LOS NUEVOS SANTOS, SIGNOS LUMINOSOS DE ESPERANZA Y AMOR: PALABRAS DE LEÓN XIV A LOS PEREGRINOS PRESENTES EN ROMA PARA LAS CANONIZACIONES (20/10/2025)

Después de la canonización de siete nuevos santos el día de ayer, entre ellos mártires, religiosas y laicos, el Papa León XIV se reunió este 20 de octubre en el Aula Pablo VI con los fieles que llegaron al Vaticano para la ocasión, incluso desde tierras lejanas. En su mensaje, el Santo Padre los exhortó a seguir el ejemplo de vida de los nuevos santos para que haya reconciliación en Armenia, unidad para Venezuela y dignidad para todos. Compartimos a continuación el texto de su discurso, traducido del italiano y el inglés, así como las palabras pronunciadas en español:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
La paz sea con ustedes.

Queridos hermanos y hermanas:

Estoy contento de encontrarlos al día siguiente de la canonización de los siete nuevos santos a quienes están, por diversos motivos, muy unidos. Saludo a cada uno de ustedes, en particular a los Cardenales, los Obispos, las Superioras Religiosas y las autoridades civiles aquí presentes. El evento gozoso y solemne que celebramos ayer nos recuerda que la comunión de la Iglesia involucra a todos los fieles, en el espacio y el tiempo, en toda lengua y cultura, uniéndonos como pueblo de Dios, cuerpo de Cristo y templo del Espíritu Santo.

Los hombres y mujeres que ayer proclamamos Santos son para todos nosotros signos luminosos de esperanza, porque ofrecieron su propia vida en el amor a Cristo y a los hermanos.

Todos compartimos la alegría del amado pueblo armenio mientras miramos la santidad del martirizado Obispo Ignacio Maloyan. Fue un Pastor según el corazón de Cristo, y en tiempos de graves dificultades, no abandonó a su rebaño, más bien los animó para fortalecer su fe. Cuando se le pidió renunciar a su fe a cambio de la libertad, no dudó en elegir a su Señor, incluso hasta el punto de derramar su propia sangre por Dios. Esto me hace pensar con gran afecto en el pueblo armenio, Que esculpe la Cruz en piedra como signo de su fe firme y sólida como una roca. Que la intercesión del nuevo santo renueve el fervor de los creyentes y dé fruto de reconciliación y paz para todos.

Podemos ver la profunda fe del pueblo de Papúa Nueva Guinea reflejada en San Peter To Rot, que nos ofrece un ejemplo inspirador de constancia y fortaleza al predicar las verdades del Evangelio cuando enfrentamos dificultades y retos, incluso amenazas a nuestra vida. Aunque fue un catequista ordinario, mostró una valentía extraordinaria al arriesgar su vida realizando su apostolado en secreto, porque su trabajo pastoral estaba prohibido por las fuerzas de ocupación durante la Segunda Guerra Mundial. Al mismo tiempo, cuando estas autoridades permitieron la práctica de la poligamia, San Peter To Rot firmemente defendió la santidad del matrimonio e incluso confrontó a algunas personas poderosas. Escuchemos sus palabras ante la hostilidad: “Este es un mal tiempo para nosotros y todos tenemos miedo. Pero Dios nuestro Padre está con nosotros y nos cuida. Debemos orar y pedirle que se quede siempre con nosotros”. Queridos hermanos y hermanas, que el ejemplo de San Peter To Rot nos anime a defender las verdades de la fe, incluso a costa del sacrificio personal, y a confiar siempre en Dios en nuestras pruebas.

Queridos hermanos y hermanas: los Obispos de Venezuela han publicado el pasado 7 de octubre una carta con motivo del gozoso acontecimiento de ver en los altares a dos hijos de su amada tierra: San José Gregorio Hernández y Santa Carmen Rendiles, pidiendo al Señor que este sea un fuerte estímulo para que todos los venezolanos se congreguen y sepan reconocerse como hijos y hermanos de una misma Patria, reflexionando así sobre el presente y el futuro, a la luz de las virtudes que estos santos vivieron de manera heroica.

Cabría preguntarse, ¿cuáles son esas virtudes que deben motivarnos? Ciertamente la fe. Dios estaba presente en sus vidas y las transformaba, haciendo de la sencilla existencia de una persona normal, como cualquiera de nosotros, una lámpara que en lo cotidiano iluminaba a todos con una luz nueva. Sin duda también la virtud de la esperanza: si Dios es nuestra recompensa eterna, nuestros trabajos y nuestras luchas no pueden finalizarse en metas que además de indignas y degradantes, son efímeras. Finalmente, la caridad, que nace de acoger y compartir el don recibido; que nos hace encontrar el verdadero sentido de una vida y nos pide que la construyamos por medio del servicio, sea a los enfermos, a los pobres, a los más pequeños.

Ahora bien, ¿cómo puede la reflexión sobre estas virtudes ayudarnos en el momento actual? Puede hacerlo si al mirar a estas dos grandes figuras, vemos en ellas sobre todo a personas muy semejantes a nosotros, que vivieron enfrentando problemáticas que no nos son extrañas, y que nosotros mismos podemos afrontar como ellos lo hicieron, siguiendo su ejemplo. Por otro lado, asumiendo que quien vive a mi lado – como yo, como ellos – está llamado a la misma santidad, y por ello debo verlo, ante todo, como un hermano al que respetar y al que amar, compartiendo el camino de la existencia, sosteniéndonos en las dificultades y construyendo juntos el reino de Dios con alegría.

Alabamos además al Señor por Sor María Troncatti, santa salesiana que dedicó su vida al servicio de los pueblos indígenas de Ecuador. Conjugando capacidad médica y pasión por Cristo, esta generosa misionera curó los miembros y los corazones de todos a los que asistía con el amor y la fuerza que surgía de la fe y la oración. Su obra, realmente incansable, es para nosotros ejemplo de una calidad que no se rinde ante las dificultades, transformándola más bien en ocasiones para una entrega gratuita y total de sí mismo.

En su providencia, Dios entregó a la Iglesia a Sor Vincenza María Poloni, fundadora de las Hermanas de la Misericordia. Su carisma da testimonio de la compasión de Jesús hacia los enfermos y los marginados. Alimentando el compromiso social con una profunda espiritualidad eucarística y con la devoción mariana Santa Vincenza nos anima a perseverar en el servicio cotidiano a los más frágiles: es precisamente ahí donde florece la santidad de vida.

Esta transformación, que la gracia de Dios obra en el corazón, encuentra en Bartolo Longo un ejemplo de particular intensidad. Convertido desde una vida alejada de Dios, él dedicó todas sus energías a obras de misericordia corporal y espiritual, promoviendo la fe en Cristo y el afecto por María a través de la caridad hacia los huérfanos, los pobres, los desesperados. Que, reconociendo a su fundador, el Santuario de Pompeya custodia y difunda el fervor de San Bartolo, apóstol del Rosario: de corazón pido esta oración a todos, a los sacerdotes, a los religiosos, a las familias, a los jóvenes. Contemplando los misterios de Cristo con la mirada de María, día a día asimilamos el Evangelio y aprendemos a practicarlo.

Muy queridos peregrinos, les deseo que vuelvan a sus tierras con el corazón lleno de gratitud y con el ardiente deseo de imitar a los nuevos santos. Que su intercesión los acompañe y su ejemplo los inspire. Con afecto imparto a todos ustedes la bendición apostólica.

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