OCTAVARIO DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS 2025 - DÍA 8


UN VIAJE A TRAVÉS DEL CREDO DE NICEA – DÍA 8

A la espera del Reino y de la vida futura

Inicia este momento de oración leyendo los siguientes textos de la Sagrada Escritura:

Apocalipsis 21, 1-4
Salmo 85, 8. 10-12
Lucas 12, 35-40

Lecturas patrísticas

De la tradición griega

Tú, Señor, nos has liberado del temor de la muerte. Tú has convertido el final de la vida de aquí abajo en comienzo para nosotros de la vida verdadera. Tú haces descansar un tiempo nuestros cuerpos en el sueño y los despertarás de nuevo con la trompeta del final de los tiempos. Tú entregas en depósito a la tierra nuestra tierra, la que tú modelaste con tus manos, y harás surgir de nuevo lo que le entregaste transformando con la inmortalidad y la belleza lo que en nosotros es mortal y deforme [...]. Tú nos has abierto el camino de la resurrección haciendo saltar las puertas del infierno y reduciendo a la impotencia a aquel que tiene el poder sobre la muerte..

– Gregorio de Nisa [c. 335-395], Vida de Santa Macrina, 24

De la tradición siríaca

Respira la vida futura de Dios quien en esta creación vive en el amor. Ya aquí en este mundo respira el aire del nuevo nacimiento. En este mismo aire, encontrarán sus delicias los justos en la resurrección. El amor: este es el reino al que aludía nuestro Señor cuando prometía a los apóstoles místicamente que comerían en su reino: «Comeréis y beberéis en la mesa de mi reino». ¿Qué es lo que comerán, si no es el amor? Es suficiente el amor para alimentar al hombre en lugar de comida y bebida. Este es el vino que alegra el corazón del hombre. ¡Bienaventurado aquel que ha bebido de este vino!

– Isaac de Nínive [Siglo VII], Primera colección, Discurso 43, 5-6

De la tradición latina

He aquí que la esperanza nos amamanta, nos nutre, nos afianza y nos consuela en esta afanosa vida. Viviendo en esta esperanza cantamos el Aleluya. Ved cuánto gozo causa la esperanza ¡Cómo será la realidad! ¿Preguntas cómo será? Escucha lo que sigue: «Se embriagarán de la abundancia de tu casa». Esto es lo que esperamos. Sentimos hambre y sed de ella; es preciso saciarla. Pero el hombre está en camino y la saciedad en la patria. ¿Cuándo seremos saciados? «Me saciaré cuando se manifieste tu gloria» [...]. Entonces será realidad el Aleluya; ahora lo poseemos sólo en esperanza.

– Agustín de Hipona [354-430], Sermones, 255,5

Oración

¡Oh, Señor, apresura la venida de tu día grande y glorioso!
En nuestra oscuridad, muchos hombres y mujeres ya no se atreven a esperar.
Protege la llama de la fe en los corazones de los débiles y de los que sufren.
Que la Iglesia sea un fiel heraldo de la victoria de Cristo, tu Hijo, sobre la muerte
y un faro de espera para su regreso en la gloria.
Él es el Viviente, contigo y con el Espíritu Santo
ahora y por los siglos de los siglos.
AMÉN.

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