NO “ETERNIZAR” LOS CARGOS EN LOS MOVIMIENTOS: PALABRAS DEL PAPA A MIEMBROS DE LOS CURSILLOS DE CRISTIANDAD EN ITALIA (28/05/2022)

Jamás aislarse ni encerrarse nunca, no “eternizar” los cargos y, sobre todo, hacer comunidad buscando la armonía y la unidad internamente en el movimiento y externamente en la Iglesia y en los lugares donde se está insertado. El Papa Francisco insistió en el concepto de “comunión” en su encuentro de este 28 de mayo con los miembros del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de Italia, llegados a Roma para la VII Ultreya nacional. Se trata de un encuentro que para los casi dos mil cuatrocientos participantes representa un momento de anuncio, testimonio y oración, que – como sugiere su propio nombre, tomado del antiguo saludo de los peregrinos de Santiago de Compostela – exhorta a ir “más allá”. Transcribimos a continuación, el texto completo de la intervención del Santo Padre, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días, bienvenidos:

Con alegría saludo a todos ustedes, que pertenecen al Movimiento de Cursillos de Cristiandad de Italia, junto a los obispos y sacerdotes que les acompañan, reunidos aquí en Roma para su VII Ultreya nacional.

Ustedes usan este antiguo saludo de los peregrinos, “ultreya”, para indicar el sentido de estas reuniones, que desde el principio caracterizan su carisma: son momentos de encuentro, de anuncio, de testimonio y oración, para exhortar se mutuamente a ir “más allá”. No se trata de reuniones organizacionales, no es el “consejo de administración” de un negocio, sino encuentros fraternos para reencontrar las motivaciones y el impulso de fe que todos experimentaron desde el primer cursillo en el que participaron y que dio un giro a su vida.

Ya en sus reuniones de grupos semanales dan un paso “más allá”. Tienen en efecto la posibilidad de ir más allá de una visión sólo horizontal, terrenal y materialista de la vida, para redescubrir cada vez la mirada nueva que la fe en Cristo les ha dado sobre todo: sobre nosotros mismos, sobre el mundo, sobre el sentido de la existencia. Rápidamente, de hecho – por pereza, por inercia, por timidez –, se pierde la mirada de la fe y nos conformamos con la mentalidad del mundo, que apaga todo celo y todo deseo de permanecer fieles al Señor y de llevarlo a los demás. Ahora que la pandemia está pasando, nos reclama la advertencia de la Carta a los Hebreos: «No deserten de las reuniones [...] más bien exhórtense mutuamente» (10, 25). Es una gran gracia tener hermanos y amigos en la fe para apoyarse mutuamente y mantener vivo el amor a Cristo, fundamento de todo, y compartirlo con los demás.

Además de los encuentros semanales, están sobre todo sus “ultreya” que los impulsan “más allá”. Quisiera señalar dos direcciones fundamentales para su “ir más allá”.

La primera es ir hacia la comunión. Se trata de ir más allá de sí mismos y más allá del propio grupo para hacer comunidad y crecer en la Iglesia, que siempre es cuerpo y nunca miembros desligados, separados. Por ello, nunca se aíslen y nunca se encierren. Siempre conserven y hagan crecer los vínculos vitales con los lugares de comunión en los que estamos insertos.

En un primer nivel, están llamados a hacer comunidad con los demás grupos, a nivel regional y a nivel nacional, para enriquecerse con experiencias y perspectivas más amplias, que les hacen comprender mejor la situación eclesial y social en la que están inmersos y que constituye el campo concreto de su misión. De esta forma se van unificando en ustedes la fe y la vida, la Iglesia y el mundo.

