IMPORTANTE CONTRIBUCIÓN DE LOS CATÓLICOS DE CHINA A LA PAZ: VIDEOMENSAJE DEL PAPA A PARTICIPANTES EN CONGRESO SOBRE EL CONCILIO SINENSE (21/05/2024)

Este 21 de mayo, el Papa Francisco envió un videomensaje a los participantes en el Congreso Internacional «Cien años del Concilium Sinense: entre la historia y el presente», organizada por la Pontificia Universidad Urbaniana, en colaboración con la Agencia Fides y la Comisión Pastoral para China. En su videomensaje, el Santo Padre volvió a anudar los hilos de la historia vinculando el presente de la Iglesia en China, con el testimonio de fe de los católicos chinos, en comunión con el Obispo de Roma, y su «contribución real» a la paz, con la profecía de los Padres reunidos en Shanghai entre el 15 de mayo y el 12 de junio de 1924 en el Concilium Sinense, el primer y hasta ahora único Concilio de la Iglesia católica en China, en el que los Padres «miraron al futuro. Y su futuro es nuestro presente». Compartimos a continuación el texto del videomensjae, traducido del italiano:

Queridos hermanos, queridas hermanas,

Me alegra poder dirigirme a ustedes con ocasión del Congreso dedicado al Centenario del Concilium Sinense, el primero, y hasta ahora único, Concilio de la Iglesia católica china, que tuvo lugar en Shanghai entre mayo y junio de 1924, hace exactamente 100 años.

El título de su Congreso es “Cien años del Concilium Sinense: entre historia y presente”, y sin duda, este aniversario representa una ocasión de gran importancia por muchas razones.

1) Ese Concilio fue, realmente, un paso importante en el camino de la Iglesia católica en el gran país que es China. En Shanghai, los Padres reunidos en el Concilium Sinense vivieron una experiencia auténticamente sinodal, y tomaron juntos decisiones importantes. El Espíritu Santo los reunió, hizo crecer la armonía entre ellos, los llevó por caminos que muchos de ellos no habrían imaginado, superando incluso perplejidades y resistencias. Así actúa el Espíritu santo que guía a la Iglesia.

Casi todos procedían de países lejanos, y antes del Concilio muchos de ellos aún no estaban listos para tomar en consideración la oportunidad de confiar la dirección de las diócesis a sacerdotes y Obispos nacidos en China. Luego, reunidos en Concilio, realizaron un verdadero camino sinodal y firmaron todas las disposiciones que abrían nuevos caminos para que la Iglesia, también la católica en China, pudiera tener cada vez más un rostro chino. Reconocieron que éste era el paso que había que dar, porque el anuncio de la salvación de Cristo puede llegar a cada comunidad humana y a cada persona sólo si habla en su lengua materna.

Los Padres del Concilio siguieron las huellas de grandes misioneros como el padre Matteo Ricci – Li Madou; se movieron en el surco abierto por el apóstol Pablo, cuando predicaba que es necesario hacerse hacerse «todo en todos» para anunciar y dar testimonio de Cristo Resucitado.

2) Una contribución importante, en la promoción y orientación del Concilium Sinense, llegó del Arzobispo Celso Costantini, el primer Delegado Apostólico en China, que por decisión del Papa Pío XI fue también el gran organizador y Presidente del Concilio.

Costantini aplicó a la situación concreta una mirada verdaderamente misionera. Y atesoró las enseñanzas de la Maximum illud, la Carta Apostólica sobre las Misiones publicada en 1919 por el Papa Benedicto XV. Siguiendo el impulso profético de ese documento, Costantini repetía sencillamente que la misión de la Iglesia era la de «evangelizar, no colonizar». En el Concilio de Shanghai, también gracias a la obra de Celso Costantini, la comunión entre la Santa Sede y la Iglesia que está en China se manifestó en sus frutos fecundos, frutos de bien para todo el pueblo chino.

3) Pero el Concilio de Shanghai no sólo sirvió para hacer caer en el olvido planteamientos erróneos que habían prevalecido en tiempos precedentes.

No se trataba de “cambiar de estrategia”, sino de seguir los caminos más acordes con la naturaleza de la Iglesia y su misión, confiando sólo – ¡sólo! – en la gracia de Cristo mismo, y en su atracción.

Los participantes en el primer Concilium Sinense miraban al futuro. Y su futuro es nuestro presente.

El camino de la Iglesia a lo largo de la historia ha pasado y pasa por caminos imprevistos, también por tiempos de paciencia y de prueba. El Señor en China, ha custodiado a lo largo del camino la fe del pueblo de Dios. Y la fe del pueblo de Dios ha sido la brújula que ha señalado el camino a lo largo de todo este tiempo, antes y después del Concilio de Shanghai, hasta hoy.

Los católicos chinos, en comunión con el Obispo de Roma, caminan en el tiempo presente. En el contexto en el que viven, dan testimonio de su fe también con obras de misericordia y de caridad, y con su testimonio contribuyen realmente a la armonía de la convivencia social, a la construcción de la casa común.

Quienes siguen a Jesús aman la paz, y están junto a todos los que trabajan por la paz, en un tiempo en el que vemos actuar fuerzas inhumanas que parecen querer acelerar el fin del mundo.

4) Los participantes en el Concilio de Shanghai miraron al futuro. Y, pocos días después de terminar el Concilio, fueron en peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Sheshan, cerca de Shanghai.

También nosotros, como los Padres Conciliares de Shanghai, podemos mirar al futuro. Y hacer memoria del Concilio de Shanghai puede sugerir también hoy a toda la Iglesia caminos nuevos y senderos abiertos que recorrer con audacia para anunciar y dar testimonio del Evangelio en el presente.

Precisamente en estos días, en el mes de mayo, dedicado por el Pueblo de Dios a la Virgen María, muchos de nuestros hermanos y hermanas chinos suben en peregrinación al Santuario de Sheshan, para encomendar sus oraciones y esperanzas a la intercesión de la Madre de Jesús.

Dentro de pocos días, el 24 de mayo, Fiesta de María Auxiliadora, la Iglesia de todo el mundo hará oración con los hermanos y hermanas de la Iglesia que está en China, como lo pidió el Papa Benedicto XVI en su Carta a los católicos chinos.

Yo también subo idealmente a la colina de Sheshan. Y todos juntos encomendemos a la Virgen, Auxilio de los cristianos, a nuestros hermanos y hermanas en la fe que están en China, a todo el pueblo chino y a todo nuestro pobre mundo, pidiéndole su intercesión, para que en todas partes siempre venza la paz.

María, Auxilio de los Cristianos, Nuestra Señora de Sheshan, ruega por nosotros.

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