DEMOS UN ROSTRO A LOS MIGRANTES, VÍCTIMAS DE TORTURAS Y TRAFICANTES: PALABRAS DEL PAPA A LOS ORGANIZADORES DEL GIAVERA FESTIVAL (27/11/2021)
Queridos hermanos y hermanas:
Les agradezco por haberme hecho conocer la experiencia de su Festival, también a través de las palabras de don Bruno, a quien agradezco de corazón, pero sobre todo con su presencia, con sus rostros. ¡Bienvenidos!
Me ha llamado la atención leer la lista de las asociaciones y grupos de migrantes que participan en esta iniciativa y la llevan adelante: se ve que esa casa de la que hablaba don Bruno, su casa de acogida, es una casa con muchas ventanas abiertas al mundo. Y de esta manera el Festival Giavera Se ha convertido en una encrucijada, un lugar de encuentro, de diálogo, de conocimiento recíproco. Y también un lugar donde compartir la esperanza, el sueño de un mundo más fraterno.
Es hermoso y muy significativo que su Festival haya nacido y renazca siempre desde una experiencia de convivencia. No nace en una mesa, con base en un proyecto ideológico, sino de días, meses, años de compartir con los migrantes. Con sus historias, con sus problemas, y sobre todo con su bagaje de humanidad, de cultura, de fe...
Y después – esto sí – su iniciativa nace de la voluntad de hacer conocer la experiencia vivida, de hacerla circular en el tejido social, para contribuir y difundir una cultura de acogida. Cultura de la acogida contra la cultura del descarte. ¡Se necesita tanto! porque la realidad de las migraciones en nuestro tiempo ha asumido características que a veces pueden asustar. Objetivamente el fenómeno es muy complejo, y desafortunadamente hay grupos criminales que se aprovechan de ello; los migrantes se arriesgan a ser instrumentalizados incluso en conflictos geopolíticos. Entonces dejan de ser personas y se convierten en números. Por tanto se necesita más que nunca lugares en que se pongan al centro los rostros, las historias, los cantos, las oraciones, el arte de los migrantes.
Esta mañana recibí al primer ministro de Albania y me decía que la primera Constitución en Albania – surgida hace 100 años – decía que a quien toca a tu puerta debes abrirle, porque es Dios. Y de ahí surge, la humanidad que tienen los albaneses al recibir a los migrantes. Este pensamiento me ha tocado: quien toca a tu puerta es Dios. Abre les y deja tu lugar para ellos.
Esta manera de ver la realidad de las migraciones no quiere decir esconder o ignorar las dificultades y los problemas. ¿Quién mejor que ustedes las conoce y puede dar testimonio de ellas? Y entonces es importante que sus experiencias sean también medios a disposición de la buena política, para ayudar a quien tiene responsabilidades de Gobierno a nivel local, nacional e internacional a tomar decisiones que sepan siempre unir el sano realismo con el respeto a la dignidad de las personas. Vi uno de los cuadros que trajeron, sobre las torturas que sufren los migrantes cuando los traficantes los atrapan. Y esto sucede hoy. ¡No podemos cerrar los ojos! La dignidad de las personas. Por ello su Festival, como otras iniciativas similares en Italia y en distintos países, no se reduce a manifestaciones folklóricas o a una reunión de idealistas. No, lo digo también como un impulso a la reflexión y la verificación para ustedes mismos. Podemos preguntarnos, después de 30 años: ¿nuestra experiencia ha logrado, en cierta medida, incidir en el plano de las decisiones políticas, dialogando con las instituciones y con la sociedad civil? Me parece importante en sí misma esta pregunta.
Queridos amigos, agradezco sobre todo con ustedes al Señor por el camino que les ha permitido realizar en estos años a través de la experiencia del Festival. Les deseo que sigan adelante con espíritu siempre renovado. Les propongo tomar como modelo a Abraham, a quien Dios llamó a partir y que permaneció siempre como migrante toda su vida. Abraham es “un padre” que como cristianos compartimos con los judíos y los musulmanes, pero es una figura en la que pueden reconocerse todos los hombres y mujeres que conciben la vida como viaje en búsqueda de la tierra prometida, tierra de libertad y de paz, donde vivir juntos como hermanos.
Gracias por su visita. Que el Señor los bendiga y la Virgen los proteja. Y por favor, no se olviden de orar por mí. Gracias.
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