En un segundo nivel, están llamados a hacer comunidad con todo el movimiento de Cursillos. El gran desafío es el de conservar un espíritu de caridad y de unidad, sabiendo que el carisma de Fundación de su movimiento es el que les fue transmitido por los iniciadores y por la primera generación y del que todos ustedes son igualmente responsables. La unidad no se funda en el carisma de un individuo en particular o sobre la “línea” espiritual de alguna “corriente”. No, la unidad se funda en el patrimonio espiritual acogido por todos, vivido y compartido por todos, comprendido por todos y encomendado a todos. Sé que en los próximos días se llevará a cabo el encuentro del Organismo Mundial de Cursillos de Cristiandad, que tendrá la participación de líderes de todos los continentes. Deseo que este encuentro sea vivido como un evento sinodal de escucha y discernimiento común entre los responsables, que dé espacio a todos, que acoja las distintas sensibilidades y visiones, para crear armonía espiritual al interior. Armonía de identidad, de apostolado, de Gobierno para que puedan ser y mostrarse a los demás como hermanos que actúan en unidad.

En un tercer nivel, aún más amplio, está el hacer comunidad con la Iglesia, que implica la cercanía y la escucha de los pastores y la participación en las iniciativas pastorales de las Iglesias locales en que viven. Sus grupos y todo su movimiento, de hecho, no están “junto” a la Iglesia, sino que también son parte de la Iglesia que vive en ese territorio. Están llamados por ello a identificarse plenamente con el sentir y el actuar de la Iglesia.

La segunda dirección fundamental del “ir más allá”, y por tanto de toda ultreya, es la misión. Ir más allá significa ir en misión. También su movimiento está ante el desafío de formar Comunidad de discípulos misioneros que vayan al encuentro de los lejanos (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 24), superando el criterio del “así se ha hecho siempre” (cf. ibid., 33), que no es un criterio cristiano. Ustedes tienen un carisma particular, que los ha llevado a redescubrir y a saber anunciar de manera sencilla y directa lo esencial de la experiencia cristiana, es decir el amor de Dios por cada hombre y cada mujer. Y saben transmitir este anuncio al interior de vínculos de amistad y de cercanía que establecen, sin forzar, con muchas personas que encuentran, incluso con aquellas dotadas de una más fuerte personalidad y que parecen casi indiferentes o a veces hostiles con la fe. Los animó, por ello, a dejarse animar por este carisma que el Espíritu Santo les ha concedido, para experimentar así la dulce alegría de evangelizar, en todos los ámbitos de la vida, privada y pública, es decir movimiento, movimiento por una unidad interna y movimiento para evangelizar.

Quisiera agregar algo: estar en movimiento significa también vivir el servicio de anuncio y de testimonio cristiano, y eso le toca también a las personas que son los encargados o los responsables de cada país o de todo el movimiento. Algo malo que deben evitar, antes de que suceda –porque parece que a ustedes no les ha ocurrido, pero se los digo antes –: “eternizar” los cargos, es decir que siempre es el mismo o la misma. Por favor, no. Todos son capaces, pero no todos indispensables. No somos indispensables. Yo termino esta tarea de coordinador o coordinadora, no sé cómo se llama entre ustedes, ya sea del grupo, o de los países o en general, y me voy a casa, es decir entró en el grupo como cualquiera. “No, yo hice esto, ahora toca...”. No toca nada, te toca ir a casa. ¿Entendido? Y esta renovación contra las ambiciones personales, que el diablo mueve, es un trabajo para continuar viviendo. Porque muchos movimientos se apagan en las manos de un único o de una única dirigente. Tenemos muchas experiencias similares en la Iglesia. Así, renovar el servicio de la autoridad, digámoslo así, renovarlo: ninguno es eterno en la autoridad.

Queridos amigos, que el Espíritu Santo, por intercesión de la Virgen María, los mantenga siempre en camino, nunca estáticos, en camino, siempre listos para “ir más allá”, hacia la comunión y hacia la misión, y siempre al servicio, no trepadores de cargos. De corazón bendigo a todos ustedes y a sus seres queridos. Y también ustedes, por favor, no se olviden de orar por mí. Gracias.

Comentarios