QUE HAYA ALTERNANCIA EN LOS CARGOS Y SE ALIMENTE LA ESPERANZA EN LOS HERMANOS: PALABRAS DE LEÓN XIV A LOS SUPERIORES MAYORES DE ITALIA (07/11/2025)

El Papa León XIV recibió en la Sala Clementina, este 7 de noviembre, a los religiosos que participan en la 65ª Asamblea General de la Conferencia Italiana de Superiores Mayores (CISM) y destacó que el «ministerio de autoridad» debe estar orientado a apoyar el apostolado de los hermanos a través del «discernimiento eclesial, el cuidado de los procesos de decisión, el compromiso de rendir cuentas del propio accionar y valorar sus resultados y modalidades». Compartimos a continuación el texto de su discurso, traducido del italiano:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
La paz esté con ustedes.

Buenos días a todos y bienvenidos, ¡hay más entusiasmo aquí que en la jornada de los jóvenes! ¡Quiere decir que todos son jóvenes!

Un cordial saludo a todos ustedes, participantes en la 65ª Asamblea General de la Conferencia Italiana de Superiores Mayores.

El tema que han elegido es Gobernar la esperanza. Formas y estilos de gobierno de las Provincias en una Iglesia sinodal. Se trata de una perspectiva exigente, que refleja la riqueza del tiempo de gracia que la Iglesia está viviendo, así como también su complejidad.

La comunidad de los creyentes nunca se ha sustraído ni de los estímulos, ni de los desafíos de los tiempos y lugares en los que ha vivido, y también hoy con confianza y generosidad quiere seguir haciéndolo, llevando el mensaje de Cristo a todos los ámbitos de la sociedad y en todas partes del mundo. En este esfuerzo suyo, la presencia de los religiosos siempre ha sido significativa y providencial, como fermento, profecía y fuerza para todo el Pueblo de Dios (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 44). Y la temática que se han propuesto confío en su fidelidad a dicho papel, en particular en el ámbito del camino de “conversión sinodal” que hemos vivido en estos últimos años.

El Documento final del último Sínodo, al respecto, ha puesto en relieve como es propio de las familias religiosas haber, en el curso de los siglos, «madurado prácticas experimentadas de vida sinodal y de discernimiento comunitario, aprendiendo a armonizar los dones individuales y la misión común» (Documento final, 26 de octubre 2024, 65). La sinodalidad, intrínseca a la vida de la Iglesia (cf. Francisco, Discurso a los fieles de la Diócesis de Roma, 18 de septiembre 2021), es, de hecho, con mayor razón, propia a su vocación, y esto los hace particularmente idóneos para contribuir a los esfuerzos que en todo el mundo se están realizando en esta dirección. A ello se agrega el valor de la interculturalidad creciente de las comunidades de consagrados, que también responde a las exigencias de la sociedad en que vivimos (cf. ibid.,).

El patrimonio formado por estos recursos, sin embargo, no puede considerarse algo definido y estático: es fruto de un carácter dinámico de vida y fe que continuamente necesita evolucionar, crecer, desarrollarse y expresarse, ya sea en la multiplicidad de contextos carismáticos o en la continua novedad de las situaciones y las relaciones.

Esto implica la necesidad de cuidarlos como fruto de un organismo vivo, necesitado de alimento, atención, a veces incluso curación; y a esto puede contribuir de manera determinante el ministerio de autoridad, con formas y estilos de “gobierno” adecuados para suscitar esperanza en el camino de los hermanos, apoyando su generoso y fructífero apostolado.

En la búsqueda de líneas-guía sobre las cuales moverse con tal objetivo, podemos referirnos a lo que sugiere el ya citado Documento final del Sínodo, Deduciendo de él tres actitudes importantes: el discernimiento eclesial, el cuidado de los procesos de decisión, el compromiso de dar cuentas del propio accionar y valorar sus resultados y modalidades (cf. ibid., 79). Se trata, como subraya el Documento, de procesos interconectados, que se sostienen y corrigen mutuamente. La fidelidad a la Iglesia dirige e ilumina la participación de los hermanos y alimenta su corresponsabilidad, garantizando la transparencia y facilitando esa apertura recíproca que puede favorecer sola la cooperación de todos. Por lo demás, la discusión sincera, el compartir, la corrección fraterna, pueden ayudar mucho a evitar y combatir eventuales derivaciones particularistas y autorreferenciales (cf. Francisco, Discurso a los referentes diocesanos del camino sinodal italiano, 25 de mayo 2023). En el fondo, se trata de un camino de purificación dirigido a convertir a individuos y comunidades cada vez más libres en el bien, ya sea a nivel de crecimiento personal cómo de ejercicio de la caridad. Y ello claramente también en favor de una renovada fidelidad carismática, que requiere un continuo despojarse de estructuras y apegos no esenciales, o incluso nocivos para una plena actualización en el hoy de la misión original inspirada a los fundadores.

Y con tal objetivo que hiciera recordar, en particular, la importancia de animar, En las formas de gobierno, una fructífera alternancia en las responsabilidades y los encargos, evitando situaciones estáticas que corren el riesgo de favorecer endurecimientos y esclerotizaciones. El Papa Francisco, al respecto, nos puso en Guardia muchas veces sobre el peligro de las “aguas estancadas”.

San Agustín, en los Soliloquios, se pregunta: «¿Por qué deseas que las personas que quieres, vivan y convivan contigo?», y hace seguir esta bellísima respuesta: «Para que podamos indagar en concorde colaboración sobre nuestra alma y sobre Dios. Así aquel que en primer lugar resuelva el problema, inducirá sin problema al mismo resultado también a los demás» (I, 12.20). Me parece un pensamiento muy significativo también para nosotros, en particular con referencia a la dimensión sinodal de la responsabilidad que se les da hacia los hermanos.

Muy queridos todos, les agradezco por la fidelidad con la que realizan su no fácil tarea. Los acompaño con mi oración y los bendigo de corazón. Gracias.

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