OCTAVARIO DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS 2025 - DÍA 4


UN VIAJE A TRAVÉS DEL CREDO DE NICEA – DÍA 4

El Misterio Pascual: la Encarnación, Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús

Inicia este momento de oración leyendo los siguientes textos de la Sagrada Escritura:

Éxodo 3, 7-8
Salmo 16, 5. 7. 10-11
Filipenses 2, 5-11

Lecturas patrísticas

De la tradición griega

El Salvador bajó a una tierra inmisericorde para el ser humano. Él sufrió plenamente nuestras pasiones, antes sufrió la cruz y se dignó tomar nuestra carne. Porque si no hubiera sufrido, no hubiera podido habitar en medio de esta vida. Primero sufrió, luego descendió y se dejó ver. ¿Cuál es esa pasión que sufrió por nosotros? La pasión de la caridad.

– Orígenes de Alejandría [c. 185-254], Homilías sobre Ezequiel, 6:6

De la tradición siríaca

El cuerpo te agradece haber sido salvado por tu humillación. Como a oveja descarriada, el león le tendió una emboscada para desmembrarla, y el pecado, a escondidas, fue la bestia que la despedazó. [...] En lugar de nuestro cuerpo, entregaste tu cuerpo a esa muerte que nos devoró, aunque sin ser saciada. Sólo por ti fue saciada y destruida.

– Efrén de Nisibis [c. 306-373], Himno sobre la virginidad, 37:5

De la tradición latina

Dios Padre, por su inmensa misericordia, envió a su Verbo creador, el cual, al venir para salvarnos, estuvo en los mismos lugares, en la misma situación y en los mismos ambientes donde nosotros habíamos perdido la vida. Y rompió las cadenas que nos tenían prisioneros. Apareció su luz e hizo desaparecer las tinieblas de la prisión y santificó nuestro nacimiento y abolió la muerte, desligando aquellos mismos lazos que nos habían encadenado.

– Ireneo de Lyon [c. 135-198], Demostración de la predicación apostólica, 38

Oración

Señor, Dios nuestro,
al glorificar a tu Hijo Jesús, nos has librado de la muerte.
Por su resurrección,
despierta nuestros corazones adormilados,
ilumina a todos lo que te buscan
y haz que la estrella de la mañana brille sobre nosotros,
que es Jesucristo, el Viviente,
Señor por los siglos de los siglos.
AMÉN.

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