SAN BERNARDO PROMOVIÓ UN PROGRAMA DE CARIDAD INTEGRAL Y DE PAZ: PALABRAS DEL PAPA A PEREGRINOS DE AOSTA Y CANÓNIGOS DE SAN BERNARDO (11/11/2024)

Este 11 de noviembre, el Santo Padre Francisco recibió en audiencia, en la Sala Clementina, a los miembros de las delegaciones de la Diócesis de Aosta (Italia) y de la Congregación de Canónigos del Gran San Bernardo. “El anuncio, la acogida y la promoción de la paz”, fueron los tres rasgos fundamentales de San Bernardo de Aosta que el Santo Padre les propuso al final del Año Jubilar dedicado al centenario de la proclamación de San Bernardo como patrón de los alpinistas, de los viajeros y de los habitantes de los Alpes, como también por el noveno centenario de su canonización y primer milenio de su nacimiento. Publicamos a continuación el texto de su mensaje, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, ¡bienvenidos!

Saludo al Obispo de Aosta, al Preboste del Gran San Bernardo, a las distinguidas autoridades civiles y religiosas presentes y a todos ustedes.

Me alegra encontrarme con ustedes al final del Año Jubilar dedicado al centenario de la proclamación de San Bernardo de Aosta como Patrono de los alpinistas, los viajeros y habitantes de los Alpes (cf. Pío XI, Carta Quod Sancti, 20 de agosto de 1923), así como al noveno centenario de su canonización y al primer milenio de su nacimiento.

Punto de apoyo de los diversos momentos que acompañaron este tiempo de celebración fue, entonces, la figura de este santo alpino, sobre el que también nosotros nos detenemos un momento para reflexionar. Podríamos resumir algunos rasgos fundamentales de su obra haciendo referencia a tres ámbitos de acción a los que la Providencia lo llamó, muy actuales también en nuestros días, es decir el anuncio, la acogida y la promoción de la paz.

Antes que nada, el anuncio. Bernardo, Arquidiácono de la Diócesis de Aosta, era un predicador capaz de conmover incluso a los corazones más endurecidos, abriéndolos al don de la fe y a la conversión. Era capaz de hacer del anuncio «una intensa y feliz experiencia del Espíritu» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 135), y a dicha misión se dedicó con celo hasta su muerte, ocurrida en 1081 en Novara, donde se encontraba predicando.

Segundo: la acogida. La aventura caritativa que le haría famoso está, sin embargo, ligada a otra misión que se le confió por la obediencia: la de hacerse cargo de los peregrinos y viajeros que atravesaban los pasos alpinos cercanos al Mont Blanc – pasos que aún hoy llevan su nombre – para llegar a Italia desde Francia y Suiza y viceversa, en un camino de viajes internacionales. El viaje era duro e implicaba el riesgo de perderse, ser asaltado y morir en los hielos. Para cuidar a estas personas, Bernardo fundó los dos conocidos Hospicios, reuniendo a su alrededor a su comunidad de canónigos, que aún hoy se dedican a este servicio, fieles al lema: Hic Christus adoratur et pascitur, “Aquí Cristo es adorado y alimentado”. Es un programa de caridad integral, material y espiritual, que tiene al centro a la Eucaristía, y que de la oración se traduce en la acogida de todo aquel que llama a la puerta. Un verdadero modelo también para nuestros días: acoger y cuidar a quien sea que pida ayuda, en cuerpo y espíritu, sin distinciones y sin cerrazones.

Anuncio, acogida y, tercer punto, constructor de paz. Bernardo constructor de paz. El episodio emblemático, al respecto, es su viaje a Pavía, ya enfermo, para intentar convencer al Emperador Enrique IV de que desistiera de su propósito de hacer la guerra al Papa Gregorio VII. Fue un viaje que le costó la vida. De hecho, moriría poco tiempo después de su regreso. Como sabemos, su intento no tuvo éxito. Sin embargo, esto lo hace aún más noble a nuestros ojos, porque nos lo muestra comprometido en una empresa delicada e incierta, más allá de cualquier garantía de éxito. Promover la paz, sin desanimarse, incluso ante el fracaso. Y ¡cuánto se necesita incluso ahora esta valentía!

Muy queridos todos, ya que algunos de ustedes son guías alpinos y maestros de esquí, quisiera concluir recordando a su Santo Patrono a través de dos símbolos de la montaña: el piolet y la cordada. El piolet de San Bernardo era la Palabra de Dios, con la que supo hacer mella incluso en las almas más frías y endurecidas; su cordada era la comunidad, con la que caminó – y ayudó a otros a caminar– incluso por senderos arriesgados, para alcanzar su meta. Deseo que todos recorran caminos hermosos como el suyo, entre las altas montañas, pero sobre todo que caminen dentro del corazón. ¿Tenemos la valentía de caminar dentro del corazón para saber lo que siente el corazón, lo que dice el corazón? Los bendigo a ustedes y al pueblo del Valle de Aosta, y les pido por favor que oren por mí. Gracias.

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