EL DINERO DEBE SERVIR Y NO GOBERNAR: PALABRAS DEL PAPA A LA FUNDACIÓN CENTESIMUS ANNUS PRO PONTIFICE (03/06/2024)

Este 3 de junio el Papa Francisco recibió, en la Sala del Consistorio, a los participantes en los «Diálogos para una finanza integralmente sostenible», promovidos por la Fundación Centesimus Annus Pro Pontifice en colaboración con Prospera-Progetto Speranza. El Santo Padre subrayó la importancia de un «cambio de paradigma» para salir de la lógica tecnocrática y hacer decrecer la iniquidad. Transcribimos a continuación el texto de su intervención, traducido del italiano:

Queridos amigos, buenos días:

Saludo a la Presidente, a los miembros de la Fundación Centesimus Annus y a cuantos participan en los “Diálogos” que ésta ha promovido en colaboración con Prospera-Progetto Speranza.

Leí con interés los resultados del trabajo que desarrollaron en estos dos años, para iniciar un diálogo entre finanzas, humanismo y religión: no es fácil. Escogieron iniciar estos “Diálogos” con exponentes del sistema financiero italiano. Un economista me dijo una vez: el diálogo entre economía y filosofía, religión y humanismo es posible. El diálogo entre las finanzas, la teología y el humanismo, en cambio, es muy difícil. ¡Esto es curioso! Un sistema, el financiero italiano, que tiene sobre sus hombros una historia antigua, en la cual, por ejemplo, los “Montes de Piedad” fueron un gran impulso para los pobres sin caer en lógicas asistencialistas y favorecieron préstamos para permitir a las personas poder trabajar y, a través de su propia actividad, encontrar la justa dignidad. En efecto, «ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre un remedio provisional para hacer frente a las emergencias. El verdadero objetivo debería ser permitirles una vida digna a través del trabajo» (Carta enc. Laudato si’, 128).

Me llamó la atención también el objetivo primario que se han propuesto, es decir el de razonar junto con las altas cumbres del mundo financiero sobre la posibilidad de que el compromiso por hacer bien y el de hacer el bien puedan ir de la mano. En otras palabras, se han impuesto una tarea noble: conjugar la eficacia y la eficiencia con la sustentabilidad integral, la inclusión y la ética. Ustedes dicen justamente que su convencimiento es que el magisterio social de la Iglesia puede representar una brújula. Para que esto ocurra efectivamente, es necesario no detenerse en el momento de las exhortaciones, sino ser capaces de mirar el funcionamiento de las finanzas, para denunciar los puntos débiles e imaginar soluciones concretas.

Quisiera dar un ejemplo. En el llamado Siglo de Oro – el siglo XVI – en España el comercio de la lana era un mercado floreciente que movía grandes capitales económicos. Los teólogos españoles de aquel tiempo se pusieron a disertar sobre ese tipo de comercio y proporcionaron valoraciones éticas que se transformaron con el cambio del contexto histórico. De hecho, la guerra en Flandes hizo que quienes trabajaban directamente en la cría y en la esquila ya no recibirán un pago adecuado a su trabajo, y entonces denunciaron a ese sistema financiero mostrando sus puntos débiles y pidiendo una mayor equidad. Los teólogos españoles pudieron intervenir porque conocían ese proceso de trabajo y entonces no se limitaron a decir: “hay que buscar el bien común”, sino que explicaron lo que no estaba bien y pidieron acciones precisas de cambio para el bien común, por supuesto.

Ustedes conocen los procesos financieros y esa es su gran cualidad, pero al mismo tiempo es también una gran responsabilidad. A ustedes les corresponde entender cómo hacer que la iniquidad disminuya: lo repito, que la iniquidad disminuya. Porque «una reforma financiera que no ignore a la ética requeriría un vigoroso cambio de actitud por parte de los dirigentes políticos […]. ¡El dinero debe servir y no gobernar!» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 58). Escuché una vez a un crítico político que decía: “En este país se gobierna desde los bolsillos”: ¡es terrible!

Ustedes han trabajado en tres planos: el pensamiento, la concreción y la valoración del bien. Estoy de acuerdo en que es necesario nunca perder de vista la concreción, porque está en juego el destino de los más pobres, de las personas a las que les cuesta trabajo encontrar los medios para una vida digna.

El trabajo que hicieron en Milán es alentador y quizás sería bueno extenderlo también a otros centros financieros, promoviendo un modelo de Diálogo que se difunde y genera un cambio de paradigma. De hecho, el paradigma tecnocrático sigue siendo dominante; es necesaria una nueva cultura, capaz de brindar espacio a una ética adecuadamente sólida, a una cultura y a una espiritualidad (cf. Carta enc. Laudato si’, 105).

Les agradezco por el trabajo que han hecho y que están haciendo. Gracias a la Centesimus Annus por su iniciativa. Los animo a continuar y a difundir este método y este estilo. Dialogar es siempre el mejor camino, también para mejorar la casa común. Los bendigo y les pido por favor orar por mí. Gracias.

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