DEMASIADOS CONFLICTOS ABIERTOS, NO HAY QUE CEDER A LA LÓGICA DE LAS ARMAS: CARTA DEL PAPA EN EL 80 ANIVERSARIO DEL VOTO A MARÍA SALUS POPULI ROMANI (04/06/2024)

Este 4 de junio se publicó una carta del Papa Francisco con motivo del 80 aniversario del Voto de Pío XII y de la ciudad de Roma a María Salus Populi Romani, en medio de la Segunda Guerra Mundial. El Pontífice pide en la carta que este aniversario sea una oportunidad para “meditar sobre el terrible flagelo de la guerra” y mirando a Ucrania, Medio Oriente, Sudán, Myanmar, exhorta a escuchar los “gritos de terror y de sufrimiento” que cuestionan las conciencias de todos y a “trabajar por la paz en Europa y en el mundo”. Compartimos a continuación el texto de la carta, traducido del italiano:

Al querido Hermano
Mons. Baldassarre Reina
Vicegerente para la Diócesis de Roma

Estoy espiritualmente unido a toda la comunidad diocesana que celebra por primera vez la memoria litúrgica de Santa María Salus Populi Romani, recordando además el Voto con el que el pueblo de Roma, junto con su pastor, el Papa Pío XII, hizo a la Virgen el 4 de junio de 1944 para implorar la salvación de la ciudad, cuando en ella estaba por consumarse el enfrentamiento frontal entre el ejército alemán y el de los aliados angloamericanos.

La devoción al antiguo icono custodiado en la Basílica de Santa María Mayor está viva desde hace siglos en el corazón de los romanos, que se dirigieron a ella para presentarle súplicas e invocaciones, especialmente durante las epidemias, las catástrofes naturales, las guerras. Frente a esta imagen encontraron eco los acontecimientos provenientes de la vida religiosa y civil de Roma. No sorprende entonces que el pueblo romano haya querido encomendarse una vez más a María Salus Populi Romani mientras que la Urbe vivía la pesadilla de la devastación nazi.

A ochenta años de distancia, el recuerdo de aquel evento tan cargado de significado quiere ser ocasión de oración para quienes perdieron la vida en el segundo conflicto mundial y de renovada meditación con respecto al tremendo flagelo de la guerra. Demasiados conflictos en distintas partes del mundo siguen abiertos hoy. Pienso en particular, en la martirizada Ucrania, en Palestina e Israel, en Sudán, en Myanmar, donde siguen sonando las armas Y más sangre humana sigue derramándose. Son dramas que afectan a innumerables víctimas inocentes, cuyos gritos de terror y sufrimiento cuestionan las conciencias de todos: ¡no se puede y no se debe ceder a la lógica de las armas!

A veinte años del final de la Segunda Guerra Mundial, en 1965, el Papa San Pablo VI, hablando a la ONU, se preguntaba: «¿Llegará alguna vez el mundo a cambiar la mentalidad particularista y belicista que hasta ahora ha entretejido gran parte de su historia?» (4 de octubre 1965, AAS 57 (1965), 882). Esta pregunta, que aún espera una respuesta, estimula a todos a obrar concretamente en favor de la paz en Europa y en todo el mundo. La paz es un don de Dios, que debe encontrar también hoy corazones disponibles a acogerlo y a trabajar para ser artífices de reconciliación y testigos de esperanza.

Deseo que las iniciativas promovidas para conmemorar el Voto popular a la Madre de Dios, en los cuatro lugares que fueron protagonistas de aquel acontecimiento, puedan reavivar en los romanos el propósito de ser, en todas partes, constructores de la paz verdadera, relanzando la fraternidad como condición esencial para solucionar conflictos y hostilidades. Puede ser constructor de paz quien la posee en sí mismo y, con valentía y mansedumbre, se esfuerza por crear vínculos, establecer relaciones entre las personas, suavizar las tensiones en la familia, en el trabajo, en la escuela, entre los amigos. Realiza así la bienaventuranza evangélica: «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios» (Mt 5, 9).

Que María, Mediadora de gracia, siempre vigilante y atenta hacia todos sus hijos, obtenga para toda la humanidad el don de la concordia y de la paz. Encomiendo a todos los habitantes de Roma, especialmente a los ancianos, los enfermos, las personas solas y en dificultad, a la maternal intercesión de María Salus Populi Romani. Que Ella, la Virgen de la ternura y el consuelo, fortalezca la fe, la esperanza y la caridad para irradiar en el mundo el amor y la misericordia de Dios. Con tales sentimientos aseguro mi oración y de corazón imparto mi bendición.

Roma, San Juan de Letrán, 4 de junio 2024

FRANCISCO

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