EL SEÑOR DEPOSITA EN NOSOTROS LAS SEMILLAS DE SU PALABRA: ÁNGELUS DEL 16/06/2024

Este 16 de junio, XI Domingo del Tiempo Ordinario, el Papa Francisco dirigió la oración del Ángelus desde el Palacio Apostólico acompañado de los peregrinos en la Plaza de San Pedro. Al reflexionar sobre el Evangelio del día que “nos habla del Reino de Dios a través de la imagen de la semilla” (Mc 4, 26-34), se centró en la invitación de Jesús a reflexionar “en particular sobre una actitud importante: la espera confiada”. Compartimos a continuación el texto de su reflexión, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!

Hoy el Evangelio de la liturgia nos habla del Reino de Dios a través de la imagen de la semilla (cf. Mc 4, 26-34). Varias veces Jesús usa esta similitud (cf. Mt 13, 1-23; Mc 4, 1-20; Lc 8, 4-15), y hoy lo hace invitándonos a reflexionar en particular sobre una actitud importante vinculada con la imagen de la semilla y la actitud es la espera confiada.

En efecto, en la siembra, aún cuando el agricultor esparza buena y abundante simiente y aún cuando prepare bien la tierra, las plantas no brotan inmediatamente: ¡hace falta tiempo y hace falta paciencia! Por ello, es necesario que después de sembrar, él sepa esperar con confianza, para permitir a las semillas que se abran en el momento justo y a los brotes que germinen en la tierra y crezcan, lo suficientemente fuertes como para asegurar, al final, una cosecha abundante (cf. vv. 28-29). Debajo de la tierra el milagro ya está ocurriendo (cf. v. 27), hay un enorme desarrollo, pero es invisible, se necesita paciencia y, mientras tanto, es necesario seguir cuidando los surcos, regarlos y mantenerlos limpias, a pesar de que en la superficie parezca que no sucede nada.

También el Reino de Dios es así. El Señor pone en nosotros las semillas de su Palabra y de su gracia, semillas buenas y abundantes, y después, sin nunca dejar de acompañarnos, espera con paciencia. El Señor sigue cuidándonos, con la confianza de un Padre, pero nos da tiempo – el Señor es paciente – para que las semillas se abran, crezcan y se desarrollen hasta dar fruto de buenas obras. Y esto porque quiere que en su campo no se pierda nada, que todo llegue a la plena maduración; quiere que todos nosotros podamos crecer como espigas cargadas de grano.

No sólo eso. Actuando así, el Señor nos da un ejemplo: nos enseña también a nosotros a sembrar con confianza el Evangelio allí donde estemos y después a esperar que la semilla plantada crezca y dé fruto en nosotros y en los demás, sin desanimarnos y sin dejar de apoyarnos y ayudarnos mutuamente incluso allí donde, a pesar de los esfuerzos, nos parece que no se ven resultados inmediatos. A menudo, de hecho, también entre nosotros, más allá de las apariencias, el milagro está ya en marcha y a su debido tiempo dará frutos abundantes.

Por ello, podemos preguntarnos: ¿Yo dejo sembrar en mí la Palabra? ¿A su vez, siembro con confianza la Palabra de Dios en los ambientes en los que vivo? ¿Soy paciente al esperar, o me desanimo porque no veo inmediatamente los resultados? Y, ¿sé confiar todo serenamente al Señor, mientras que doy lo mejor de mí para anunciar el Evangelio?

Que la Virgen María, que acogió e hizo crecer en su interior la semilla de la Palabra, nos ayude a ser sembradores generosos y confiados del Evangelio.

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