LOS HIJOS SON LA MAYOR BENDICIÓN DE DIOS: ÁNGELUS DEL 06/10/2024

El amor conyugal fue el centro de la reflexión del Papa Francisco antes de la oración mariana del Ángelus este 6 de octubre, XXVII del Tiempo Ordinario, refiriéndose al Evangelio del día (Mc 10, 2-16). Dirigiéndose a miles de fieles y peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro, el Obispo de Roma invitó a no olvidar que para los esposos es esencial estar abiertos al don de la vida, “de los hijos, que son el fruto más hermoso del amor, la bendición más grande de Dios, fuente de alegría y de esperanza para cada hogar y para toda la sociedad”. Compartimos a continuación, el texto completo de su alocución, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!

Hoy en el Evangelio de la liturgia (cf. Mc 10, 2-16) Jesús nos habla del amor conyugal. Como ya otras veces, algunos fariseos le hacen una pregunta provocativa sobre un tema controvertido: el repudio de la mujer por parte del marido. Quisieran arrastrarlo a una polémica, pero Él no lo permite, es más, aprovecha la ocasión para llamar su atención sobre un discurso más importante: el valor del amor entre hombre y mujer.

En el tiempo de Jesús la condición de la mujer en el matrimonio era de gran desventaja respecto a la del hombre: el marido podía echar, repudiar a la mujer, incluso por motivos banales y esto era justificado con interpretaciones legalistas de las Escrituras. Por eso, el Señor reconduce a sus interlocutores a las exigencias del amor. Les recuerda que el Creador quiso que mujer y hombre fueran iguales en la dignidad y complementarios en la diversidad, para poder ser el uno para el otro una ayuda, compañía, pero al mismo tiempo estímulo y desafío para crecer (cf. Gen 2, 20-23).

Y para que eso suceda, subraya la necesidad de que su entrega recíproca sea plena, que involucre, sin “medias tintas” – esto es el amor –, que sea el inicio de una vida nueva (cf. Mc 10, 7; Gen 2, 24), destinada a durar no “hasta que no funcione”, sino para siempre, acogiéndose de manera recíproca y viviendo unidos como “una sola carne” (cf. Mc 10, 8; Gen 2, 24). Es verdad, esto no es fácil, requiere fidelidad, incluso en las dificultades, requiere respeto, sinceridad, sencillez (cf. Mc 10, 15). Requiere estar abiertos a la confrontación, a veces a la discusión, cuando sea necesario, pero siempre dispuestos para el perdón y la reconciliación. Y les pido: marido y mujer, discutan todo lo que quieran, siempre y cuando hagan las paces antes de que acabe el día. ¿Saben por qué? Porque la guerra fría del día siguiente es peligrosa. “Y dígame, Padre, ¿cómo se hacen las paces?” – “Basta una caricia, así”, pero nunca acaben el día sin hacer las paces.

No olvidemos, además, que para los esposos es esencial estar abiertos al don de la vida, al don de los hijos, que son el fruto más hermoso del amor, la bendición más grande de Dios, fuente de alegría y de esperanza para cada hogar y para toda la sociedad. ¡Tengan hijos! Ayer tuve un gran consuelo. Era el día de la Gendarmería y vino un gendarme con sus ocho hijos. Era hermosísimo verlo. Por favor, abiertos a la vida, a lo que Dios les mande. No olvidemos que para los esposos es esencial estar abiertos al don de la vida.

Queridas hermanas, queridos hermanos, el amor es exigente, sí, pero es hermoso y cuanto más nos dejamos involucrar, más descubrimos, en él, la verdadera felicidad. Y ahora que cada uno se pregunte en su corazón: ¿cómo es mi amor? ¿Es fiel? ¿Es generoso? ¿Es creativo? ¿Cómo son nuestras familias? ¿Están abiertas a la vida, al don de los hijos?

Que la Virgen María ayude a los esposos cristianos. Nos dirigimos a Ella en unión espiritual con los fieles reunidos en el Santuario de Pompeya para la tradicional Súplica a la Virgen del Santo Rosario.

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