SEAN SIGNOS DE ESPERANZA: PALABRAS DEL PAPA A LA UNIÓN ITALIANA DE CIEGOS Y DÉBILES VISUALES (03/01/2025)

El Papa Francisco recibió por la mañana de este 3 de enero, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, a una delegación de la Unión Italiana de Ciegos y Débiles Visuales. El Santo Padre saludó a los presentes y los invitó a caminar siguiendo a los “peregrinos de la esperanza” de todos los tiempos, como Pier Giorgio Frassati, Francisco y Clara de Asís o Teresa del Niño Jesús. Lo que nos sostiene en nuestro esfuerzo es el objetivo final – señaló el Obispo de Roma –, la promesa de una existencia renovada en Jesús que ofrece “una alegría diferente”, que no se queda “afuera” ni “en la superficie”. Reproducimos a continuación el texto de su intervención, traducido del italiano:

Queridos amigos, buenos días y bienvenidos:

Saludo al Presidente y a todos ustedes. ¡Feliz año! Que sea un año de crecimiento personal y también de amistad entre ustedes.

Para la Iglesia 2025 es un año jubilar, según la tradición, cada 25 años hay un año jubilar. Y este Jubileo tiene un tema, un lema... “Peregrinos de esperanza”. Repitámoslo juntos: “Peregrinos de esperanza”. ¡No escucho! [“Peregrinos de esperanza”] ¡Muy bien!

La palabra “peregrinos” hace pensar en el hecho de caminar, por ello quiero desearles que sean siempre personas en camino. En todas las edades: niños, jóvenes, adultos, ancianos, siempre en camino, nunca detenidos, nunca sintiendo que ya se ha llegado, siempre con el deseo de seguir adelante.

Sin embargo, el “peregrino” es alguien que no sólo camina, sino que tiene una meta, y una meta particular: la meta del peregrino es un lugar santo, que lo atrae, que motiva el viaje, que sostiene en la fatiga. En el caso del Jubileo la meta es una puerta. ¿Curioso? La Puerta Santa. Naturalmente se trata de un símbolo: la Puerta Santa representa a Jesucristo, su Misterio de salvación, que nos permite entrar en la vida nueva, libera de la esclavitud del pecado, libera para amar y servir a Dios y al prójimo.

Y entonces quiero desearles que estén no solo en camino, sino que también sean peregrinos, es decir deseosos de encontrar a Jesús, de conocerlo, de escuchar su Palabra que da sentido a la vida, la llena de una alegría nueva, distinta, una alegría que no se queda “afuera”, en la superficie, sino que llena el corazón y lo calienta, una alegría que es paz, bondad, ternura. La alegría de Jesús es así. Solo Jesús puede dar esta alegría. Lo demuestra el testimonio de muchos santos y santas de todos los tiempos, incluso de nuestro tiempo. Pensemos en Pier Giorgio Frassati, un joven de Turín que vivió hace cien años. Y luego están los grandes “campeones”, como Francisco y Clara de Asís, a quienes todos ustedes conocen; o como Teresa del Niño Jesús, una joven francesa de finales del Siglo XIX: estaba tan enamorada de Jesús que habría querido ir por todo el mundo para anunciarlo a todos, y descubrió que la manera de hacerlo era convertirse ella misma en amor, en una vida consagrada a la oración y al servicio de sus hermanas.

Queridos amigos, estos son “peregrinos de esperanza”: chicos y jóvenes que encontraron al Señor Jesús y caminaron con Él, y él es la esperanza para todos los hombres, para todas las mujeres y también para el mundo. Sigamos este camino y nos convertiremos también nosotros en pequeños signos de esperanza para quienes nos encuentran. Este es el deseo que tengo para mí y para ustedes.

Gracias por haber venido. Los bendigo a todos. ¡Buen camino! Y no se olviden de orar por mí. Gracias.

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