SIGAN SOÑANDO: PALABRAS DEL PAPA A MIEMBROS DEL CONSEJO NACIONAL DE JÓVENES ITALIANOS (16/11/2024)

Por la mañana de este 16 de noviembre, el Papa Francisco recibió en la Sala del Consistorio, a miembros del Consejo Nacional de Jóvenes Italianos y los invitó a ser «testigos de la belleza de la vida» sin dejarse influir por el «pesimismo» y el «escepticismo». El Santo Padre exhortó también a las nuevas generaciones a convertir las diferencias en «capacidad de escucha» y aspirando a ideales más altos que las «arenas movedizas de la enemistad». Compartimos a continuación el texto completo de su discurso, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos:

Saludo a la Presidente y a todos ustedes del Consejo Nacional de los Jóvenes. Me alegra encontrarlos en ocasión del 20º aniversario de este organismo: una meta que se convierte en ocasión para seguir esforzándose con confianza, antes de que la juventud se vaya.

¡La esperanza no defrauda! Escuchen bien esto: la esperanza no defrauda. Nunca. Con estas palabras proclamé el Jubileo Ordinario de 2025. Me ha dado gusto leer en su “Cuarta Encuesta del Índice de Confianza” que la esperanza es la actitud interior en la que los jóvenes italianos hoy más se reconocen. Encontramos a menudo personas desconfiadas porque miran el futuro con escepticismo y pesimismo. Personas con la cara larga, así... el pesimismo. Es importante entonces, saber que los jóvenes italianos saben ser artesanos de esperanza porque son capaces de soñar. Por favor, no pierdan la capacidad de soñar: cuando un joven pierde esta capacidad, no digo que se hace viejo, no, porque los viejos sueñan. Se vuelve un “jubilado de la vida”. Es terrible. Por favor, jóvenes, no sean “jubilados de la vida”, ¡y no se dejen robar la esperanza! ¡Nunca! ¡La esperanza nunca defrauda!

En el diálogo con las instituciones, ustedes son el órgano consultivo llamado para representar al mundo juvenil a nivel local, nacional y europeo. Y con tal objetivo deben promover la participación activa de los jóvenes, haciendo “red” entre las muchas realidades asociativas inspiradas en valores como la solidaridad y la inclusión. Haciendo “red”, pero también haciendo “lío”. Es muy importante. En esta tarea – de hacer “red” y hacer “lío” – los invito a hacer voz de todos, especialmente de quienes no tienen voz. Y hoy hay mucha gente que no tiene voz, tantos excluidos, no sólo socialmente, por los problemas de pobreza, falta de educación, dictadura de la droga… sino también de aquellos que no saben soñar. Hagan “red” para soñar, y no pierdan esta capacidad. Soñar.

Como sabemos – también por las noticias de estos días – los desafíos que se refieren a ustedes son muchos: la dignidad del trabajo, la familia, la educación, el compromiso cívico, el cuidado de la creación y las nuevas tecnologías. El aumento de actos de violencia y de lesiones autoinfligidas, hasta el gesto más extremo de quitarse la vida, son signos de un malestar preocupante y complejo. Ustedes saben que, en el mundo, los suicidios juveniles no se publican en su totalidad, se esconden. Es un cambio de época, una metamorfosis no sólo cultural sino también antropológica. Por eso es fundamental un camino educativo que involucre a todos. Puedo decir que es necesaria una “aldea de la educación”, en donde, en la diversidad, se comparta el compromiso por generar una red de relaciones humanas y abiertas. Es necesario un pacto, una alianza, entre aquellos que desean poner al centro a la persona y, al mismo tiempo, están dispuestos a invertir nuevas energías para la formación de quienes estarán al servicio de la comunidad.

