LOS CUIDADOS PALIATIVOS SON UN SIGNO DE CERCANÍA A QUIENES SUFREN: MENSAJE DEL PAPA A PARTICIPANTES EN SIMPOSIO SOBRE CUIDADOS PALIATIVOS (22/05/2024)

El Papa Francisco envió, este 22 de mayo, un mensaje de esperanza a los participantes en el Simposio Interreligioso Internacional sobre Cuidados Paliativos que se desarrolla en Toronto (Canadá), afirmando que estamos llamados a acompañar a quienes sufren y tienen dificultades para encontrar motivos de esperanza. Reflexionando sobre el tema del encuentro – “Hacia una narrativa de la esperanza” – el Papa Francisco dice: “Como miembros de la familia humana y especialmente como creyentes, estamos llamados a acompañar, con amor y compasión, a quienes luchan y tienen dificultades para encontrar motivos de esperanza”. Transcribimos a continuación el texto del mensaje, traducido del inglés:

Extiendo mis cordiales saludos y mejores deseos a todos los que participan en el Primer Simposio Interreligioso Internacional sobre Cuidados Paliativos, patrocinado conjuntamente por la Pontificia Academia para la Vida y la Conferencia Canadiense de Obispos Católicos Y agradezco a sus respectivos presidentes, el Arzobispo Vincenzo Paglia y el Obispo William McGrattan. De igual forma estoy agradecido con los conferencistas en el Simposio y a todos los que trabajaron para hacer posible esta reunión.

El tema que han escogido, “Hacia una narrativa de la esperanza”, es al mismo tiempo oportuno y necesario. Actualmente, al atestiguar los trágicos efectos de la guerra, la violencia y la injusticia de distintos tipos, es muy fácil caer en la lamentación o incluso la desesperación. Sin embargo, como miembros de la familia humana y especialmente como creyentes, estamos llamados a acompañar, con amor y compasión, a aquellos que luchan y tienen dificultades para encontrar razones para la esperanza (cf. 1 Pe 3, 15). De hecho, la esperanza es lo que nos da fuerza ante los cuestionamientos que surgen ante los desafíos, dificultades y angustias de la vida.

Esto es aún más cierto cuando se enfrentan enfermedades serias o el fin de la vida. Todos los que experimentan las incertidumbres que surgen a menudo al respecto de la enfermedad y la muerte necesitan el testimonio de esperanza que proveen aquellos que los cuidan y permanecen a su lado. A este respecto, el cuidado paliativo, mientras que busca aliviar la carga de dolor al máximo posible, es sobre todo un signo concreto de cercanía y solidaridad con nuestros hermanos y hermanas que sufren. Al mismo tiempo, este tipo de cuidado puede ayudar a los pacientes y a sus seres queridos a aceptar la vulnerabilidad, fragilidad y finitud que marca la vida humana en este mundo.

Aquí, quisiera puntualizar que el cuidado paliativo auténtico es radicalmente distinto de la eutanasia, que nunca es una fuente de esperanza o de genuina preocupación por el enfermo o el agonizante. En cambio, es una falta de amor, un reflejo de la “cultura del descarte” en la que “las personas ya no son vistas como un valor supremo para ser cuidadas y respetadas” (Fratelli tutti, 18). De hecho, la eutanasia se presenta a menudo falsamente como una forma de compasión. Sin embargo, “compasión”, una palabra que significa “padecer con”, no involucra la finalización intencional de una vida, sino la voluntad de compartir las cargas de aquellos que enfrentan las etapas finales de nuestro peregrinaje terrenal. El cuidado paliativo, entonces, es una forma genuina de compasión, porque responde al sufrimiento, ya sea físico, emocional, psicológico o espiritual, afirmando la dignidad fundamental e inviolable de toda persona, especialmente los agonizantes, y ayudándoles a aceptar el momento inevitable del paso de esta vida a la vida eterna.

En esta perspectiva, nuestras convicciones religiosas ofrecen un entendimiento más profundo de la enfermedad, el sufrimiento y la muerte, mirándolas como parte del misterio de la divina providencia y, para la tradición cristiana, un medio hacia la santificación. Al mismo tiempo, las acciones compasivas y el respeto mostrado por el dedicado personal médico y los cuidadores han creado en ocasiones la posibilidad para aquellos que se encuentran al final de sus vidas de encontrar consuelo espiritual, esperanza y reconciliación con Dios, los miembros de su familia y amigos. De hecho, su servicio es importante – yo diría incluso esencial – para ayudar a los enfermos y agonizantes a darse cuenta de que no están aislados o solos, de que sus vidas no son una carga, sino que siempre permanecen inherentemente valiosos a los ojos de Dios (cf. Sal 116, 15) y unidos a nosotros a través de los lazos de la comunión.

Queridos amigos, los animo en sus esfuerzos para hacer avanzar los cuidados paliativos para los más vulnerables de nuestros hermanos y hermanas. Que sus discusiones y deliberaciones en estos días les ayuden a perseverar en el amor, a dar esperanza aquellos que se encuentran al final de su vida y a fomentar la construcción de una sociedad más justa y fraterna. Sobre ustedes y sus seres queridos, invoco las bendiciones divinas de sabiduría, fuerza y paz.

Roma, desde San Juan de Letrán, 26 de abril 2024

FRANCISCO

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