TODOS SOMOS PEREGRINOS DE LA ESPERANZA: PALABRAS DEL PAPA A LA FEDERACIÓN LUTERANA MUNDIAL (20/06/2024)

La esperanza es el hilo que tejió el discurso del Papa Francisco, dirigido la mañana de este 20 de junio, a la delegación de la Federación Luterana Mundial (FLM), recibida en audiencia en la Biblioteca del Palacio Apostólico. Encabezaban el grupo el nuevo presidente, el Obispo Henrik Stubkjær, elegido en 2023, y la Secretaria General, la Rvda. Anne Burghardt. Recientemente, del 13 al 18 de junio, la FLM celebró su Consejo en Chavannes, a las afueras de Ginebra (Suiza), sobre el tema “Abunden en la esperanza”, tomado de un pasaje del apóstol Pablo (Rom 15, 13). Transcribimos a continuación, el texto de su discurso, traducido del italiano:

¡Queridas hermanas, queridos hermanos!

«Que el Dios de la esperanza los colme de gozo y paz en el camino de la fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo.» (Rom 15, 13).

Extiendo mi bienvenida a todos ustedes, delegados regionales de la Federación Luterana Mundial. En particular, agradezco por sus amables palabras y el obsequio que me ha ofrecido al nuevo Presidente, el Obispo Henrik Stubkjær; saludo también a la Rvda. Anne Burghardt, que desde hace varios años desempeña el cargo de Secretaria General.

Les agradezco esta visita, que considero un importante gesto de fraternidad ecuménica. Por eso, en mi saludo inicial, elegí las palabras del apóstol Pablo, tomadas de la Carta a los Romanos, palabras que acompañaron sus recientes consultas. Que el “Dios de la esperanza” ahora bendiga también nuestro encuentro. En efecto, todos somos peregrinos de la esperanza, como dice también el lema del Año Santo 2025.

Hace ya tres años, cuando otra delegación de la Federación Luterana Mundial vino a Roma, reflexionamos juntos sobre el inminente aniversario del Primer Concilio de Nicea como acontecimiento ecuménico. Y el año pasado, con ocasión de la Asamblea General de su Federación en Cracovia, usted, Rvda. Burghardt, junto con mi querido hermano el Cardenal Koch, en una Declaración Conjunta subrayó que «el antiguo credo cristiano de Nicea, del cual celebraremos el 1700º aniversario en 2025, crea un vínculo ecuménico que tiene su centro en Cristo» (19 de septiembre 2023). En tal contexto, usted justamente recordó un hermoso signo de esperanza, que tiene un lugar especial en la historia de la reconciliación entre católicos y luteranos. En efecto, ya antes del final del Concilio Vaticano II, los cristianos católicos y luteranos de los Estados Unidos de América, en Baltimore dieron juntos este testimonio: «El credo según el cual nuestro Señor Jesucristo es el Hijo, Dios de Dios, sigue asegurándonos que estamos verdaderamente redimidos; porque sólo aquel que es Dios puede redimirnos» (The Status of the Nicene Creed as Dogma of the Church, 7 julio 1965).

Jesucristo es el corazón del ecumenismo. Él es la misericordia divina encarnada, y nuestra misión ecuménica es dar testimonio de ello. En la “Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación”, luteranos y católicos formularon como objetivo común el de «confesar en todo a Cristo, el único en quien poner de nuevo toda confianza, ya que Él es el único mediador (cf. 1 Tim 2, 5-6) a través del cual Dios en el Espíritu Santo hace donación de sí mismo y derrama sus dones que lo renuevan todo» (n. 18).

Queridas hermanas y queridos hermanos, han pasado 25 años desde la firma de aquella Declaración oficial conjunta. Lo que ocurrió el 31 de octubre de 1999 en Augusta es otro signo de esperanza en nuestra historia de reconciliación. Conservémoslo en la memoria como algo siempre vivo.  Que el 25º aniversario se celebre en nuestras comunidades como una fiesta de la esperanza. Recordemos que nuestro común origen espiritual es «un solo bautismo para el perdón de los pecados» (Credo de Nicea-Constantinopla) y sigamos con confianza como “peregrinos de la esperanza”. Que el Dios de la esperanza esté con nosotros y siga acompañando con su bendición nuestro diálogo de verdad y caridad.

En este camino del ecumenismo, me viene a la memoria un hermoso hecho del Obispo Zizioulas. Este Obispo ortodoxo, pionero del ecumenismo, decía que conocía la fecha de la unión de los cristianos: ¡el día del juicio final! Pero mientras tanto, decía, debemos caminar juntos: caminar juntos, orar juntos y hacer caridad juntos, en camino hacia ese día “hiper-ecuménico” que será el Juicio Final. Así lo decía. ¡Zizioulas tenía un lindo sentido del humor!

Les agradezco una vez más de corazón por su visita; y quisiera ahora invitarlos a decir juntos el Padre Nuestro, cada uno en su propio idioma. Gracias.

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