NO MÁS TIEMPO PARA LA INDIFERENCIA CLIMÁTICA: MENSAJE DEL PAPA A LA COP29 EN BAKÚ (13/11/2024)

El Cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin, en Bakú (Azerbaiyán) para la Cumbre sobre el Clima COP29, leyó el mensaje del Papa Francisco ante los más de 50,000 participantes. Es una cuestión de «justicia», no de «generosidad»: los países ricos, conscientes de tantas graves decisiones del pasado, deberían comprometerse «a perdonar las deudas de los países que nunca podrán pagarlas», dice el texto del mensaje cuyo texto completo publicamos a continuación, traducido del inglés:

Señor Presidente, distinguidos jefes de Estado y de gobierno, damas y caballeros:

En nombre del Papa Francisco, les extiendo cordiales saludos a todos ustedes y deseo asegurarles su cercanía, apoyo y ánimo para que la COP29 pueda tener éxito en demostrar que hay una comunidad internacional lista para mirar más allá de visiones particulares y colocar en el centro el bien de la humanidad y nuestra casa común, que Dios encomendó a nuestro cuidado y responsabilidad.

Los datos científicos a nuestro alcance no permiten más demora y hacen claro que la preservación de la creación es uno de los asuntos más urgentes de nuestro tiempo. Debemos también reconocer que está relacionada muy de cerca con la preservación de la paz.

La COP29 ocurre en un contexto condicionado por una desilusión creciente respecto a las instituciones multilaterales y tendencias peligrosas a construir muros. El egoísmo – individual, nacional y de grupos de poder – alimenta un clima de desconfianza y división que no responde a las necesidades de un mundo independiente en que debemos actuar y vivir como miembros de una familia que habita la misma aldea global interconectada [1].

«Mientras que la sociedad se vuelve más globalizada, nos hace vecinos, pero no nos hace hermanos» [2]. El desarrollo económico no ha reducido la desigualdad. Por el contrario, ha favorecido la priorización de la ganancia y los intereses especiales a expensas de la protección de los más débiles y ha contribuido al empeoramiento progresivo de los problemas medioambientales.

Para revertir la tendencia y crear una cultura de respeto por la vida y la dignidad de la persona humana es necesario entender que las consecuencias dañinas de estilos de vida afectan a todos y que debemos construir el futuro juntos, «para asegurar que las soluciones se propongan desde una perspectiva global, y no simplemente para defender los intereses de unos cuantos países» [3].

Que el principio de “responsabilidades comunes pero diferenciadas y capacidades respectivas” [4] guie e inspire el trabajo de estas semanas. Que las responsabilidades históricas y actuales se conviertan en compromisos concretos y con miras al futuro, para que una Nueva Meta Colectiva Cuantificada en Finanzas Climáticas, entre aquello más urgente en esta Conferencia, pueda surgir de estas semanas de trabajo.

Deben realizarse esfuerzos para encontrar soluciones que no afecten el desarrollo y capacidad adaptativa de muchos países que ya están agobiados por una deuda económica apabullante. Al discutir finanzas climáticas, es importante recordar que la deuda ecológica y la deuda externa son dos caras de la misma moneda, hipotecando el futuro.

Bajo esta perspectiva, quisiera reiterar el llamado que el Papa Francisco hizo en vista del Jubileo Ordinario del año 2025, pidiendo a las naciones más ricas «que reconozcan la gravedad de muchas de sus decisiones pasadas y determinen condonar las deudas de países que nunca serán capaces de pagarlas. Más que una cuestión de generosidad es un asunto de justicia. Se hace aún más grave hoy por una nueva forma de injusticia que reconocemos de forma creciente, es decir, que existe “una verdadera deuda ecológica, particularmente entre el Norte y el Sur globales, vinculada con desigualdades comerciales con efectos en el medio ambiente y el uso desproporcionado de recursos naturales por ciertos países durante largos períodos de tiempo”» [5].

De hecho, es esencial buscar una nueva arquitectura financiera internacional que esté centrada en el hombre [6], atrevida, creativa y basada en los principios de equidad, justicia y solidaridad. Una nueva arquitectura financiera internacional que pueda realmente asegurar para todos los países, especialmente los más pobres y los más vulnerables a desastres climáticos, vías de desarrollo tanto bajas en emisiones de carbono como de alto intercambio, que permitan a todos alcanzar todo su potencial y ver respetada su dignidad. Tenemos los recursos humanos y tecnológicos para revertir el curso y buscar el círculo virtuoso de un desarrollo integral que sea verdaderamente humano e inclusivo [7]. Trabajemos juntos para asegurar que la COP29 también fortalezca la voluntad política para dirigir estos recursos a la noble meta de bien común de la humanidad hoy y mañana. Tenemos que recuperar nuestra esperanza en la capacidad de la humanidad de que «siempre hay una salida, de que siempre podemos redirigir nuestros pasos, de que siempre podemos hacer algo para solucionar nuestros problemas» [8]. Nuestra «esperanza [es] que la humanidad en los albores del siglo XXI será recordada por haber asumido generosamente sus graves responsabilidades» [9].

Reitero la dedicación y el apoyo de la Santa Sede en esta tarea, especialmente en el campo de la educación ecológica integral y en crear consciencia del asunto medioambiental como «un problema social y humano de un gran número de niveles» [10] que requiere sobre todo un compromiso claro, en el que la responsabilidad, al adquisición de conocimiento y la participación de cada persona es fundamental.

No podemos “pasar de largo y mirar hacia otro lado” [11]. La indiferencia es cómplice de la injusticia. Apelo, por tanto, a que, con el bien común en mente, podemos desenmascarar los mecanismos de autojustificación que tan a menudo nos paralizan: ¿qué puedo hacer? ¿Cómo puedo contribuir?

Ya no hay tiempo para la indiferencia. No podemos lavarnos las manos, con la distancia, con la falta de cuidado, con el desinterés. Este es el verdadero desafío de nuestro siglo.

Para cada acuerdo ambicioso, para cada iniciativa y proceso dirigidos a un desarrollo verdaderamente inclusivo, les aseguro mi apoyo y el del Santo Padre, para brindar un servicio efectivo a la humanidad, de manera que todos tomemos responsabilidad en salvaguardar no sólo nuestro futuro, sino el de todos.

Gracias.


[1] cf. Papa Francisco, Audiencia General, 2 de septiembre 2020.

[2] Benedicto XVI, Carta Enc. Caritas in veritate, 29 de junio 2009, n. 19.

[3] Papa Francisco, Carta Enc. Laudato si’, 24 de mayo 2015, n. 164.

[4] Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, Art. 3.1 y Art. 4.1; Acuerdo de París, Art. 2.2.

[5] Papa Francisco, Spes non confundit, 9 de mayo 2024, n.16, citando la Carta Enc. Laudato si’, 24 de mayo 2015, n. 51.

[6] cf. San Pablo VI, Carta Enc. Populorum progressio, 26 de marzo 1967, n.14.

[7] cf. ibid.

[8] Papa Francisco, Carta Enc. Laudato si’, 24 de mayo 2015, n. 61.

[9] ibid., n. 165.

[10] Papa Francisco, Exhort. Ap. Laudate Deum, 4 de octubre 2023, n. 58.

[11] cf. Papa Francisco, Carta Enc. Fratelli tutti, 3 de octubre 2020, n. 75.

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