QUE EL DESARROLLO BENEFICIE A TODA LA HUMANIDAD: PALABRAS DEL PAPA A LA FUNDACIÓN CENTESIMUS ANNUS (22/06/2024)

El Papa Francisco volvió a hablar sobre el tema de la Inteligencia Artificial (IA) dirigiéndose a los participantes en la Conferencia Internacional de la Fundación Centesimus Annus Pro Pontifice. Este 22 de junio concluyen los trabajos de su reunión anual, esta vez sobre el desafiante tema de la «Inteligencia Artificial Generativa y el Paradigma Tecnocrático: cómo promover el bienestar de la humanidad, el cuidado de la naturaleza y un mundo de paz». Compartimos a continuación el texto del discurso del Papa, traducido del italiano:

Gentiles señoras y señores, Eminencia, excelencias, queridos hermanos y hermanas, buenos días:

Saludo y agradezco a la Presidente, Sra. Anna Maria Tarantola, y saludo a todos ustedes que participan en la Conferencia Anual Internacional de la Fundación Centesimus Annus Pro Pontifice. Este año el tema es “La Inteligencia Artificial y el paradigma tecnocrático: cómo promover el bienestar de la humanidad, el cuidado de la naturaleza y un mundo de paz”.

Es un tema que merece particular atención, porque la IA influye de manera disruptiva en la economía y la sociedad y puede tener impactos negativos en la calidad de vida, en las relaciones entre las personas y los países, en la estabilidad internacional y en la casa común.

Como saben, hablé del desarrollo tecnológico en la Encíclica Laudato si’ y en la Exhortación Apostólica Laudate Deum, Y de la IA en el mensaje para la Jornada Mundial por la Paz de este año y, hace pocos días, en mi intervención en el G7.

Aprecio que la Centesimus Annus le haya dado un amplio espacio a esta materia, involucrando a estudiosos y expertos de distintos países y disciplinas, analizando las oportunidades y riesgos conectados con el desarrollo y utilización de la IA, con un enfoque transversal y sobre todo con una mirada antropocéntrica, y teniendo muy presente el peligro de un fortalecimiento del paradigma tecnocrático.

El análisis multidisciplinario es fundamental para captar todos los aspectos actuales y futuros de la IA, las ventajas que puede aportar en términos de productividad y crecimiento y los riesgos que puede implicar, para identificar las correctas modalidades éticas de desarrollo, utilización y gestión.

En el mensaje para la pasada Jornada por la Paz quise hablar de algorética, para señalar la absoluta necesidad de un desarrollo ético de los algoritmos, en el cual sean los valores los que orienten los caminos de las nuevas tecnologías.

En mi discurso al G7 puse en evidencia los aspectos críticos de la Inteligencia Artificial, subrayando que esta es y debe seguir siendo un instrumento en las manos del hombre. Como otros utensilios clave en el paso de los milenios, también este atestigua la capacidad del ser humano de ir más allá de sí mismo, su “avance”, y puede aportar grandes transformaciones, positivas o negativas. En este segundo sentido, la IA podría fortalecer el paradigma tecnocrático y la cultura del descarte, la disparidad entre las naciones avanzadas y aquellas en vías de desarrollo, la delegación a las máquinas de decisiones esenciales para la vida de los seres humanos. Por tanto, afirmé la absoluta necesidad de un desarrollo y una utilización ética de la IA, invitando a la política a adoptar acciones concretas para gobernar el proceso tecnológico en curso, en la dirección de la fraternidad universal y la paz.

En tal contexto, su conferencia contribuye a acrecentar la capacidad de captar los aspectos positivos de la IA y de conocer, mitigar y gobernar los riesgos, dialogando con el mundo de la ciencia para identificar juntos los límites que hay que establecer a la innovación si ésta daña a la humanidad.

