EN NAVIDAD TENGAN UNA MIRADA PARA LOS QUE SUFREN: PALABRAS DEL PAPA A LOS JÓVENES DE LA ACCIÓN CATÓLICA ITALIANA (20/12/2024)
Queridos hermanos y hermanas, queridos chicos, ¡buenos días!
¡Gracias por venir de nuevo este año para las felicitaciones de Navidad! Saludo al Presidente Nacional y al Asistente General, a los responsables, a los educadores, ¡los saludo a todos ustedes!
Eligieron, como guía para el camino formativo de este año, el tema “Navegar mar adentro”. Esto inmediatamente hace pensar en los primeros discípulos de Jesús, que eran pescadores; y Jesús los hizo convertirse en “pescadores de hombres” (cf. Lc 5, 1-11). Entonces me gustaría reflexionar con ustedes un momento sobre estas dos imágenes: la pesca y el asombro.
Primero: la pesca, ser pescadores de hombres. ¿Qué significa esto? ¿Quizá “capturar” a las personas, quizá usando redes más modernas? Ciertamente, esto no es lo que quiere el Señor. Dios no quiere “capturar” a nadie, porque respeta nuestra libertad. En cambio, ofrece a todos su amor y su salvación, sin pretender nada a cambio y sin exclusiones. Comparte con nosotros su alegría de ser el Hijo amado del Padre: «¿Saben? – nos dice Jesús – ¡tengo un Padre maravilloso, que ama a todos, sin límites, y quiero dárselos a conocer también a ustedes, para que sean felices conmigo!». Así es como Jesús actúa como “pescador de hombres”: contagiándoles con la alegría y la maravilla de su amor.
Y esto nos lleva al segundo punto: el asombro, saber asombrarse. ¿Han visto a gente aburrida? ¿Sí? Las hay. ¿Y saben por qué? Porque esa gente no se sabe asombrar. Todo así, todo igual, monótono: han perdido la capacidad de asombro. La Navidad es un momento realmente especial en este sentido: las calles se llenan de luces, se intercambian regalos, la liturgia se enriquece con cantos y sonidos hermosos... Los niños y muchachos de la Acción Católica vienen aquí y, uno, dos, tres, cantan... Todo es hermoso. Pensamos en el Pesebre: ¡cuánto asombro hay allí! Los pastores, los Reyes Magos y los demás personajes rodean la gruta con sus rostros maravillados, incluyendo como en una gran fiesta incluso a los animales y a todo el paisaje. Deténgase ante un pesebre y fíjense bien; después vayan a otro y miren bien... En todos hay variedad, ¡los pesebres napolitanos son bellísimos! Pero en todos nunca faltan Jesús, la Virgen y José: ese Amor que Dios nos ha enviado y la Virgen y José que lo hacen crecer.
Cuidado, sin embargo, porque esto no es válido sólo en Navidad. Toda nuestra vida, de hecho, es un don extraordinario: cada uno de nosotros es único y cada día es especial, como le gustaba decir al Beato Carlo Acutis. ¿Lo conocen? ¿ Saben que pronto será santo? ¡Qué bonito! Él decía: ¡debemos ser “originales”, no “fotocopias”! Y cuánta gente no tiene la capacidad de ser original. ¡Son fotocopias! Hoy se hace este porque el periódico dice que hay que hacerlo, o por costumbre. Y la Navidad para tanta gente es una “fotocopia” de tantas cosas y no es el encuentro – ¡tan hermoso! – que cada año nos trae novedad, novedad al alma y el corazón de cada uno. Miren el pesebre, miren a la Virgen, a José y al Niño, a los Reyes Magos, a los pastores, gente humilde, que va a mirar a Jesús.
Aprendamos entonces a asombrarnos. Por favor, no pierdan la capacidad de asombro. Aprendamos a no dar nunca nada por hecho, sobre todo el amor: el de Dios y el de las personas que encontramos. Contagiemos todo y a todos con nuestra maravilla: de casa en casa, de parroquia en parroquia, de ciudad en ciudad, de nación en nación. Así difundimos felicidad, confianza y consuelo. La Navidad es una hermosa noticia. No es para hacer una gran cena y nada más. Se hace la cena, es hermoso, la familia... Pero también otras cosas: se mira el pesebre, se va a la iglesia. Es una fiesta que está en la raíz de nuestra fe.
Sé que han traído regalos para los más necesitados. No se olviden de los necesitados. Y cuando encuentren niños necesitados, gente necesitada, mírenles a los ojos y tóquenles la mano cuando den limosna, muy cerca, con esa cercanía que sólo da el amor. Y María y Jesús eran necesitados. ¿Quién de ustedes va a dar a luz donde nació Jesús? Van a la clínica o a la casa... Jesús nació allí, en un establo. Eran pobres, estaban necesitados. No olviden a los niños necesitados, ¡búsquenlos! Y dénles su amor, su compañía y ayúdenlos. Me gusta esto, que hayan traído regalos para dar a los pobres. Y los animo a estar siempre cerca, en la oración y en la caridad, de los que sufren, de tantos niños como ustedes, que están mal por el hambre, la guerra, las enfermedades. A propósito de la guerra, vienen aquí chicos de Ucrania: los traen para alejarlos de esa guerra terrible. ¿Saben que los chicos ucranianos, que han vivido la guerra, han olvidado la sonrisa? No saben sonreír. Piensen en esos niños, en esos muchachos. Al hacerlo, ustedes se hacen eco del canto de los ángeles: «Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres que él ama» (Lc 2, 14).
Muy queridos todos, los bendigo, y con ustedes a todos los niños y jóvenes de la Acción Católica. Y ustedes, por favor, no se olviden de orar por mí. ¡Que el Señor los bendiga!
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