QUE LOS MENORES Y LOS VULNERABLES SEAN RESPETADOS Y VALORADOS: MENSAJE DE LEÓN XIV A TALLER SOBRE PROTECCIÓN DE MENORES Y PERSONAS VULNERABLES (17/11/2025)
Queridos hermanos y hermanas:
Saludo con afecto y gratitud a todos ustedes, representantes de diversas conferencias de religiosos y religiosas y de numerosos institutos de vida consagrada, apostólica y contemplativa, reunidos para reflexionar sobre un tema que es muy importante para mí: cómo construir comunidades donde la dignidad de cada persona, especialmente de los menores y de los más vulnerables, sea protegida y promovida.
La dignidad es don de Dios, que creó al ser humano a su imagen y semejanza (cf. Gen 1, 26). No es algo que se obtiene por mérito o por la fuerza, ni depende de lo que poseemos o realizamos. Es un don que nos precede: nace de la mirada de amor con que Dios nos ha querido, uno por uno, y nos sigue queriendo. En cada rostro humano, incluso cuando está marcado por el cansancio o el dolor, está el reflejo de la bondad del Creador, una luz que ninguna oscuridad puede eliminar.
También el cuidado y la protección del hombre hacia su prójimo son fruto de una mirada que sabe reconocer, de un corazón que sabe escuchar. Nacen del deseo de acercarse con respeto y ternura, de compartir los pesos y las esperanzas del otro. Es en el hacernos cargo de la vida del prójimo que aprendemos la libertad verdadera, la que no domina, sino que sirve, no posee, sino que acompaña.
La vida consagrada, expresión del don total de sí mismo a Cristo, está llamada de manera especial a ser casa que acoge y lugar de encuentro y de gracia. Quien sigue al Señor en el camino de la castidad, de la pobreza y de la obediencia, descubre que el amor auténtico nace del reconocimiento del propio límite: de saber que somos amados incluso en la debilidad, y precisamente esto nos hace capaces de amar a los demás con respeto, delicadeza y corazón libre.
Aprecio, por tanto, y animo su propósito de compartir experiencias y caminos de aprendizaje sobre cómo prevenir toda forma de abuso y sobre cómo rendir cuentas, con verdad y humildad, de los caminos de protección emprendidos. Los exhorto a seguir adelante con este compromiso para que las comunidades se vuelvan cada vez más ejemplo de confianza y de diálogo, donde cada persona sea respetada, escuchada y valorada. Allí donde se vive la justicia con misericordia, la herida se transforma en rendija de gracia.
Los invito también a seguir con la colaboración con la Pontificia Comisión para la Protección de los Menores, que promueve y acompaña con dedicación el camino de crecimiento de toda la Iglesia en la cultura de la protección.
Los encomiendo a Cristo, Pastor y Esposo de la Iglesia, y a María Santísima, Madre de todo consagrado y consagrada, y envío de corazón a todos ustedes mi bendición.
Desde el Vaticano, 15 de noviembre 2025
LEÓN PP. XIV

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