EN EL SAHEL, TANTA HIPOCRESÍA Y PROMESAS INCUMPLIDAS: MENSAJE DEL PAPA POR EL 40º ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN JUAN PABLO II PARA EL SAHEL (10/05/2024)

“El pueblo de Dios debe estar en primera línea, siempre y en todas partes, para responder al grito silencioso de los innumerables pobres del mundo, especialmente en el Sahel, para darles voz, defenderlos y solidarizarse con ellos, ante tanta hipocresía y tantas promesas incumplidas”. Este es el llamado del Papa Francisco, en un mensaje enviado este 10 de mayo al Cardenal Michael Czerny, con motivo del acto conmemorativo del 40º aniversario de la Fundación Juan Pablo II para el Sahel, al que asistieron miembros del cuerpo diplomático presente y representantes de instituciones internacionales y nacionales. Compartimos a continuación el texto del Mensaje, traducido del francés:

A Su Eminencia el Sr. Card. Michael Czerny
Presidente de la Fundación Juan Pablo II para el Sahel

Extiendo mi saludo al cuerpo diplomático presente, a los representantes de las instituciones internacionales y nacionales y a todos los participantes en la conmemoración del 40º  aniversario de la creación de la Fundación Juan Pablo II para el Sahel.

Este diálogo de alto nivel, que se centra en el tema de la desertificación, me brinda la oportunidad de recordar a su Santo Fundador, a través del solemne llamado que dirigió al mundo entero en favor de esta parte de África, el 10 de mayo de 1980 en Uagadugu. Era una voz suplicante y llena de preocupación que todavía hoy resuena por las personas pobres y vulnerables del Sahel. «La voz de los padres y madres que han visto morir a sus hijos sin comprender, o que siempre verán en sus hijos las secuelas del hambre y la sed que han soportado; la voz de las generaciones futuras que ya no deben vivir bajo esta terrible amenaza a sus vidas» (Homilía en Uagadugu, 10 de mayo 1980). Era la voz de los que no tienen voz, la voz de los inocentes que murieron por falta de agua y de pan.

Así fue que la Fundación Juan Pablo II para el Sahel fue constituida y erigida por el Santo Papa, para que su llamado siga siendo un signo eficaz del amor de la Iglesia por sus hijos e hijas de África Occidental. La Santa Sede sigue con particular interés a la Fundación a través del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, consciente de que sus actividades contribuyen a mejorar la situación humanitaria y social de las poblaciones del Sahel.

Como bien señaló mi predecesor, los desiertos exteriores pueden ser el reflejo de los desiertos interiores, y «el modo en que el hombre trata el medio ambiente influye en el modo en que se trata a sí mismo y viceversa» (Benedicto XVI, Carta Enc. Caritas in veritate, 51).

Nuestra acción de solidaridad y responsabilidad brota de nuestra fe en Dios Creador y en el amor al prójimo (cf. Mt 22, 37-40).

El cuidado de la casa común y el cuidado de cada persona, creada a imagen y semejanza de Dios, son, por tanto, actitudes que van de la mano. Forman parte de la caridad y dan testimonio del amor de Cristo, signo vivo de la caridad.

Cualquier encuentro con una persona o un pueblo en situación de pobreza o vulnerabilidad nos provoca y nos interpela. ¿Cómo podemos contribuir a eliminar o, al menos, a aliviar su marginación y sufrimiento? El pueblo de Dios debe estar en primera línea, siempre y en todas partes, para responder al grito silencioso de los innumerables pobres en todo el mundo, especialmente en el Sahel, para darles voz, defenderlos y solidarizarse con ellos frente a tanta hipocresía y tantas promesas incumplidas. (cf. Mensaje para la IV Jornada Mundial de los Pobres, 15 de noviembre 2020).

Algunos países de esta región del África Occidental siguen experimentando crisis que amenazan cada vez más la paz, la estabilidad, la seguridad y el desarrollo. Estos fenómenos vinculados al terrorismo, la precariedad económica, el cambio climático y las luchas intercomunitarias, agravan la vulnerabilidad de los Estados y la pobreza de los ciudadanos, con la consiguiente migración de jóvenes. Este contexto hace que la tarea de la Fundación sea cada vez más difícil, pero cada vez más indispensable.

En este día de conmemoración, haciendo eco de los gritos de corazón de San Juan Pablo II, reitero hoy su llamado a todas las personas de buena voluntad de todo el mundo: ¡trabajen por la seguridad, la justicia y la paz en el Sahel! La paz permite el desarrollo humano integral que se construye día tras día en la búsqueda del orden deseado por Dios, y sólo puede florecer cuando cada uno reconoce su responsabilidad en su promoción (cf. Pablo VI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero 1974). Hago un llamado a todos los actores, en África y en todo el mundo, en particular a los responsables políticos y económicos. Su responsabilidad está en juego.

No es momento de esperar, ¡tenemos que actuar! Nadie puede negar el derecho fundamental de todo ser humano a vivir con dignidad y a alcanzar su pleno potencial. «Si todos los hombres y mujeres tienen el mismo valor, hay que decir con claridad y firmeza que el mero hecho de nacer en un lugar con menos recursos económicos no justifica que las personas vivan con menos dignidad». «Por lo tanto, el compromiso de organizar la sociedad de tal manera que el prójimo no tenga que estar en la miseria es un acto de caridad. Es propio de la caridad acompañar a una persona que sufre, y también es caridad hacer todo lo posible, incluso sin estar en contacto directo con esa persona, para cambiar las condiciones sociales que están en la raíz de su sufrimiento». (Carta Enc. Fratelli tutti, nn. 106, 186).

Expreso el deseo de que esta conmemoración de la creación de la Fundación Juan Pablo II para el Sahel permita identificar, promover y poner en práctica, con determinación, todas las iniciativas necesarias para la construcción de la justicia, de la paz para un desarrollo humano integral y sostenible de todos los pueblos del Sahel. Les doy mi bendición. Y, por favor, no se olviden de orar por mí.

Desde la Basílica de San Juan de Letrán, 7 de mayo 2024

FRANCISCO

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