APRENDAMOS DE LOS CÓMICOS A DIFUNDIR SERENIDAD CON UNA SONRISA: PALABRAS DEL PAPA A ARTISTAS DEL MUNDO DEL HUMOR (14/06/2024)

El Papa Francisco recibió en la Sala Clementina, este 14 de junio, a los artistas del mundo del humor. Es la primera vez que el Papa recibe a los humoristas, y les expresó su admiración por expresar y tratar en el lenguaje de la comedia, el humor y la ironía, problemas pequeños y grandes hechos de la historia. En medio de tantas noticias pesimistas, inmersos como estamos en tantas urgencias sociales e incluso personales – añadió el Papa – ustedes tienen el poder de difundir serenidad y sonrisas. Ustedes son de los pocos que tienen la capacidad de hablar a personas muy diferentes, de distintas generaciones y procedencias culturales. Transcribimos a continuación, el texto pronunciado por el Papa, traducido del italiano:

Queridos amigos:

Con placer les doy la bienvenida a todos ustedes y agradezco a quienes el Dicasterio para la Cultura y la Educación prepararon este encuentro. Me decía el Prefecto que en Italia se dice que “la sonrisa hace buena sangre”. ¿Se dice así?

Los miro con afecto a ustedes, artistas, que se expresan con el lenguaje de la comicidad, del humorismo, de la ironía. ¡Cuánta sabiduría hay allí! Entre todos los profesionistas que trabajan en la televisión, en el cine, en el teatro, en los medios impresos, con las canciones, en las redes sociales, ustedes están entre los más amados, buscados, aplaudidos. Seguramente porque son muy buenos; pero también hay otro motivo: tienen y cultivan el don de hacer reír.

En medio de tantas malas noticias, inmersos como estamos en tantas emergencias sociales y también personales, ustedes tienen el poder de difundir la serenidad y la sonrisa. Están entre los pocos que tienen la capacidad de hablar a personas muy distintas entre sí, de generaciones y orígenes culturales diversos.

A su manera unen a la gente, porque la risa es contagiosa. Es más fácil reír juntos que solos: la alegría nos abre a compartir y es el mejor antídoto contra el egoísmo y el individualismo. Reír ayuda también a romper las barreras social, a crear conexiones entre las personas. Nos permite expresar emociones y pensamientos, contribuyendo a construir una cultura compartida y a crear espacios de libertad. Ustedes nos recuerdan que el Homo sapiens es también Homo ludens; que la diversión jocosa y la risa son centrales en la vida humana, para expresarse, para aprender, para dar significado a las situaciones.

Su talento es un don, un don valioso. Junto con la sonrisa difunde paz, en los corazones, entre las personas, ayudándonos a superar las dificultades y a soportar el stress cotidiano. Nos ayuda a encontrar alivio en la ironía y a tomar la vida con humorismo. A mí me gusta orar cada día – desde hace más de 40 años lo hago – con las palabras de Santo Tomás Moro: «Dame, Señor, el sentido del humor». ¿Conocen esa oración? ¡Deben conocerla! Le encargo a los Superiores [del Dicasterio] que la hagan conocer a todos los artistas, está en mi Exhortación Gaudete et exsultate, en la nota 101, ahí está la oración. «Dame, Señor, el sentido del humor». Esta es una gracia que pido todos los días, porque me hace tomar las cosas con el espíritu correcto.

Pero ustedes logran además otro milagro: logran hacer sonreír incluso tratando problemas, hechos pequeños y grandes de la historia. Denuncian los excesos del poder; dan voz a situaciones olvidadas; hacen evidentes abusos; señalan comportamientos inadecuados... Pero sin difundir alarma o terror, ansia o miedo, como hacen muchos medios de comunicación; ustedes revelan el sentido crítico haciendo reír y sonreír. Lo hacen contando historias de vida, narrando la realidad, según su punto de vista original; y de esta manera hablan a la gente de problemas grandes y pequeños.

