TODA GUERRA ES FRATRICIDA: MENSAJE DEL DICASTERIO PARA EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO EN OCASIÓN DEL RAMADÁN (15/03/2024)

El creciente número de conflictos en el mundo ha llevado inevitablemente al Dicasterio para el Diálogo Interreligioso a considerar una vez más el tema del compromiso por la paz como punto de apoyo del mensaje para el mes de Ramadán y ‘Id Al-Fitr dirigido a los musulmanes, que se dio a conocer este 15 de marzo. Se trata de un mensaje de “cercanía y amistad”, que contiene un llamado a cristianos y musulmanes a “apagar el fuego de la guerra y encender la vela de la paz”. Transcribimos a continuación, el texto completo del mensaje, traducido del inglés:

Cristianos y Musulmanes:
Extingan el fuego de la guerra y enciendan la vela de la paz

Queridos hermanos y hermanas Musulmanes:

Una vez más los saludamos en ocasión del mes del Ramadán con un mensaje de cercanía y amistad, conscientes de la importancia de este mes para su viaje espiritual y para su vida familiar y social, que también incluye a sus amigos y vecinos cristianos.

Nos complace saber que nuestro mensaje anual para ustedes por el Ramadán es un medio importante para fortalecer y construir buenas relaciones entre los cristianos y los musulmanes, gracias a su difusión a través de los medios tradicionales y modernos, particularmente las redes sociales. Por esta razón, sería beneficioso hacer que este mensaje sea más conocido en ambas comunidades.

Nos hubiera gustado compartir con ustedes algunas consideraciones sobre un tema distinto al que hemos escogido abordar. Sin embargo el creciente número de conflictos en estos días, extendiéndose desde el combate militar a enfrentamientos armados de diversa intensidad que involucran a estados, organizaciones criminales, bandas armadas y civiles, se ha vuelto verdaderamente alarmante. El Papa Francisco observó recientemente que este aumento en las hostilidades está de hecho transformando “una Tercera Guerra Mundial combatida a pedazos” en “un auténtico conflicto global”.

Las causas de estos conflictos son muchas, algunas con larga historia, otras más recientes. Junto al perenne deseo humano por la dominación, las ambiciones geopolíticas y los intereses económicos, Una causa mayor es seguramente la continua producción y comercio de armas. Incluso cuando una parte de nuestra familia humana sufre gravemente los efectos devastadores del uso de estas armas en la guerra, otros cínicamente se alegran por la gran ganancia económica que deriva de este comercio inmoral. El Papa Francisco ha descrito esto como sumergir un pedazo de pan en la sangre de nuestro hermano.

Al mismo tiempo, podemos estar agradecidos de que también poseemos inmensos Recursos Humanos y religiosos para avanzar en la paz. El deseo por la paz y la seguridad está profundamente arraigado en el alma de toda persona de buena voluntad, ya que nadie puede dejar de ver los efectos trágicos de la guerra en la pérdida de vidas humanas, el gran número de heridos graves y las multitudes de huérfanos y viudas. La destrucción de infraestructura y propiedades hace la vida desesperadamente dificultosa, si no imposible. A veces cientos de miles de personas son desplazadas en su propio país o forzadas a huir a otros países como refugiados.

Consecuentemente, la condena y el rechazo de la guerra no deben ser ambiguos: toda guerra es fratricida, inútil, sin sentido y obscura. En la guerra, todos pierden. Una vez más, en palabras del Papa Francisco: “Ninguna guerra es santa, sólo la paz es santa”.

Todas las religiones, cada una a su manera, consideran sagrada la vida humana y por tanto, digna de respeto y protección. Los estados que permiten y practican la pena capital son, afortunadamente, cada vez menos anualmente. Un revivido sentido del respeto por esta dignidad fundamental del don de la vida contribuirá a la convicción de que la guerra debe ser rechazada y la paz, apreciada.

Aún con sus diferencias, las religiones reconocen la existencia y el importante papel de la conciencia. Formar conciencias para respetar el valor absoluto de la vida de cada persona y su derecho a la integridad física, la seguridad y una vida digna de igual forma contribuirá a condenar y rechazar la guerra, cualquier guerra y todas las guerras.

Dirigimos nuestra mirada al Todopoderoso como Dios de paz, la fuente de la paz, que de manera especial ama a todos aquellos que dedican sus vidas al servicio de la paz. Como muchas cosas, la paz es un don divino pero al mismo tiempo es el fruto de esfuerzos humanos, especialmente en la preparación de condiciones necesarias para su establecimiento y preservación.

Como creyentes, somos también testigos de la esperanza, como recordamos en nuestro mensaje para el Ramadán de 2021: “Cristianos y Musulmanes: Testigos de Esperanza”. La esperanza puede simbolizarse con una vela, cuya luz irradia seguridad y alegría, mientras que el fuego, sin control, puede llevar a la destrucción de la fauna y la flora, las infraestructuras y a la pérdida de vidas humanas.

Queridos hermanos y hermanas Musulmanes, unámonos en extinguir los fuegos del odio, la violencia y la guerra, y encendamos en cambio la gentil vela de la paz, utilizando recursos para la paz que están presentes en nuestras ricas tradiciones humanas y religiosas.

Que en su ayuno y otras prácticas piadosas durante el Ramadán y la celebración de ‘Id al-Fitr con que concluye, les traigan frutos abundantes de paz, esperanza y alegría.

Desde el Vaticano, 11 de marzo 2024

Miguel Ángel Cardinal Ayuso Guixot, MCCJ
Prefecto

Mons. Indunil Kodithuwakku Janakaratne Kankanamalage
Secretario

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