NO OLVIDEN LAS OBRAS DEL ALMA: ORACIÓN DEL PAPA EN EL ACTO DE VENERACIÓN A LA INMACULADA (08/12/2024)

Este 8 de diciembre, en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, el Papa Francisco se trasladó a la Plaza de España en Roma para llevar a cabo el tradicional acto de veneración a la estatua de la Inmaculada. El Santo Padre depositó una ofrenda floral, se recogió en oración y pronunció una breve plegaria en la que aseguró que el Jubileo “será un mensaje de esperanza para la humanidad atormentada por las crisis y las guerras” . Reproducimos a continuación el texto completo de su oración, traducida del italiano:

Madre, Madre Inmaculada,
hoy es tu fiesta y nos reunimos en torno a ti.
Las flores que te ofrecemos quieren expresar
nuestro amor y nuestra gratitud
pero tú ves y aprecias sobre todo esas flores escondidas
que son las oraciones, los suspiros, también las lágrimas,
especialmente las lágrimas de los pequeños y de los pobres.
Míralas, Madre, míralas.

Madre nuestra, Roma se prepara para un nuevo Jubileo
que será un mensaje de esperanza para la humanidad
puesta en prueba por las crisis y las guerras.
Por esto, hay obras por todas partes en la ciudad:
esto – lo sabes – causa bastantes molestias,
pero es también un signo de que Roma está viva,
se renueva, intenta adaptarse a las exigencias,
para ser más acogedora y más funcional.

Pero tu mirada de Madre ve más allá.
Y me parece oír tu voz
que con sabiduría nos dice: “Hijos míos,
estas obras están bien, pero tengan cuidado:
¡no olviden las obras del alma!
El verdadero Jubileo está dentro:
dentro de sus corazones – tú dices –,
dentro de las relaciones familiares y sociales.
Es dentro donde hay que trabajar para preparar
el camino al Señor que viene”.

Y es una buena oportunidad
para hacer una buena confesión
y pedir perdón de todos los pecados.
Dios perdona todo,
Dios perdona siempre, siempre.

Madre Inmaculada, ¡te damos las gracias!
Esta recomendación tuya nos hace bien,
la necesitamos tanto, porque, sin quererlo,
corremos el riesgo de quedar totalmente atrapados
por la organización, por las cosas que hay que hacer,
y entonces la gracia del Año Santo,
que es tiempo de renacimiento espiritual
que es tiempo de perdón y de liberación social,
esta gracia jubilar puede no acabar bien,
ser un poco ahogada.

Pero aquí, el alcalde prepara todas las cosas
para que esta conmemoración,
en este Año Santo, salga bien.
Oremos por el alcalde
que tiene mucho trabajo.

Seguramente estabas presente en la sinagoga de Nazaret
aquel día en que Jesús por primera vez
predicó a la gente de su país.
Leyó del rollo del profeta Isaías:
«El Espíritu del Señor está sobre mí;
por eso me ha consagrado con la unción
y me ha enviado a dar a los pobres la buenas noticia,
a proclamar la liberación a los cautivos
y a devolver a los ciegos la vista,
a poner en libertad a los oprimidos,
a proclamar el año de gracia del Señor» (Lc 4, 18-19).
Luego se sentó y dijo: «Hoy se ha cumplido
esta Escritura que han escuchado» (v. 21).
Y tú, Madre, estabas allí, en medio de la gente, la gente asombrada.
Estabas orgullosa de Él, de tu Hijo,
y al mismo tiempo presagiabas el drama
de la cerrazón y la envidia, que genera violencia.
Pasaste por este drama
y siempre lo haces, con tu corazón inmaculado
lleno del amor del Corazón de Cristo.

Madre, libéranos de la envidia,
que seamos hermanos todos,
que nos amemos,
nada de envidia.
La envidia, ese vicio amarillo,
terrible, que arruina desde dentro.

Y también hoy, Madre, nos repites: “¡Escúchenlo! ¡Escúchenlo!
Escúchenlo y hagan lo que les dice” (cf. Jn 2, 5).
¡Gracias, Madre! ¡Gracias, Madre Santa!
Gracias porque aún
en este tiempo pobre en esperanza,
nos das a Jesús, ¡nuestra Esperanza!
¡Gracias, Madre!

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