SERVIR A LOS MÁS DÉBILES: PALABRAS DEL PAPA A TRABAJADORES CATÓLICOS ITALIANOS (01/06/2024)

El Papa Francisco se encontró por la mañana de este 1º de junio, en al Aula Pablo VI, con las Asociaciones Cristianas de Trabajadores Italianos (ACLI) en su 80 aniversario de fundación. El Santo Padre les alentó a seguir con su servicio por el bien de los trabajadores, de los pensionistas, de los jóvenes, de los extranjeros y de tantos que se encuentran en situaciones de necesidad. Compartimos a continuación, el texto de su mensaje, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas de las ACLI:

Me alegra recibirlos mientras celebran su 80º aniversario. Es una historia larga y rica, que da testimonio de su compromiso y dedicación en el servicio a la comunidad. Teniendo ochenta, son un poco más jóvenes que yo, pero su camino es muy significativo; y este aniversario es una buena ocasión para releer su historia, con sus alegrías y momentos difíciles, y para expresar gratitud. Agradezco con ustedes al señor que los ha acompañado y sostenido a lo largo de este camino, también inspirando a muchas personas que, a través de las ACLI, han dedicado su vida al servicio de los trabajadores, los pensionados, los jóvenes, los extranjeros y tantos que se encuentran en situaciones de necesidad. Las ACLI son un lugar donde es posible encontrar “santos de la puerta de al lado”, que no acaban en las primeras páginas de los periódicos, pero que a veces cambian las cosas de manera concreta, para bien.

Esta historia es un patrimonio del cual obtener energías vitales para mirar hacia adelante con esperanza y determinación. En ella encontramos los valores que inspiraron a sus fundadores y que generaciones de aclistas han encarnado en el curso de los años, a través de una presencia importante en la sociedad. A este respecto, hoy quisiera detenerme en cinco características de su estilo, que considero fundamentales para su camino.

La primera es el estilo popular. Se trata no sólo de estar cerca de la gente, sino de ser y sentirse parte del pueblo. Significa vivir y compartir las alegrías y desafíos cotidianos de la comunidad, aprendiendo de los valores y la sabiduría de la gente sencilla. Un estilo popular implica reconocer que los grandes proyectos sociales y las transformaciones duraderas nacen desde abajo, del compromiso compartido y los sueños colectivos. Pero la verdadera esencia del pueblo reside en la solidaridad y el sentido de pertenencia. En el contexto de una sociedad fragmentada y una cultura individualista, tenemos una gran necesidad de lugares en los que las personas puedan experimentar este sentido de pertenencia creativo y dinámico, que ayuda a pasar del yo al nosotros, a elaborar juntos proyectos de bien común y a encontrar los caminos y formas para realizarlos. Es esta la vocación de sus “círculos”: abrir las puertas, mantenerlas abiertas, recibir a las personas, permitirles construir vínculos de solidaridad y sentido de pertenencia, para emprender juntos un camino de integración que desarrolla «una cultura del encuentro y una armonía multiforme» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 220).

Segunda característica: el estilo sinodal. Trabajar juntos, colaborar para el bien común es fundamental. Este estilo sinodal es atestiguado por la presencia de personas que pertenecen a distintos horizontes culturales, sociales, políticos y también eclesiales, y que hoy están aquí con ustedes. Pero es también un estilo que les pertenece estructuralmente porque, como escribió su Presidente al presentarlos, son un conjunto de asociaciones “multiformes e inquietas”. Eso es hermoso: son multiformes e inquietos, y eso es algo hermoso. Eso es bueno: la variedad y la inquietud – en sentido positivo –, que nos ayuda a caminar juntos entre ustedes y también a mezclarse con las demás fuerzas de la sociedad, construyendo redes y promoviendo proyectos compartidos. Les pido hacerlo cada vez más y tener atención hacia quienes en la sociedad son débiles, para que nadie se quede atrás.

