DEN UN ROSTRO A LA CARIDAD LABORIOSA DE LA IGLESIA HACIA LOS MIGRANTES: MENSAJE DEL PAPA A LA COMISIÓN CATÓLICA INTERNACIONAL PARA LAS MIGRACIONES (30/05/2022)

Un sincero agradecimiento por el trabajo realizado en los últimos 70 años, en particular, por la ayuda a las Iglesias para responder a los desafíos del desplazamiento masivo causado por la guerra en Ucrania, “el mayor movimiento de refugiados que se ha producido en Europa desde la Segunda Guerra Mundial” es el que expresa el Papa Francisco en un Mensaje a los participantes en el Consejo Plenario de la Comisión Católica Internacional para las Migraciones, reunido en estos días para “elegir el nuevo cuadro directivo de la Comisión, aprobar los nuevos estatutos y determinar las líneas operativas para los próximos años”. Reproducimos a continuación el texto del mensaje del Papa, fechado el pasado día 20 y dado a conocer este 30 de mayo, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas:

Me alegra dirigir mi saludo a todos ustedes, que participan en el Consejo Plenario de la Comisión Internacional Católica para las Migraciones.

En estos días están llamados a realizar tres tareas muy importantes: elegir al nuevo cuadro directivo de la Comisión, aprobar los nuevos estatutos y determinar las líneas operativas para los próximos años. Aprovecho con gusto esta ocasión para subrayar algunos puntos que considero pueden ayudarles en su discernimiento.

La Comisión fue fundada por el Venerable Papa Pío XII, en 1951, para formar, entre las Conferencias Episcopales en el mundo entero, una red que pudiera asistirlo en su servicio pastoral a favor de los migrantes y refugiados. Su naturaleza y su misión eclesial la distinguen con respecto a otras organizaciones que operan en la sociedad civil y la Iglesia. La Comisión, de hecho, es expresión colegial de la acción pastoral, en el ámbito migratorio, de los obispos que, en comunión con el Papa, participan de su «preocupación por la Iglesia universal en un vínculo de paz, de amor y unidad» (Lumen gentium, 22). Por eso, en la Constitución apostólica Praedicate Evangelium, la Comisión es mencionada y colocada entre las competencias del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral (cf. Art. 174 § 2), así que su naturaleza y su misión son salvaguardadas de acuerdo con los principios originales. En el Consejo Plenario ustedes representan oficialmente a las Conferencias Episcopales que se han adherido a la comisión. Su voluntad de comprometerse juntas para acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes y refugiados es confirmada por su presencia.

La misión eclesial de la Comisión se realiza en dos direcciones: ad intra y ad extra. Ante todo está llamada a ofrecer una asistencia calificada a las conferencias episcopales y a las diócesis que deben responder a los muchos y complejos desafíos migratorios del tiempo presente. Se esfuerza, por tanto, en favorecer el desarrollo y realización de proyectos de pastoral migratoria y formación especializada de agentes pastorales en el ámbito migratorio, siempre al servicio de las iglesias particulares y según las propias competencias.

Ad extra, la Comisión está llamada a responder a los desafíos globales y las emergencias migratorias con programas específicos, siempre en comunión con las iglesias locales. Además, está encargada de realizar actividades de Defensoría como organización de la sociedad civil en el ámbito internacional. La comisión compromete a la Iglesia y trabaja por una mayor sensibilización internacional con respecto a las temáticas migratorias, con el fin de favorecer el respeto de los derechos humanos y la promoción de la dignidad de las personas según las orientaciones de la Doctrina Social de la Iglesia.

Les agradezco de corazón por todo el trabajo que la Comisión ha realizado en los últimos setenta años. Muchas de estas acciones han tenido una incidencia realmente determinante. Les agradezco, en particular, Por el abundante esfuerzo en ayudar a las iglesias a responder a los desafíos ligados al masivo desplazamiento provocado por el conflicto en Ucrania. Se trata del más grande movimiento de refugiados verificado en Europa después de la Segunda Guerra Mundial.

No podemos olvidar, sin embargo, a los millones que piden asilo, refugiados y desplazados en muchas partes del mundo, que tienen una desesperada necesidad de ser acogidos, protegidos y amados. Como Iglesia queremos servir a todos y trabajar duro por la edificación de un futuro de paz. Ustedes tienen la posibilidad de dar un rostro a la caridad laboriosa de la Iglesia ante estas situaciones.

Deseo a todos un trabajo fructífero y les aseguro mi recuerdo en la oración. Y ustedes, por favor, no se olviden de orar por mí.

Desde el Vaticano, 20 de mayo 2022

FRANCISCO

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