Según la Biblia, en el origen del mundo, mientras todo era creado, la sabiduría divina practicaba su arte en beneficio nada menos que de Dios mismo, primer espectador de la historia. Dice así: «Yo estaba con él como artífice y era su delicia todos los días: jugaba frente a él en todo instante, jugaba sobre el globo terrestre, poniendo mis delicias entre los hijos de los hombres» (Proverbios 8, 30-31). Recuérdenlo: cuando logran hacer surgir sonrisas inteligentes de los labios incluso de un solo espectador – esto que voy a decir ahora no es herejía – hacen sonreír también a Dios.

Ustedes, queridos artistas, saben pensar y hablar con humor en distintas formas y estilos; y en cada caso el lenguaje del humor es adecuado para comprender y para “sentir” la naturaleza humana. El humorismo no ofende, no humilla, no clava a las personas a sus defectos. Mientras que hoy la comunicación genera a menudo contraposiciones, ustedes también poner juntas realidades distintas y a veces incluso contrarias. ¡Cuánta necesidad tenemos de aprender de ustedes! La carcajada del humorismo nunca es “contra” alguien, sino que siempre es inclusiva, propositiva, suscita apertura, simpatía, empatía. Les pido, oren al Señor y pidan el sentido del humor. Les harán llegar esa bella oración de Santo Tomás Moro.

Me viene a la mente aquel relato, en el libro del Génesis, cuando Dios promete a Abraham que dentro de un año tendrá un hijo. Él y su mujer Sara ya eran viejos y sin descendencia. Sara escuchó y se rió en su interior. Porque, como todas las mujeres, era curiosa y escuchaba detrás de la tienda lo que hacía el marido, de qué hablaba el marido, quizá para reclamarle... Escuchó que tendría un hijo en un año, y se rió en su interior. Y lo mismo habrá hecho también Abraham, con un poco de amargura. “Pero cómo, a mi edad, ¡no bromees!”. Pero en efecto, Sara concibió y dio a luz a su hijo en la vejez, en el tiempo que Dios había fijado. Entonces ella dijo: «Dios me dio un motivo para reír alegremente» (Gen 21, 6). Por eso llamaron a su hijo Isaac, que significa “el ríe”.

¿Se puede reír también de Dios? Claro, y esto no es blasfemia, se puede reír, como se juega y se bromea con las personas que amamos. La tradición sapiencial y literaria judía es maestra en ello. Se puede hacer, pero sin ofender los sentimientos religiosos de los creyentes, sobre todo de los pobres.

Queridos amigos, que Dios los bendiga a ustedes y a su arte. Sigan alegrando a la gente, especialmente a quien le cuesta más trabajo mirar la vida con la esperanza. Ayúdennos, con la sonrisa, a mirar la realidad con sus contradicciones y a soñar un mundo mejor. Los bendigo de corazón y les pido por favor orar por mí: ¡a favor, con la sonrisa, no en contra!

Ahora antes de dar la bendición, quisiera que todos escucháramos esa hermosa oración de Santo Tomás Moro.

Luciana Littizzetto:

Gracias, mientras tanto gracias a mi nombre y el de todos mis colegas. Nos encontramos siempre solamente en los funerales, esta vez es un momento de alegría. Gracias.

Oración (leída por Luciana Littizzetto):

Dame, Señor, una buena digestión
y también algo para digerir.
Dame la salud del cuerpo,
con el buen humor necesario para mantenerla.
Dame, señor, un alma santa,
que sepa atesorar lo que es bueno y puro,
y no se asuste frente al pecado,
sino más bien encuentre la forma de volver a poner las cosas en su lugar.
Dame un alma que no conozca el aburrimiento,
las preocupaciones, los suspiros y los lamentos,
y no permitas que me preocupe excesivamente
por eso tan engorroso que se llama “yo”.
Dame, señor, el sentido del humor,
dame la gracia de entender las bromas,
para que tenga en la vida un poco de alegría
y pueda comunicarla a los demás.
Así sea.

Papa Francisco:

Había olvidado que les había dado la bendición, por eso les deseo, como despedida, una bendición humana. Les deseo lo mejor y que Dios los acompañe en esta ocasión tan hermosa de hacer reír, de los cómicos. Es más fácil hacerla de trágico que de cómico, es más fácil. Gracias por hacer reír y también gracias reír de corazón. Que el Señor los bendiga a todos. Gracias.

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