CERCANÍA CON LOS QUE SUFREN, CON UN GESTO GRATUITO O UNA MIRADA SINCERA: PALABRAS DEL PAPA A VOLUNTARIOS Y PERSONAS SIN HOGAR DE VIENA (08/11/2024)
“Somos hermanos y hermanas, somos hijos de un único Padre, esto nos une a todos”: así lo dijo el Papa Francisco a los voluntarios y sin techo del grupo Begegnung im Zentrum, llegados de Viena para encontrarse con él y recibidos en audiencia en la Sala de los Papas del Palacio Apostólico ese 8 de noviembre. Un grupo de personas de varias nacionalidades y diferentes confesiones religiosas que se unen para ayudarse mutuamente y compartir “lo que cada uno puede ofrecer”, a quienes recordó que la ayuda es también “una simple sonrisa, un gesto de amistad, una mirada fraterna, una escucha sincera, un servicio gratuito”. Compartimos a continuación, el texto de su breve mensaje, traducido del italiano:
Guten Morgen! (¡Buenos días!)
Gracias por venir. Habitualmente se reúnen en el Palacio Arzobispal de Viena – les ruego que transmitan mis saludos al Cardenal Schönborn –, hoy me alegra darles la bienvenida aquí.
Provienen de países muy diferentes, pertenecen a distintas confesiones religiosas y cada uno de ustedes ha tenido sus propias experiencias de vida, a veces también graves vicisitudes. Pero una cosa nos une a todos: somos hermanos y hermanas, somos hijos de un único Padre. Esto nos une a todos. Y me da mucho gusto que esta realidad se haga concreta en su comunidad cuando se ayudan uno al otro y, en sus reuniones, comparten lo que cada uno puede ofrecer. De hecho, no es verdad que unos dan y otros sólo reciben: todos somos dadores y receptores, todos necesitamos unos de otros y estamos llamados a enriquecernos mutuamente. Y recordemos que esto no ocurre sólo a través de los dones materiales, sino también a través de «una simple sonrisa, un gesto de amistad, una mirada fraterna, una escucha sincera, un servicio gratuito» (Spes non confundit. Bula de Indicción del Jubileo 2025, 18).
Entonces, en ese momento, hacemos lo que el Señor nos dijo que hiciéramos, es decir, amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado. Demos gracias a Dios por el don de su amor, que nos llega también a través de las buenas personas que nos rodean. El Señor nos ama más allá de todas las limitaciones y dificultades. Cada uno de nosotros es único a sus ojos y Él nunca se olvida de nosotros. Busquemos siempre, como hermanos y hermanas, hacer de nuestra vida un don para los demás.
Gracias nuevamente por este encuentro y por todo lo que hacen juntos. Pido por ustedes, los bendigo.
Y ahora, oremos todos juntos, en silencio, un minuto....
Gott segne uns alle (Que Dios nos bendiga a todos).
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