LA BELLEZA DEL SER HUMANO NO ESTÁ SUJETA A TENDENCIAS DE LA MODA: PALABRAS DEL PAPA A PARTICIPANTES EN CONFERENCIA SOBRE CIRUGÍA (23/05/2024)
Queridos hermanos y hermanas:
Les doy la bienvenida con la sonrisa en los labios, natural, no retocada. En uno de sus proyectos de cooperación, ustedes tratan de dibujar la sonrisa en los rostros de tantos niños enfermos y, ayudándolos, la llevan también a sus familias y, en cierto sentido, a toda la sociedad. Les agradezco por este servicio discreto en favor de los demás.
Pero como hombres, como médicos, como cristianos, sabemos que nuestros rostros están destinados a reflejar una belleza que va más allá de la que se puede percibir con los ojos del cuerpo. Una belleza que no está sujeta a tendencias programadas por el negocio de la moda, por el negocio de la cultura, por el negocio de la apariencia, sino que se relaciona con la verdad del hombre, con su ser más íntimo, que no podemos desfigurar.
San Pablo nos dice: «Todos nosotros, con el rostro descubierto, reflejando como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados en esa misma imagen» (2 Cor 3, 18). Que esta verdad guíe siempre nuestra mano para llevar al mundo esa imagen de Dios impresa en nuestro ser, en las buenas obras, en el amor que se entrega, en el amor que se difunde.
Es interesante que la Escritura nos presente a Jesús como el «más hermoso entre los hijos de los hombres» (Sal 45, 3), como aquél que, a causa del sufrimiento, llegó a verse tan «desfigurado que su aspecto no era el de un hombre y su apariencia no era más la de los hijos de los hombres» (Is 52, 14). Jesús nos muestra en esta paradoja su verdadera imagen y la nuestra, que pasa por el camino de la cruz, por la aceptación de nuestra pequeñez, para llegar a una gloria perenne, a una esperanza que no defrauda ni se marchita (cf. 1 Cor 9, 25). Deseo que Dios los bendiga, que la Virgen Santa los cuide. Y no se olviden de orar por mí. Gracias.
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