SER UN SIGNO DE ESPERANZA PARA QUIENES ENCONTREMOS: ÁNGELUS DEL 06/01/2025
Queridos hermanos y hermanas, feliz fiesta de la Epifanía:
Hoy la Iglesia celebra la manifestación de Jesús, y el Evangelio se concentra en los Magos, que al final de un largo viaje llegan a Jerusalén para adorar a Jesús.
Si ponemos atención, descubrimos algo un poco extraño: mientras aquellos sabios llegan desde lejos a buscar a Jesús, los que estaban cerca no dan ni un paso hacia la gruta de Belén. Atraídos y guiados por la estrella, los Magos se enfrentan a enormes gastos, ponen su tiempo a disposición, aceptan los muchos riesgos e incertidumbres que en aquellos tiempos nunca faltaban. Sin embargo, superan todas las dificultades para llegar a ver al Rey Mesías, porque saben que está ocurriendo algo único en la historia de la humanidad y no quieren faltar a la cita. Tenían dentro la inspiración y la siguieron.
En cambio, los que viven en Jerusalén, que deberían ser los más felices y listos para acudir, se quedan quietos. Los sacerdotes, los teólogos interpretan correctamente las Sagradas Escrituras y proveen indicaciones a los Magos sobre dónde encontrar al Mesías, pero no se mueven de sus “cátedras”. Están satisfechos con lo que tienen y no se ponen en búsqueda, no piensan que valga la pena salir de Jerusalén.
Este hecho, hermanas y hermanos, nos hace reflexionar y en un cierto sentido nos provoca, porque suscita una pregunta: nosotros, yo, hoy, ¿a qué categoría pertenecemos? ¿Somos más semejantes a los pastores, que en la misma noche van aprisa a la gruta, y a los Magos de Oriente, que parten confiados en busca del Hijo de Dios hecho hombre?; ¿o somos más semejantes a aquellos que, a pesar de estar físicamente muy cerca de Él, no abren las puertas de su corazón y su vida, permanecen cerrados e insensibles a la presencia de Jesús? Hagámonos esta pregunta. ¿A qué grupo de gente pertenezco?
Según una historia, un cuarto rey mago llega tarde a Jerusalén, precisamente durante la crucifixión de Jesús – es una historia hermosa ésta, no es histórica, pero es una bella historia –, porque se había detenido por el camino a ayudar a todos los necesitados dándoles los valiosos regalos que había llevado para Jesús. Al final, llega ya viejo y Jesús desde la cruz le dice: “En verdad te digo, todo lo que hiciste por el último de mis hermanos, lo hiciste por mí”. El Señor sabe todo lo que hemos hecho por los demás.
Pidamos a la Virgen María que nos ayude para que, imitando a los pastores y los Magos, sepamos reconocer a Jesús cercano, en el pobre, en la Eucaristía, en el abandonado, en el hermano, en la hermana.
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