malsano y violento, que puede anidarse en el mundo de las redes sociales y conocimeintos tecnológics». Reproducimos a continuación, el texto del discurso del Papa, traducido del italiano:

Excelencia, honorables ministros, reverendísimos Prefectos, queridos profesores y queridos estudiantes:

Les agradezco por haber venido hoy a festejar dos significativos aniversarios de las Escuelas del Archivo Apostólico y de la Biblioteca Apostólica: los 140 años de la Escuela Vaticana de Paleografía, Diplomática y Archivística y los 90 años de la Escuela Vaticana de Biblioteconomía. Son dos instituciones de alta formación que alcanzan metas importantes de las cuales me alegro, porque conozco y aprecio el compromiso que todos ustedes profundizan en un servicio que ha preparado y prepara a muchos archivistas y bibliotecarios en la Iglesia y en el mundo. Es una tarea importante, la de ustedes, la de favorecer y apoyar, con toda disponibilidad, a personas que, como dice el evangelista Lucas en el prólogo de su Evangelio, deciden “hacer investigaciones exhaustivas en toda circunstancia” para llegar a la verdad. El suyo es realmente un servicio que se presta a la “solidez de las enseñanzas recibidas”, en sentido cristiano y humano (cf. Lc 1, 3-4). Una solidez muy necesaria en tiempos de noticias a veces difundidas sin verificación y sin investigación.

Y es hermoso para mí ver este trabajo formativo de ustedes, que requiere continua actualización, y constatar la estima de la que estas dos Escuelas están rodeadas. Por ello estoy agradecido por el compromiso realizado en vista del pleno reconocimiento institucional del que estas escuelas pueden gozar.

Sin embargo, debemos ser conscientes que no hay que complacerse con los resultados obtenidos: estamos ante desafíos culturales decisivos y de época. Me permito indicarles algunos que – estoy convencido – están muy presentes también para quienes les guían a nivel formativo. Pienso por ejemplo en los grandes temas vinculados a la globalización, en el riesgo del aplanamiento y devaluación de los conocimientos; pienso en la relación cada vez más compleja con las tecnologías; en las reflexiones sobre las tradiciones culturales que deben cultivarse y proponerse sin imposiciones recíprocas; pienso en la necesidad de incluir y nunca excluir a nadie de las fuentes de conocimiento y, al mismo tiempo, de defender de aquello tóxico, malsano y violento que puede anidarse en el mundo de las redes sociales y los conocimientos tecnológicos.

En tal contexto, la primera capacidad que se les pedirá será la de una gran apertura a la discusión y al diálogo, la disponibilidad a la acogida, sobre todo de las marginalidades y las pobrezas materiales, culturales y espirituales. ¡Que realmente los estudios puedan medirse con la fragilidad y la riqueza de los hombres de hoy! Y esto no es válido solo para ustedes alumnos, sino también para los profesores que los guían.

Nuestras dos Escuelas han sufrido en estos años reformas profundas, pero deben seguir enfrentándose con las necesidades de los lugares de conservación del saber y con otros institutos análogos de formación profesional, para aprender y compartir ideas y experiencias, para crecer en apertura y evitar la autorreferencialidad. ¡Qué terrible! Como decimos en Argentina: “yo, me, mi, conmigo, para mí”. ¡Eso es terrible! Todo ello debe constituir el punto de partida para un verdadero relanzamiento. Creo, de hecho, que para ello deben servir aniversarios como los que hoy estamos celebrando: no solo para rendir honores a viejas glorias, o para recordar con gratitud a quienes desearon y apoyaron en el pasado estas instituciones, sino para mirar adelante, hacia el futuro, para tener la valentía de volver a pensarse ante las demandas provenientes del mundo cultural y profesional.

Estas Escuelas poseen, desde sus orígenes, una característica decisiva: la de tener un sello eminentemente práctico y un enfoque concreto a los problemas y estudios, según una línea que muchas veces he indicado, porque el enfrentarse con la realidad de las cosas vale más que la ideología. Las ideologías siempre matan. En sus escuelas se enseña y se aprende a ser archivistas y bibliotecarios por contacto, más allá que con los estudios, con la experiencia viva de quien realiza en una Biblioteca o un Archivo esta profesión; a ustedes se les concede el privilegio de formarse bebiendo directamente del patrimonio secular que el Archivo y la Biblioteca tienen la tarea y responsabilidad de custodiar y transmitir a las generaciones presentes y futuras. Y estos contactos, más que ocasión de aprendizaje técnico, son también estímulo de apertura mental y humana. Que este carácter concreto y esta apertura sean las estrellas guía de su camino futuro y de un decisivo relanzamiento de las dos Escuelas vaticanas.

Con estas esperanzas bendigo de corazón a todos ustedes y a su trabajo. Y les pido por favor orar por mí. Gracias.

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