QUE LAS BIBLIOTECAS SEAN LUGARES DE PAZ: PALABRAS DEL PAPA A PARTICIPANTES EN ENCUENTRO DE BIBLIOTECAS (16/11/2024)

El Papa Francisco se reunió en la Sala Clementina este 16 de noviembre, con representantes de las principales Bibliotecas en el mundo, llegados a Roma para participar en un encuentro internacional promovido por la Biblioteca Apostólica Vaticana titulado: «Conservata et perlecta aliis tradere. Bibliotecas en diálogo». El Pontífice subrayó que muchas instituciones culturales, como ya ha sucedido en el pasado, «se encuentran indefensas ante la violencia de las guerras y de la depredación» y los animó «a seguir trabajando para que sus instituciones sean lugares de paz, oasis de encuentro y libre discusión». Publicamos a continuación, el texto de su intervención, traducido del italiano:

Su Excelencia Mons. Zani, Excelencias, señoras y señores, queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos:

Me alegra mucho este encuentro, que expresa la apertura al mundo de la Biblioteca Apostólica Vaticana. Una apertura que pedí expresamente a Mons. Zani cuando lo llamé a este servicio; le dije: “¡Ve y abre!”. Saludo a los directivos y benefactores, que contribuyen generosamente a las necesidades de esta Institución. Y con reconocimiento saludos los representantes de 23 renombrados bibliotecas de todo el mundo, que han participado en el encuentro Conservata et perlecta aliis tradere. Bibliotecas en diálogo. La biblioteca vaticana ha querido dialogar con instituciones amigas y afines sobre algunos puntos nodales, iniciando mesas de estudio que espero puedan continuar en el signo del enriquecimiento recíproco.

Dicho diálogo, conducido en la concreción sobre temas muy definidos, ayudará a todos a desarrollar de la mejor manera, en el tiempo nuevo que estamos viviendo las potencialidades formativas y culturales de sus Bibliotecas. Éstas, de hecho, están llamados a transmitir el patrimonio del pasado según modalidades significativas para las nuevas generaciones, que viven inmersos en una cultura líquida, y por ello necesitan ambientes sólidos, formativos, acogedores, inclusivos para poder elaborar nuevas síntesis, Capaces de captar el presente y mirar con esperanza hacia el futuro. Una misión, la suya, realmente emocionante.

Al respecto quisiera proponerles, como figura de referencia, la del Papa Pío XI, Achille Ratti, a quien algunos estudiosos llaman “el Papa bibliotecario” pero que también era un alpinista. En efecto, él estuvo a la guía primero de la Veneranda Biblioteca Ambrosiana de Milán y después de la Biblioteca Apostólica Vaticana. Hombre activo, concreto, curioso por los campos de la ciencia y los medios de comunicación masiva, promovió la importancia de las bibliotecas en un momento histórico extremadamente difícil, entre las dos guerras mundiales. Mientras la cultura europea degeneraba en ideologías opuestas entre sí, el Papa dotó a la Biblioteca Vaticana de nuevos espacios; favoreció catalogaciones sistemáticas; abrió una escuela práctica para bibliotecarios. Proyectada por él, la Biblioteca se convirtió en lugar seguro para muchos estudiosos, incluso para aquellos perseguidos por regímenes totalitarios, a los que el Papa se opuso siempre firmemente. Era una época de regímenes totalitarios.

Pío XI nos hace reflexionar por el ingenio, la valentía y la concreción de la obra que realizó. Hoy, de hecho, estamos frente a desafíos culturales y sociales igualmente decisivos, que hay que afrontar con la necesaria actualización.

La tecnología, en efecto, ha cambiado notablemente el trabajo de los bibliotecarios, haciéndolo más variado y veloz. Los medios de comunicación y los recursos informáticos han abierto caminos impensables hace pocos años. Los sistemas de estudio, de catalogación y uso de los recursos bibliotecarios se han multiplicado. Todo ello implica muchos beneficios, junto con algunos riesgos: los grandes depósitos de datos son minas riquísimas, pero difícilmente controlables en su calidad.

Los elevados costos de gestión de las colecciones en papel, especialmente en las antiguas, así que solo pocos países en el mundo puedan ofrecer ciertos servicios de consulta y búsqueda. Las naciones más débiles resultan así expuestas, más que a la pobreza material, también a las intelectual y cultural. El peor riesgo es que la Guerra Mundial a pedazos que estamos viviendo ralentice los progresos de los que ustedes son testigos; el riesgo de que armas muy costosas roben a la cultura los medios necesarios para difundirse; que los conflictos impidan a los estudiantes aprender e investigar, destruyendo escuelas, universidades y proyectos educativos. ¡La guerra destruye todo!

Muchas instituciones culturales se encuentran así indefensas ante la violencia de la guerra y la depredación. ¡Cuántas veces ya ha sucedido en el pasado! Esforcémonos para que no suceda más: al choque de civilizaciones, al colonialismo ideológico y a la cancelación de la memoria respondamos con el cuidado de la cultura. Sería grave que, además de las muchas barreras entre los Estados, se alzaran también muros virtuales. Al respecto, ustedes los bibliotecarios tienen un papel importante, más allá de la defensa del patrimonio histórico, también para la promoción del conocimiento. Los animo a seguir trabajando para que sus instituciones sean lugares de paz, oasis de encuentro y de libre discusión.

Para apoyar este esfuerzo, quiero encomendarles cuatro criterios que propuse en la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium (cf nn. 222-237).

El primer criterio: que el tiempo sea superior al espacio. Ustedes custodian yacimientos inmensos del saber: que puedan convertirse en lugares en los que se dé el tiempo para reflexionar, abriéndose a las dimensiones espiritual y trascendente. Y que así puedan favorecer estudios a largo plazo, sin la obsesión por los resultados inmediatos, favoreciendo en el silencio y la meditación el crecimiento de un nuevo humanismo.

Segundo criterio: que la unidad prevalezca sobre el conflicto. La investigación académica suscita inevitablemente momentos de controversia, que se desarrollan dentro de un debate serio, para no llegar a la prevaricación. Las bibliotecas deben estar abiertas a todos los ámbitos de conocimiento, dando testimonio de una comunión de intenciones entre diferentes perspectivas.

Tercer criterio: que la realidad sea más importante que la idea. Es bueno que la concreción de las decisiones y la atención hacia la realidad crezcan en estrecho contacto con el enfoque crítico y especulativo, para evitar cualquier falsa oposición entre pensamiento y experiencia, entre hechos y principios, entre praxis y teoría. Existe una primacía de la realidad que la reflexión siempre debe honrar, si quiere buscar sinceramente la verdad.

Y cuarto criterio: que el todo sea superior a la parte. Estamos llamados a armonizar la tensión entre local y global, recordando que nadie es un individuo aislado, sino que cada uno es una persona que vive de vínculos y redes sociales, en las cuales hay que participar con responsabilidad.

Repito los cuatro criterios: el tiempo es superior al espacio; que la unidad prevalezca sobre el conflicto; la realidad es superior a la idea; el todo es superior a la parte. No olvidemos estos cuatro criterios.

Muy queridos todos, no teman a la complejidad del mundo en la que estamos llamados a trabajar. Que todo lo que han compartido pueda ayudar a hacer crecer, en sus Bibliotecas, a los sabios “escribas” alabados por el Señor, que saben sacar de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas, para el bien de todos (cf. Mt 13, 52). Ahora les daré la bendición en silencio a todos ustedes. Y les pido por favor orar por mí. Y no pierdan el sentido del humor. Gracias.

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