Stephen Hawking, conocido cosmólogo, físico y matemático, dijo: «El desarrollo de la IA completa podría significar el fin de la raza humana… despegaría por si son y se diseñaría de nuevo a un ritmo siempre en aumento. Los seres humanos, que están limitados por la lenta evolución biológica, no podrían competir y serían superados» (Entrevista a la BBC). ¿Es esto lo que queremos?

La pregunta de fondo que se nos plantea es esta: ¿para qué sirve la IA? ¿Sirve para satisfacer las necesidades de la humanidad, para mejorar el bienestar y el desarrollo integral de las personas?, ¿o sirve para enriquecer y aumentar el ya elevado poder de los pocos gigantes tecnológicos a pesar de los peligros para la humanidad? Y esta es la pregunta básica.

La respuesta depende de muchos factores y diversos son los aspectos que hay que explorar. Quisiera recordarles algunos, como estímulo para sus posteriores profundizaciones.

* Debe profundizarse el delicado y estratégico tema de la responsabilidad de las decisiones tomadas utilizando la IA; este aspecto interpela a varias ramas de la filosofía y del derecho, además de disciplinas más específicas.

* Deben identificarse los oportunos incentivos y una eficaz reglamentación, por un lado, para estimular la innovación ética útil para el progreso de la humanidad, por el otro para impedir o limitar los efectos indeseables.

* Todo el mundo de la educación, de la formación y de la comunicación debería iniciar un proceso coordinado, para acrecentar el conocimiento y la conciencia de cómo utilizar correctamente la IA y para transmitir a las nuevas generaciones, desde la infancia, la capacidad crítica ante dicho instrumento.

* Deben valorarse los efectos de la IA en el mundo del trabajo. Invito a los miembros de la Fundación Centesimus Annus y aquí nos participan en sus iniciativas a volverse parte activa, en sus respectivos ámbitos, para solicitar un proceso de capacitación profesional y la adopción de formas adecuadas para facilitar la recolocación de personas despedidas en otras actividades.

* Deben examinarse atentamente los efectos positivos y negativos de la IA en el campo de la seguridad y la reserva de información.

* Deben considerarse y profundizarse los efectos sobre la capacidad relacional y cognitiva de las personas y sobre su comportamiento. No podemos aceptar que estas capacidades sean reducidas o condicionadas por un instrumento tecnológico, es decir por quienes la poseen y la utilizan.

* Finalmente – pero esta lista no quiere ser exhaustiva –es necesario recordar los enormes consumos de energía requeridos para desarrollar la IA, mientras que la humanidad está enfrentando una delicada transición energética.

Queridos amigos, es ante la innovación tecnológica que se jugará el futuro de la economía, de la civilización, de la humanidad misma. No debemos perder la ocasión de pensar y actuar en un mundo nuevo, con la mente, con el corazón y con las manos, para dirigir la innovación hacia una configuración centrada en la primacía de la dignidad humana. Esto no está a discusión. Una innovación que favorezca el desarrollo, el bienestar y la convivencia pacífica y que proteja a los más desfavorecidos. Y ello requiere un ambiente normativo, económico y financiero que limite el poder monopólico de pocos y permita que el desarrollo avance en beneficio de toda la humanidad.

Por eso deseo que la Centesimus Annus siga ocupándose de estos temas. Me alegro por el inicio de la segunda investigación común entre la Fundación y la Alianza Estratégica de Universidades Católicas de Investigación (SACRU) Sobre el tema “Inteligencia Artificial y cuidado de la casa común: un enfoque sobre empresas, finanzas y comunicación”, coordinada por la Sra. Tarantola. ¡Por favor, manténganme al corriente sobre ello!

Y concluyó con una provocación: ¿estamos seguros de querer seguir llamando “inteligencia” aquello que no lo es? Es una provocación, y preguntémonos si utilizar de manera inapropiada esta palabra tan importante, tan humana, no es ya una forma de ceder al poder tecnocrático.

Los bendigo y les deseo toda clase de bienes para sus actividades. Sigan trabajando con valentía, ¡arriésguense! Y les pido por favor orar por mí. Gracias.

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