NO AL ACOSO ESCOLAR, HAY QUE SENTAR LAS BASES DE LA PAZ: PALABRAS DEL PAPA A PROFESORES CATÓLICOS Y PADRES DE FAMILIA (04/01/2025)
Queridos hermanos y hermanas, buenos días:
Me alegra encontrarlos en ocasión de los aniversarios de sus Asociaciones: el 80º de la Asociación Italiana de Maestros Católicos y de la Unión Católica Italiana de Profesores, Directivos, Educadores y Formadores; y el 50º de la Asociación de Padres de Familia de las Escuelas Católicas. Es una hermosa ocasión para hacer fiesta juntos y hacer memoria de su historia y mirar hacia el futuro. Este ejercicio, este movimiento entre raíces – memoria – y frutos – los resultados – es la clave del compromiso en el ámbito educativo.
Nuestro encuentro ocurre en el tiempo litúrgico de Navidad, un tiempo que nos muestra la pedagogía de Dios. ¿Y cuál es su “método educativo”? Es el de la proximidad, la cercanía. Dios es cercano, compasivo y tierno. Las tres cualidades de Dios: cercanía, compasión y ternura. La cercanía, la proximidad. Como un maestro que entra en el mundo de sus alumnos, Dios elige vivir entre los hombres para enseñar a través del lenguaje de la vida y del amor. Jesús nació en una condición de pobreza y sencillez: esto nos remite a una pedagogía que valora lo esencial y pone en el centro la humildad, la gratuidad y la acogida. La pedagogía distante y lejana de las personas no sirve, no ayuda. La Navidad nos enseña que la grandeza no se manifiesta en el éxito o la riqueza, sino en el amor y el servicio a los demás. La de Dios es una pedagogía del don, una llamada a vivir en comunión con Él y con los demás, como parte de un proyecto de fraternidad universal, un proyecto en el que la familia tiene un lugar central e insustituible. ¡La familia! Además, esta pedagogía es una invitación a reconocer la dignidad de cada persona, comenzando por los que son descartados y están en los márgenes, como hace dos mil años eran tratados los pastores, y a apreciar el valor de cada fase de la vida, incluida la infancia. La familia es el centro, ¡no lo olviden! Me contaba una persona que un domingo estaba comiendo en un restaurante y en la mesa de junto estaba una familia, papá, mamá, hijo e hija. Los cuatro con el celular, no hablaban entre sí, con el celular. Este señor sintió algo, se acercó y dijo: “pero ustedes son familia, ¿por qué no hablan entre ustedes y hablan así? Es algo extraño...”. Lo escucharon, lo mandaron lejos y siguieron haciendo lo mismo. Por favor, ¡que se hable en familia! Familia es diálogo, el diálogo que nos hace crecer.
El encuentro de este día se ubica también al comienzo del camino del Jubileo, que inició hace pocos días precisamente celebrando el evento en el cual, con la Encarnación del Hijo de Dios, la esperanza entró al mundo. El Jubileo tiene mucho que decir al mundo de la educación y de la escuela. De hecho, “peregrinos de esperanza” son todas las personas que buscan un sentido para su vida y también aquellos que ayudan a los más pequeños a andar por este camino. Un buen profesor es un hombre o una mujer de esperanza, porque se dedica con confianza y paciencia a un proyecto de crecimiento humano. Su esperanza no es ingenua, está enraizada en la realidad, sostenida por la convicción de que todo esfuerzo educativo tiene valor y que cada persona tiene una dignidad y una vocación que merecen ser cultivados. Me causa dolor cuando veo a los niños que no son educados y que van a trabajar, tantas veces explotados, o que van a buscar qué comer o cosas para vender en donde está la basura. ¡Es duro! ¡Y hay muchos niños como estos!
La esperanza es el motor que sostiene al educador en su esfuerzo educativo, incluso en las dificultades y los fracasos. ¿Pero cómo hacer para no perder la esperanza y alimentarla cada día? Tengan fija la mirada en Jesús, maestro y compañero de camino: eso permite ser realmente peregrinos de esperanza. Piensen en las personas a las que encuentran en la escuela, jóvenes y adultos: «Todos esperan. En el corazón de cada persona está encerrada la esperanza como deseo y espera del bien, aún no sabiendo qué traerá el mañana consigo» (Spes non confundit, 1). Estas esperanzas humanas, a través de cada uno de ustedes, pueden encontrar la esperanza cristiana, la esperanza que nace de la fe y vive en la caridad. Y no lo olvidemos: la esperanza no defrauda. El optimismo defrauda, pero la esperanza no defrauda. Una esperanza que supera todo deseo humano, porque abre las mentes y los corazones a la vida y a la belleza eterna.
¡La escuela necesita esto! Siéntanse llamados a elaborar y transmitir una nueva cultura, fundada en el encuentro entre las generaciones, la inclusión, en el discernimiento de lo verdadero, de lo bueno y lo bello; una cultura de la responsabilidad, personal y colectiva, para enfrentar los desafíos globales como las crisis ambientales, sociales y económicas, y el gran desafío de la paz. En la escuela ustedes pueden “imaginar la paz”, es decir sentar las bases de un mundo más justo y fraterno, con la contribución de todas las disciplinas y la creatividad de los niños y jóvenes. Pero si en la escuela hacen la guerra entre ustedes, si en la escuela acosan a las niñas y niños que tienen algún problema, eso es prepararse para la guerra y no para la paz. ¡Por favor, nunca hagan bullying! ¿Entendieron eso? [responden: “Sí”] ¡Nunca hagan bullying! ¿Lo decimos todos juntos? ¡Vamos! ¡Nunca hagan bullying! Ánimo y adelante. Trabajen en eso.
Queridas hermanas y hermanos, hoy están aquí para celebrar acontecimientos significativos de sus Asociaciones, nacidas para ofrecer una contribución a la escuela, para el mejor logro de sus finalidades educativas. Y no a la escuela como contenedor, sino a las personas que viven y trabajan en ella: los estudiantes, los profesores, los padres de familia, los directivos y todo el personal. Al inicio de su historia existía la intuición de que, sólo asociándose, caminando juntos, se podría mejorar la escuela, que por su naturaleza es una comunidad, que necesita la contribución de todos. Sus fundadores vivían en tiempos en los que necesitaban que se diera testimonio y se fortalecieran los valores de la persona y la ciudadanía democrática, para el bien de todos; y también el valor de la libertad educativa. ¡Nunca olviden de dónde vienen, pero no caminen con la cabeza mirando hacia atrás, lamentándose por los hermosos tiempos pasados! Piensen en cambio en el presente de la escuela, que es el futuro de la sociedad, enfrentándose a una transformación de época. Piensen en los jóvenes profesores que dan sus primeros pasos en la escuela y en las familias que se sienten solas en su tarea educativa. A cada uno propóngales con humildad y novedad su estilo educativo y asociativo.
Todo eso los animo a hacerlo juntos, con una especie de “pacto entre las asociaciones”, porque así pueden dar mejor testimonio del rostro de la Iglesia en la escuela y para la escuela. La esperanza nunca defrauda, nunca, la esperanza nunca se detiene, la esperanza siempre está en camino y nos hace caminar. ¡Entonces siguen adelante con confianza! Los bendigo de corazón a ustedes y a todos los que forman la red de sus Asociaciones. Y no se olviden de orar por mí. Y no se olviden de... [responden: “¡Nunca hacer bullying!”] ¡Lo aprendieron! Gracias.
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