EDUQUEN SIEMPRE CON AMOR, NO TENGAN MIEDO DE PROPONER IDEALES ALTOS: PALABRAS DEL PAPA AL MOVIMIENTO DE COMPROMISO EDUCATIVO DE LA ACCIÓN CATÓLICA (31/10/2024)
Queridos hermanos y hermanas, buenos días:
Los recibo con gusto en ocasión del undécimo Congreso Nacional del Movimiento de Compromiso Educativo de la Acción Católica. Saludo a la Presidencia, al Asistente y a todos ustedes y les agradezco por la decisión, que nunca debe darse por hecho, de ser y hacer asociación en la Iglesia.
El servicio educativo que define a su Movimiento lleva en sí mismo, hoy quizá más que en el pasado, el desafío de trabajar en el plano humano y cristiano. Educar – como ustedes bien saben y dan testimonio de ello – significa ante todo redescubrir y valorar la centralidad de la persona en un contexto de relaciones donde la dignidad de la vida humana encuentre cumplimiento y espacios adecuados para crecer.
El Proyecto formativo de la Acción Católica Italiana se desarrolla según una visión orgánica y sistemática de la misión educativa. Con tal objetivo – desde la Asamblea constitutiva de 1990 cuando recogieron la herencia del Movimiento de Maestros Católicos – se han dedicado con creatividad, con atención a los signos de los tiempos y dejándose iluminar siempre por el Evangelio. Esta acción educativa la han sacado adelante buscando permanecer bien arraigados en los territorios, con espíritu de colaboración con las Iglesias locales y las demás realidades del laicado católico.
En este cambio de época, en medio del proceso de secularización – que es claro: se ve claramente como el espíritu de este mundo –, la actividad educativa se encuentra inmersa en un horizonte casi inédito. La educación cristiana atraviesa terrenos inexplorados, marcados por cambios de tipo antropológico y cultural, sobre los que aún estamos buscando respuestas a la luz de la Palabra de Dios. Al mismo tiempo retomamos las experiencias positivas que nos transmiten muchas familias, las escuelas, las comunidades parroquiales, las asociaciones y la misma pedagogía.
Hay muchas cosas urgentes hoy, pero una de ellas es – para utilizar una expresión suya – ser «educadores con corazón grande… en los laberintos de la complejidad». ¿Y ustedes saben cómo se sale de un laberinto? Nunca solos, nunca. Y, segundo, desde lo alto. De un laberinto se sale desde lo alto y nunca solos. Piensen un poco en eso.
Educadores con corazón grande por el bien de los chicos, de los jóvenes y los adultos que viven junto a ustedes. Están llamados a ensanchar el corazón – no se puede tener un corazón limitado: ensanchar el corazón –, a no tener miedo de proponer ideales altos, sin desanimarse ante las dificultades. Las dificultades existen y son muchas. Y para no perder el hilo en estos “laberintos de la complejidad” es importante no quedarse solos, sino construir y fortalecer las relaciones fructíferas con los distintos sujetos del proceso educativo: las familias, los profesores, los animadores sociales, los directivos y entrenadores deportivos, los catequistas, los sacerdotes, las religiosas y religiosos, sin olvidar la colaboración con las instituciones públicas. E involucrar a los muchachos, porque ellos tienen que ver: no deben ser pasivos en el proceso educativo, deben ser activos.
En el Congreso que están viviendo en estos días renovaron el compromiso de hacer avanzar una idea y una praxis de educación que ponga efectivamente en el centro a la persona, su imprescindible valor y su dignidad original, para que siempre y en cualquier caso sea considerada como fin y nunca reducida a un medio, por ningún motivo. Una educación – como dice su proyecto – «que ayude a entrar nuevamente en sí mismos, a cultivar la interioridad, la trascendencia, la espiritualidad, como elementos imprescindibles para el desarrollo integral de la persona humana, en todas sus dimensiones: espiritual, existencial, afectiva, cultural, social, política». Esta es precisamente la perspectiva correcta con la cual continuar el camino de su Movimiento. ¡Y sigan adelante! No se desanimen.
Mirando, además, hacia el próximo Jubileo, tiempo para sembrar esperanza – porque todos nosotros tenemos una necesidad vital de esperanza –, quisiera dejarles un último encargo: tengan una especial atención por los niños, los adolescentes, los jóvenes. A ellos debemos mirarlos con confianza, con empatía, quisiera decir con la mirada y el corazón de Jesús. Son el presente y el futuro del mundo y de la Iglesia. A nosotros nos corresponde la tarea – totalmente educativa – de acompañarlos, apoyarlos, animarlos y, con el testimonio, mostrarles el buen camino que lleva a ser “fratelli tutti” (hermanos todos).
“Quien ama educa” – no olviden esto – como se titulaba un libro promovido por la Acción Católica hace pocos años: es un criterio, inteligente y cargado de esperanza, que hay que tener presente en toda su actividad. A través de los procesos educativos expresemos nuestro amor por el otro, por el que está cerca o nos es encomendado; y, al mismo tiempo, es esencial que la educación esté fundamentada, en su método y sus finalidades, en el amor. Sin amor no se puede educar. ¡Eduquen siempre con amor!
Los encomiendo a la intercesión del Venerable Giuseppe Lazzati, maestro y testigo creíble, modelo de educador cristiano en el cual inspirarse.
¡Gracias por su visita! Los bendigo de corazón. Y por favor no se olviden de orar por mí. Gracias.
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