CRISTIANOS PERSEGUIDOS, TESTIGOS DE LA JUSTICIA Y LA ESPERANZA: ÁNGELUS DEL 16/11/2025

Al comentar el capítulo 21 del Evangelio de San Lucas, antes de la oración del Ángelus de este 16 de noviembre, el Papa León XIV se refirió a cómo reacciona Jesús ante la profecía de la destrucción del templo y ante las guerras, los terremotos y las persecuciones. El Santo Padre observó que el llamado de Cristo resulta muy “actual”, considerando las “noticias de conflictos, desastres y persecuciones que atormentan a millones de hombres y mujeres”. Compartimos a continuación el texto completo de su reflexión, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!

Mientras el año litúrgico llega a su fin, el Evangelio de hoy (Lc 21, 5-19) nos hace reflexionar sobre las tribulaciones de la historia y el fin de las cosas. Como conoce nuestro corazón, Jesús, al contemplar estos acontecimientos nos invita ante todo a no dejarnos vencer por el miedo: «Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones – dice – no se aterroricen» (v. 9).

Su llamado es muy actual: lamentablemente, de hecho, recibimos cotidianamente noticias de conflictos, desastres y persecuciones que atormentan a millones de hombres y mujeres. Tanto ante estas aflicciones, como ante la indiferencia que quiere ignorarlas, las palabras de Jesús anuncian, sin embargo, que la agresión del mal no puede destruir la esperanza de quienes confían en Él. Cuanto más la hora es oscura como la noche, más brilla la fe como el sol.

Dos veces, de hecho, Cristo afirma que «a causa de su nombre» muchos sufrirán violencia y traiciones (v. 12.17), pero precisamente entonces tendrán la oportunidad de dar testimonio (cf. v. 13). Siguiendo el ejemplo del Maestro, que en la cruz reveló la inmensidad de su amor, dicha invitación nos concierne a todos. La persecución de los cristianos, de hecho, no ocurre sólo con armas y maltratos, sino también con palabras, es decir, a través de la mentira y la manipulación ideológica. Sobre todo, cuando estamos oprimidos por estos males, físicos y morales, estamos llamados a dar testimonio de la verdad que salva al mundo, de la justicia que rescata a los pueblos de la opresión, de la esperanza que indica para todos el camino de la paz.

En su estilo profético, las palabras de Jesús atestiguan que los desastres y los dolores de la historia tienen un final, mientras que está destinada a durar para siempre la alegría de aquellos que reconocen en Él al Salvador. «Con su perseverancia salvarán su vida» (v. 19): esta promesa del Señor infunde en nosotros la fuerza para resistir los acontecimientos amenazantes de la historia y toda ofensa; no permanezcamos impotentes ante el dolor, porque Él mismo nos da «palabra y sabiduría» (v. 15) para obrar siempre el bien con corazón ardiente.

Muy queridos todos, a lo largo de toda la historia de la Iglesia, son sobre todo los mártires quienes nos recuerdan que la gracia de Dios es capaz de transfigurar incluso la violencia en signo de redención. Por eso, uniéndonos a nuestros hermanos y hermanas que sufren por el nombre de Jesús, busquemos con confianza la intercesión de María, auxilio de los cristianos. Que en toda prueba y dificultad, la Santa Virgen nos consuele y nos sostenga.

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