SEAN SIGNOS TANGIBLES DE ESPERANZA: CARTA DEL PAPA A LA IGLESIA DE ROMA POR EL JUBILEO 2025 (15/11/2024)

Un gesto “valiente” pero sobre todo de “amor” es el que el Papa Francisco pide para el próximo Jubileo 2025 en su carta publicada este 15 de noviembre a todas las realidades eclesiales de la Diócesis de Roma, propietarias de bienes inmuebles.

El Santo Padre les pide ofrecer sus espacios disponibles, “sobre todo a quienes poseen instalaciones habitacionales o departamentos libres”, para acoger a personas en dificultad, de manera que se “detenga la emergencia habitacional” y “se genere esperanza” para los miles de habitantes de la capital italiana que “se encuentran en condiciones de inseguridad habitacional”. Transcribimos a continuación el texto de su carta, fechada el pasado 12 de noviembre, traducido del italiano:

A los Superiores de las Órdenes Religiosas, a los representantes legales de las entidades eclesiásticas, a los párrocos, al clero:

San Juan de Letrán, 8 de noviembre 2024

Muy queridos todos:

La Iglesia se prepara para celebrar el Jubileo Ordinario del Año 2025 que estará dedicado a la esperanza. En la Bula de indicción del Jubileo invoqué la esperanza para todos y pedí a todos que sean «signos tangibles de esperanza para muchos hermanos y hermanas que viven en condiciones problemáticas» (n. 10). La esperanza, de hecho, nace del amor y de sentirse amados. Es el amor de Dios el que genera esperanza y el amor de Dios pasa a través de nuestro amor, como afirmaba el Beato Don Pino Puglisi: “Dios siempre ama a través de alguien”.

La Iglesia de Roma, a través de las parroquias, las comunidades religiosas, las asociaciones, los movimientos eclesiales y las familias, hace mucho para transmitir el amor de Dios, a través de gestos concretos de caridad (a menudo en el silencio), y para generar esperanza en la vida de las personas: a cada uno le renuevo mi profundo agradecimiento.

Así el bien común, en la base del pensamiento social de la Iglesia, resume en sí mismo todas las condiciones que garantizan la dignidad humana que, como muchas veces he aclarado, se hace concreta en tres derechos inviolables: la tierra, la casa y el trabajo.

En vista del Jubileo he pedido a mi Diócesis que dé un signo tangible de atención a las problemáticas habitacionales para que, junto con la acogida dirigida a todos los peregrinos que acudirán, se activen formas de protección para aquellos que no tienen una casa o que corren el riesgo de perderla. En esta perspectiva, deseo que todas las realidades diocesanas propietarias de bienes inmuebles ofrezcan su contribución para detener la emergencia habitacional con signos de caridad y de solidaridad para generar esperanza en las miles de personas que en la ciudad de Roma se encuentran en condiciones de inseguridad habitacional.

Las instituciones y las administraciones a distintos niveles, junto con las asociaciones y movimientos populares, se están organizando para fortalecer la respuesta de acogida y solidaridad para estos hermanos y hermanas, trabajando en colaboración entre instituciones y sociedad civil, y la Iglesia está llamada a contribuir.

Por este motivo pido a todas las realidades eclesiales que lleven a cabo un valiente gesto de amor por el prójimo ofreciendo los espacios que tienen a disposición, sobre todo quienes poseen instalaciones habitacionales o departamentos libres. Las personas que haya que acoger serán seguidas por las instituciones y servicios sociales, mientras que las asociaciones y movimientos populares proveerán los servicios a la persona, las actividades de cuidado y los bienes relacionados que contribuyen de manera fundamental para dar una acogida digna y construir fraternidad.

Quienes de ustedes estén disponibles para responder a esta llamada podrán referirse al Vicario General de la Diócesis de Roma, el Card. Baldassare Reina.

Les agradezco por su generosidad y por todo lo que ya hacen para transmitir el amor de Dios y generar esperanza en la vida de todos y, en particular, de quienes tienen más necesidad.

De corazón los bendigo, pidiéndoles que oren por mí.

Fraternalmente

FRANCISCO

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