Ustedes están llamados a ser testigos de la belleza y la novedad de la vida. Hay una belleza que va más allá de la apariencia: es la de cada hombre y cada mujer que viven con amor su vocación personal, en el servicio desinteresado a la comunidad, en el trabajo generoso por la felicidad de la familia, en el compromiso gratuito por hacer crecer la amistad social. Descubrir, mostrar y pone de relieve esta belleza significa colocar las bases de la solidaridad social y la cultura del encuentro. Su servicio desinteresado por la verdad y la libertad, por la justicia y la paz, por la familia y la política es la contribución más hermosa y más necesaria que pueden ofrecer a las instituciones para la construcción de una sociedad nueva. Y eso no se hace con las ideas, se hace con las capacidades humanas, todas nuestras capacidades, sin olvidar los “extremos” de la vida. Son dos cosas que les dejo como preguntas: algunos de ustedes – están casados, tienen hijos – ¿saben jugar con los niños? ¿Son capaces de perder el tiempo para jugar con sus hijos, o con sus sobrinos? ¿Son capaces de esto? Esta capacidad del juego. Y después, otra pregunta: ¿son capaces de acariciar a un anciano? Jugar con los niños y acariciar a los viejos. Y hoy, en nuestra cultura, a los niños se les deja crecer solos, sin ternura, y a los viejos se les manda a los asilos, para que se mueran ahí... Debemos cambiar: jugar con los niños y acariciar a los viejos. Y esto hará que su juventud sea fecunda. No olviden eso: niños y viejos.

Permítanme, finalmente, entregarles lo más importante, esa verdad que para un cristiano nunca debería callarse. Es un anuncio que se refiere a todos, jóvenes y ancianos, y que siempre necesitamos volver a escuchar: “¿Sabes? Dios te ama”, “Dios te ama”, “Cristo te salva”, “¡Él vive!”. Si Él vive, entonces la esperanza no es vana. El mal, el pesimismo, el escepticismo no tendrán la última palabra. Y muchos jóvenes caen en este escepticismo, quizá sostenido por la droga. Al principio del ser cristiano no hay una decisión ética o una gran idea, sino que está el encuentro con una Persona, el encuentro con Jesús, que da a la vida un nuevo horizonte. La esperanza, el estado de ánimo en el que hoy los jóvenes italianos más se reconocen, para nosotros los cristianos tiene un nombre y un rostro: el rostro del Señor, el rostro de Jesús.

Frente a los desafíos y dificultades que podrán encontrar en su trabajo, ¡no teman! No tengan miedo de atravesar incluso los conflictos. Los conflictos nos hacen crecer. Pero no olviden que el conflicto es como un laberinto: del laberinto no se puede salir solos, se sale en compañía de otro que nos ayude. Primero. Y del laberinto se sale desde lo alto. Déjense ayudar por los demás. Y siempre miren hacia lo alto para que la vida no sea un giro laberíntico, que mata a la juventud. Envejecer en un laberinto es envejecer en los valores superficiales. Es triste ver a un hombre o una mujer, joven, que vive su vida en la superficialidad. Es muy triste... Hace falta, en su vida – también para atravesar los conflictos – hace falta la paciencia de transformarlos en capacidad de escucha, de reconocimiento del otro, de crecimiento recíproco. Buscar superar los conflictos es el signo de que hemos señalado más hacia lo alto, más arriba de nuestros intereses particulares, para salir de las arenas movedizas de la enemistad social. Sigan adelante con su servicio: buscar, cuidar y llevar la voz y la esperanza de los jóvenes italianos a las sedes institucionales para participar juntos en el bien común.

Los encomiendo al Beato Pier Giorgio Frassati. ¿Lo conocen? Yo de niño había oído hablar de él, porque mi papá era miembro de la Acción Católica. Es un joven como ustedes, que dio testimonio con la vida de la alegría del Evangelio. Los invito a conocerlo y a imitar su coherencia y su valentía, su alegría. ¡Buen camino a todos y buen trabajo! Gracias por su visita. Los bendigo de corazón y, por favor, no se olviden de orar por mí. Gracias.

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