La tercera característica: un estilo democrático. La fidelidad de la democracia es desde siempre un rasgo distintivo de las ACLI. Hoy necesitamos mucho de ella. Democrática es aquella sociedad en la que hay realmente un lugar para todos, en la realidad de los hechos y no solo en las declaraciones y en el papel. Por eso es importante el mucho trabajo que realizan sobre todo para apoyar a quien corre el riesgo de la marginación: los jóvenes, a quienes en particular están destinados las iniciativas de formación profesional; las mujeres, que a menudo siguen padeciendo formas de discriminación y desigualdad; los trabajadores más frágiles y los migrantes, que en las ACLI encuentran a alguien capaz de ayudarles a obtener el respeto de sus derechos; y finalmente los ancianos y los pensionados, que muy fácilmente son “descartados” por la sociedad, y eso es una injusticia. A estas personas les prestan un servicio importante, que no debe quedarse solamente en el ámbito de la asistencia, sino promover la dignidad de cada persona y la posibilidad de que cada uno pueda poner en acción sus recursos y su contribución.

Cuarto: un estilo pacífico, es decir de constructores de paz. En un mundo ensangrentado por tantas guerras, sé que comparto con ustedes el compromiso y la oración por la paz. Por eso les digo: que las ACLI sean voz de una cultura de la paz, un espacio en el cual afirmar que la guerra nunca es “inevitable” mientras que la paz siempre es posible; y que esto es válido tanto en las relaciones entre los estados, como en la vida de las familias, de las comunidades y en los lugares de trabajo. El Cardenal Martini, durante una velada de oración por la paz, puso el acento en la capacidad de “interceder”, es decir de situarse entre los contendientes, poniendo la mano en los hombros de ambos y aceptando el riesgo que esto implica (Un grito de intercesión, 29 de enero 1991). Construye la paz el que sabe tomar una posición con claridad, pero al mismo tiempo se esfuerza por construir puentes, por escuchar y comprender a las diversas partes involucradas, promoviendo el diálogo y la reconciliación. Interceder por la paz es algo que va más allá del simple compromiso político, porque requiere ponerse en juego y asumir un riesgo. Nuestro mundo, lo sabemos, está marcado por conflictos y divisiones, y su testimonio de constructores de paz, de intercesores por la paz, es más que nunca necesario y valioso.

Finalmente, un estilo cristiano. Lo menciono en último lugar no como un apéndice, sino porque se trata de la síntesis y la raíz de los demás aspectos de los que hemos hablado. ¿A quién podemos mirar para entender qué quiere decir ser constructores de la paz hasta el final, si no es al Señor Jesús? ¿Dónde podemos encontrar inspiración y fuerza para acoger a todos, si no en la vida de Jesús? Asumir un estilo cristiano, entonces, quién es decir no solamente prever que en nuestros encuentros haya un momento de oración: eso está bien, pero debemos hacer más; asumir un estilo cristiano quiere decir crecer en las familiaridad con el Señor y en el espíritu del Evangelio, para que éste pueda permear todo lo que hacemos y nuestra acción tenga el estilo de Cristo y lo haga presente en el mundo. En particular, frente a visiones culturales que corren el riesgo de anular la belleza de la dignidad humana y lastimar a la sociedad, los invito a cultivar «un nuevo sueño de fraternidad y amistad social que no se limite a las palabras» (Carta enc. Fratelli tutti, 6). Es el sueño de San Francisco de Asís y de muchos otros santos, de muchos cristianos, de muchos creyentes de todos los credos. Hermanos y hermanas, ¡que también sea su sueño!

Queridos amigos de las ACLI, les agradezco por su compromiso y los exhorto a hacerlo avanzar con valentía. Que el Espíritu Santo siga haciendo fecunda su obra y los guíe en el servicio a la comunidad. ¡Adelante con alegría y en la esperanza! Los bendigo de corazón. Por favor, no se olviden de orar por mí. Gracias.

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