CUANDO TE HACES CERCANO A UN POBRE, ES JESÚS QUIEN SE ACERCA A TI: ÁNGELUS DEL 27/10/2024

El Papa Francisco, en su alocución previa al Ángelus de este 27 de octubre, lanzó nuevamente algunos puntos esenciales de su reflexión sobre el Evangelio de Marcos que narra la curación del ciego Bartimeo. Resumió lo que ya había profundizado en la homilía de la misa con los participantes en la Asamblea sinodal en el Vaticano: ¿Cómo miramos al pobre? ¿Con piedad evangélica o con indiferencia? Compartimos a continuación, el texto de su reflexión, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!

Hoy el Evangelio de la liturgia (Mc 10, 46-52) nos habla de Jesús, que cura a un hombre de la ceguera. Su nombre es Bartimeo, pero la multitud, por la calle, lo ignora: es un pobre mendigo. Esa gente no tiene ojos para este ciego; lo dejan, lo ignoran. Ninguna mirada de cuidado, ningún sentimiento de compasión. Bartimeo tampoco ve, pero oye y se hace oír. Grita, grita fuerte: «¡Hijo de David, ten piedad de mí!» (v. 48). Jesús, sin embargo, lo escucha y lo ve. Se pone a su disposición y le pregunta. «¿Qué quieres que haga por ti?» (v. 51).

“¿Qué quieres que yo haga por ti?”. Esta pregunta, delante de una persona ciega, parece una provocación y, en cambio, es una prueba. Jesús está preguntando a Bartimeo a quién busca realmente, y por qué motivo. ¿Quién es para ti el “Hijo de David”? Y así el Señor empieza a abrir los ojos del ciego. Consideremos tres aspectos de este encuentro, que se convierte en diálogo: el grito, la fe, el camino.

Ante todo, el grito de Bartimeo, que no es sólo una petición de ayuda. Es una afirmación de sí mismo. El ciego está diciendo: “Yo existo, mírame. Yo no veo, Jesús. ¿Tú me ves?”. Sí, Jesús ve al hombre mendicante, y lo escucha, con los oídos del cuerpo y con los del corazón. Pensemos en nosotros, cuando por el camino nos cruzamos con algún mendigo: cuántas veces miramos para otro lado, cuántas veces lo ignoramos, como si no existiera. Y nosotros, ¿escuchamos el grito de los mendigos?

Segundo punto: la fe. Jesús ¿qué dice? «Vete, tu fe te ha salvado» (v. 52). Bartimeo ve porque cree; Cristo es la luz de sus ojos. El Señor observa cómo Bartimeo lo mira a Él. ¿Cómo miro yo a un mendigo? ¿Lo ignoro? ¿Lo miro como Jesús? ¿Soy capaz de entender sus peticiones, su grito de ayuda? Cuando tú das limosna, ¿miras a los ojos al mendigo? ¿Le tocas la mano para sentir su carne?

Finalmente, el camino: Bartimeo, curado, «seguía a Jesús por el camino» (v. 52). Pero cada uno de nosotros es Bartimeo, ciego por dentro, que sigue a Jesús una vez que se ha acercado a Él. Cuando tú te acercas a un pobre y te haces sentir cercano, es Jesús quien se acerca a ti en la persona de ese pobre. Por favor, no confundamos: la limosna no es beneficencia. El que recibe más gracia de la limosna es el que la da, porque se hace mirar por los ojos del Señor.

Pidamos juntos a María, aurora de la salvación, para que custodie nuestro camino en la luz de Cristo.

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