DOM GUÉRANGUER, PIONERO DEL MOVIMIENTO LITÚRGICO: MENSAJE DEL PAPA POR EL 150º ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE DOM PROSPER GUÉRANGUER (30/01/2025)
Al muy Rvdo. Padre Dom Geoffroy Kemlin
Abad de Saint-Pierre de Solesmes y Presidente de la Congregacion de Solesmes OSB
Al celebrar este año el 150° aniversario de la muerte de su fundador, Dom Prosper Guéranger, me alegra unirme a ustedes en su acción de gracias. Deseo expresar mi aliento y mi afectuosa cercanía a cuantos han comprometido su vida en el seguimiento de este servidor de la Iglesia, o que se esfuerzan por dar a conocer su vida y su obra. Benedic anima mea Domino. Este versículo del Salmo 102 fue una de las últimas palabras que él pronunció antes de poner su alma en las manos del Padre, el 30 de enero de 1875.
Al recordar a Dom Guéranger, mis predecesores subrayaron las diversas expresiones de su carisma recibidas para la edificación de toda la Iglesia: su papel de restaurador de la vida monástica benedictina en Francia, su ciencia litúrgica puesta al servicio del pueblo de Dios, su ardiente piedad hacia el Sagrado Corazón de Jesús y de la Virgen María, su trabajo en favor de la definición del dogma de la Inmaculada Concepción y el de la infalibilidad papal, sus escritos para defender la libertad de la Iglesia. A mi vez, quisiera subrayar dos aspectos de este carisma que corresponden a dos necesidades actuales de la Iglesia: la fidelidad a la Santa Sede y al Sucesor de Pedro, especialmente en el campo de la liturgia, y la paternidad espiritual.
Dom Guéranger fue ciertamente uno de los primeros artífices del Movimiento Litúrgico, del cual un hermoso fruto fue la Constitución Sacrosanctum Concilium del Concilio Vaticano II. El redescubrimiento histórico, teológico y eclesiológico de la liturgia, como lenguaje de la Iglesia y expresión de su fe, estuvo en el centro de su trabajo, primero como sacerdote diocesano y luego como monje benedictino. Este redescubrimiento inspiró en particular sus publicaciones en favor del retorno de las Diócesis de Francia a la unidad de la liturgia romana, y fue este redescubrimiento el que lo impulsó a escribir los volúmenes de L’année liturgique para poner a disposición de los sacerdotes y laicos la belleza y la riqueza de la liturgia, que es «la primera fuente de la espiritualidad cristiana» (Carta ap. Desiderio Desideravi, n.61). Afirmó con fuerza que «la oración de la Iglesia es la más agradable al oído y al corazón de Dios y, por tanto, la más poderosa. Bienaventurado el que ora con la Iglesia» (Prefacio de L’année liturgique). Que el ejemplo de Dom Guéranger pueda suscitar, entonces, en el corazón de todos los bautizados el amor a Cristo y a su Esposa, pero también la confianza filial y la dócil colaboración cum Petro et sub Petro, para que la Iglesia, fiel a su Tradición viva, pueda seguir elevando «una misma oración, capaz de expresar su unidad» (Carta ap. Desiderio Desideravi, n.61).
Quisiera recordar también otro aspecto del carisma de Dom Guéranger: la paternidad espiritual. Atento a lo que el Espíritu Santo obra en las almas, Dom Guéranger sólo deseaba una cosa: ayudarlas en su búsqueda de Dios. Moldeado por la Regla benedictina y la alabanza divina, su dulce y gozosa confianza en Dios supo tocar el corazón de los monjes que acudían a reunirse en torno a él, de las monjas que se beneficiaban de sus enseñanzas, pero también de los hombres y mujeres con responsabilidades en la Iglesia y en la sociedad, y sobre todo de los padres y madres de familia, de los niños, los pequeños y los humildes que recurrían a sus consejos espirituales. Tanto en los tiempos de paz como en los días de adversidad, todos encontraron en él, el fortalecimiento o la renovación de su fe, el gusto por la oración y el amor a la Iglesia. Que su ejemplo de docilidad al Espíritu Santo y de servicio inspire y guíe a muchos fieles en los caminos del Señor, «mansos y humildes de corazón» (Mt 11, 29).
Pido para que la obra del Siervo de Dios Dom Guéranger no deje de producir frutos de santidad en todo el pueblo fiel, y que siga siendo también un testimonio vivo de la fecundidad de la vida monástica, en el corazón de la Iglesia. Con este deseo me dirijo a usted, Reverendo Padre, así como a sus hermanos de la Abadía de Saint-Pierre, a los de la Congregación de Solesmes y a todos los que participarán en las conmemoraciones del retorno a Dios de Dom Prosper Guéranger, mi bendición.
Desde San Juan de Letrán, 2 de enero 2025
FRANCISCO
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