GRACIAS POR AYUDAR A EXTENDER EL REINO DE CRISTO: FELICITACIONES NAVIDEÑAS DEL PAPA A LOS EMPLEADOS DEL VATICANO (21/12/2024)

El Papa Francisco se reunió con los trabajadores de la Santa Sede, de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano y del Vicariato de Roma este 21 de diciembre por la mañana en el Aula Pablo VI. “A través de su trabajo cotidiano y de sus tareas particulares, contribuyen a llevar a toda la humanidad a Cristo y a extender su Reino en el mundo”, aseguró el Pontífice y los invitó a expresar sus dificultades y a fomentar el diálogo en el contexto de su trabajo. Compartimos a continuación, el texto de su mensaje, traducido del italiano:

Queridas hermanas, queridos hermanos, buenos días, bienvenidos:

Me alegra que podamos intercambiar las felicitaciones de Navidad. Expreso, ante todo, mi gratitud a cada uno de ustedes por el trabajo que hacen, ya sea en beneficio de la Ciudad del Vaticano como de la Iglesia universal. Como cada año, han venido con sus familias y por eso quisiera reflexionar un momento, brevemente, con ustedes precisamente sobre estos dos valores: trabajo y familia.

Primero: el trabajo. Lo que hacen es realmente mucho. Pasando por las calles en los patios de la Ciudad del Vaticano, en los corredores y oficinas de los distintos dicasterios y en los diferentes lugares de servicio, la sensación es la de encontrarse como en una gran colmena. Incluso ahora hay quienes están trabajando para hacer posible este encuentro y no pudieron venir: ¡digámosles gracias!

Hoy están aquí en un ambiente de fiesta, con la vivacidad de la fiesta en el corazón, la vivacidad de las sonrisas. Para el resto del año en cambio, la vida es más ordinaria, no es de fiesta, es de trabajo continuo, pero siempre con la sonrisa del corazón. Al final, se trata de dos rostros distintos de la misma belleza: la de quienes construyen con los demás y para los demás algo bueno para todos. Jesús mismo nos la mostró: Él, el Hijo de Dios, que por amor a nosotros se hizo humildemente aprendiz de carpintero en la escuela de José (cf. Lc 2, 51-52; S. Pablo VI, Homilía en Nazaret, 5 de enero 1964). En Nazaret pocos lo sabían, casi nadie, pero en el taller del carpintero junto y a través de muchas otras cosas, se construía, por artesanos, la salvación del mundo. ¿Han pensado en eso: que la salvación fue construida “por artesanos”? Y lo mismo, en sentido análogo, es válido para ustedes que, con su trabajo cotidiano, en los Nazaret ocultos de sus tareas particulares, contribuyen a llevar a Cristo a toda la humanidad y a difundir en todo el mundo su Reino (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 34-36).

Y después llegamos al segundo punto: la familia. Causa alegría verlos juntos, también con los niños: ¡qué hermosos! San Juan Pablo II decía que, para la Iglesia, la familia es como «su cuna» (Exhort. ap. Familiaris consortio, 22 noviembre 1981, 15). ¡Amen a la familia, por favor! Y es verdad: la familia, de hecho, fundada y arraigada en el Matrimonio, es el sitio en el que se genera la vida – ¡y qué importante, hoy, acoger la vida! –. Además, es la primera comunidad en la cual, desde la infancia, se encuentran la fe, la Palabra de Dios y los Sacramentos, en la cual se aprende a cuidar unos de otros y a crecer en el amor, en todas las edades. La fe se transmite en la familia y San Pablo lo decía a Timoteo: “Tu madre, tu abuela…” (cf. 2 Tim 1, 5). En la familia se transmite la fe. Los animo por ello – padres, hijos, abuelos y nietos, los abuelos tienen una gran importancia – los animo a permanecer siempre unidos, abrazados entre ustedes y alrededor del Señor: en el respeto, en la escucha, en el cuidado recíproco.

Hay algo que quisiera subrayar de la familia. Una pregunta que le hago a los padres que tienen hijos pequeños: ¿son capaces de jugar con sus hijos? ¿Ustedes juegan con sus hijos? Es importante tirarse en el suelo con el niño, con la niña, ¡jugar con los hijos! Además, otra cosa: ¿ustedes visitan a los abuelos? ¿Los abuelos están en la familia o viven en así los sin que alguien vaya a verlos? Los abuelos, quizás, deben estar en un asilo, ¡pero vayan a verlos! Que se sientan continuamente presentes. Siempre unidos, les pido, también en la oración hecha juntos, porque sin oración no se avanza, tampoco en la familia. ¡Enseñen a orar a los niños! Y a propósito, en estos días, les sugiero que encuentren algún momento para recogerse, juntos, alrededor del Pesebre, para dar gracias a Dios por sus dones, para pedirle ayuda para el futuro y para renovarse mutuamente su afecto frente al Niño Jesús.

Muy queridos todos, gracias por este encuentro y por todo lo que hacen. Le deseo toda clase de bienes para la Santa Navidad y para el año que está por comenzar: el Año Santo de la esperanza. ¡También en la familia crece la esperanza! Los bendigo y les pido: no se olviden de orar por mí. Y si alguno tiene alguna dificultad especial, por favor hablen, díganla a los responsables, porque queremos resolver todas las dificultades. Y eso se hace con diálogo y no gritando o callando. ¡Se dialoga, siempre! “Señor Administrador, Cardenal, Papa, Padre, tengo esta dificultad. ¿Me ayuda a resolverla?”. Y buscaremos juntos resolver las dificultades.

¡Gracias, muchas gracias y feliz Navidad!

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