LA IGLESIA ESTÁ CERCA DE LOS QUE PIERDEN SU TRABAJO: PALABRAS DE LEÓN XIV A LOS PEREGRINOS DE LA TOSCANA Y OTRAS DIÓCESIS (11/10/2025)
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
La paz esté con ustedes.
Eminencias Reverentísimas, Excelencias, hermanos y hermanas:
Les doy la bienvenida, saludando a todos ustedes que provienen de las Diócesis de la Toscana, junto con los peregrinos de Camerino-San Severino Marche, de Fabriano-Matelica, de Lanciano-Ortona y de San Severo. ¡Bienvenidos todos!
La Peregrinación Jubilar es una hermosa ocasión para renovar juntos la profesión de fe y para expresar también la dimensión comunitaria y eclesial del seguimiento cristiano; de hecho, la única Iglesia de Cristo se encarna en las realidades particulares como las Diócesis, pero esta nos llama también a la catolicidad, para sentirnos la única familia de hijos de Dios más allá de las fronteras establecidas, venciendo la tentación de una pertenencia identitaria cerrada y viviendo la comunión.
Se trata de una frontera necesaria sobre todo con respecto a los desafíos de la evangelización. Ciertamente, la vivencia existencial, social y eclesial de sus Diócesis es distinta, desde el momento que provienen de tres regiones italianas que tienen su propia historia: sin embargo, aunque con acentos distintos, todos estamos llamados a interrogarnos y a imaginar nuevos caminos pastorales para un renovado anuncio del Evangelio, sobre todo para enfrentar algunos temas como la catequesis de la iniciación cristiana, la disminución de las vocaciones al ministerio ordenado, la participación activa de los laicos en la vida eclesial, la presencia de las comunidades con respecto a la vida de las familias, de los pobres, del mundo del trabajo, etcétera.
En algunas regiones italianas – y la Toscana así como la región de Marche están entre ellas – se ha iniciado también un proceso de unificación de las Diócesis que, por una parte, que puede hacer surgir algunas potencialidades pastorales, no tanto con respecto a las fuerzas numéricas sino a la calidad de la propuesta.
Por otra parte, proviniendo cada uno de una historia eclesial particular y considerando las diferencias geográficas, territoriales y a veces pastorales, es necesario que se realice un verdadero ejercicio sinodal, es decir que se camine juntos para interrogarse, para iniciar alguna experimentación y para comenzar un discernimiento sereno y Franco con el fin de hacer evidentes las posibilidades y límites de dicho proceso, de manera que pueda verificarse si existen o no las condiciones para seguir adelante. Ángela iniciado algunas colaboraciones que superan las fronteras diocesanas, como en el caso del Tribunal eclesiástico, y hay otras que están comenzando por ejemplo con respecto a la formación inicial de los presbíteros y a los Seminarios. Los invito a continuar en este camino, porque estas experiencias pueden ayudarnos a discernir el futuro.
Quisiera dirigirme después, en particular, al pueblo de la Toscana, siendo esta la peregrinación jubilar de la región. Su tierra, situada en el centro de Italia, extraordinario vientre de Cultura y arte que conserva las huellas indelebles del Medioevo y del Renacimiento y qué ha dado ilustra nacimiento a figuras como Dante Alighieri, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel Buonarroti y tantos otros, es también heredera de una rica historia cristiana, en la cual maduró la semilla de la santidad de Santa Catalina de Siena, Santa Gemma Galgani y muchos más, así como se pueden mencionar a numerosas figuras de importantes Pontífices.
La riqueza de dicha herencia, naturalmente, no debe hacerlos permanecer con una mirada hacia atrás, que se limita a admirar el esplendor del pasado menospreciando los desafíos del presente. Hoy, también frente a la buena voluntad y la generosidad que los caracteriza como pueblo, no faltan las cuestiones que hacen evidente una cierta crisis de fe y de práctica religiosa, y que exigen una valiente inversión en la formación cristiana y un nuevo entusiasmo en la evangelización.
Sin embargo, quisiera exhortarlos a asumir, como Iglesia local, el estilo de la cercanía, poniéndose a la escucha de las tribulaciones y fatigas de la gente. Lo digo sobre todo pensando en las preocupantes noticias que se refieren a distintos sectores del mundo del trabajo. Eso no debe parecer fuera de lugar sino, más bien, como recordaba San Pablo VI, acerca del mundo del trabajo, la comunidad cristiana, «no solo debe abrirse, sino todavía más, debe estar fraterna y activamente presente en este mundo con un espíritu de inteligente comprensión, de vigilante discernimiento, de amigable diálogo […]. La comunidad cristiana, ante las consecuencias negativas de la crisis ocupacional y social, de frente a las inciertas perspectivas del futuro, está llamada a ejercer, con generosa pasión, un múltiple papel estudiando los problemas, elaborando soluciones, asumiendo responsabilidades propias: en resumen, ésta debe ser Iglesia en el territorio, es decir Iglesia en las casas, Iglesia en las fábricas, Iglesia “junto al hombre”» (S. Juan Pablo II, Discurso a los trabajadores, 18 de marzo 1984).
En una tierra trabajadora como la Toscana, en la que están presentes algunas excelencias del pequeño mundo del artesanado y de la pequeña y mediana industria, es doloroso constatar cómo la crisis económica que involucra a numerosos negocios obliga al despido de muchos trabajadores y a muchos otros los deja con la compensación de desempleo, en espera de que se desbloqueen los acuerdos institucionales dirigidos a retomar las actividades. Los exhorto por ello, a ser una iglesia cercana al mundo del trabajo, compasiva y encarnada, para que el anuncio del Evangelio se convierta en presencia concreta de consuelo y esperanza, pero también en palabra profética que reclame la importancia de garantizar el trabajo para todos, ya que este «es una dimensión irrenunciable de la vida social» (Francisco, Fratelli tutti, 162).
Muy queridos todos, algunas urgencias pastorales y sociales sobre las que he deseado detenerme, si bien de manera distinta y según prioridades diferentes, afectan a todas las Iglesias locales y piden a cada una de nuestras comunidades cristianas un despertar de la evangelización y un discernimiento acerca de las formas de presencia eclesial en el territorio. Don Lorenzo Milani, profeta de la Iglesia toscana, a quien el Papa Francisco definió como «testigo e intérprete de la transformación social y económica» (Francisco, Discurso a los miembros del comité por el centenario de don Lorenzo milani, 22 enero 2024), tenía como lema “I care”, es decir “me importa”, me interesa, lo considero importante. Es por ello por lo que los exhorto a no permanecer estáticos y a hacer su parte para delinear el rostro de una Iglesia para la que es importante la vida de las personas, en particular la de los más pobres.
Los encomiendo a la intercesión de la Virgen María y los bendigo a ustedes y a sus comunidades.
[Canto del Padre Nuestro]
[Bendición]
¡Buena peregrinación a todos!

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