NO DEBE SUCEDER QUE LAS VÍCTIMAS DE ABUSOS NO SEAN ACOGIDAS Y ESCUCHADAS: PALABRAS DEL PAPA A LA COMISIÓN PARA PROTECCIÓN DE MENORES (07/03/2024)

El Papa Francisco recibió en la Sala de los Papas, este 7 de marzo, a los miembros de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, dirigida por el Cardenal Sean O'Malley, reunidos en sesión plenaria en Roma. En su discurso, leído por Mons. Pierluigi Giroli debido al resfriado, los exhortó a “dejarse sacudir por el sufrimiento” de quienes han padecido violencia y a continuar con su compromiso de escucha, intervención, prevención y ayuda. Transcribimos a continuación el texto del discurso, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas:

Me alegra darles la bienvenida en ocasión de su Asamblea Plenaria. Les agradezco de corazón por su trabajo, que es muy importante, y también por su testimonio personal y colectivo.

Muchos de ustedes, de hecho, han dedicado su vida a cuidar a las víctimas de abusos: es una vocación valiente, que nace desde el corazón de la Iglesia y la ayuda a purificarse y a crecer. En los últimos diez años su tarea de ofrecer «consejo y consultoría y además proponer las iniciativas más oportunas para la salvaguarda de los menores y las personas vulnerables» (Praedicate Evangelium, art. 78) Se ha ensanchado notablemente. Ha asumido una fisonomía más definida, desde el momento en que les pedí concentrarse en ayudar hacer de la Iglesia un lugar cada vez más seguro para los menores y los adultos más frágiles. Me alegra ver que hoy están aquí en gran número, como también poder escuchar las actualizaciones sobre sus actividades. Los exhorto a continuar en este servicio, con espíritu de equipo: construyendo puentes y colaboraciones que puedan hacer más eficaz su cuidado de los demás.

Han dedicado tiempo y esfuerzo para completar el Reporte Anual sobre Políticas y Procedimientos de Cuidado en la Iglesia, que les pedí preparar. Éste no debería ser sencillamente un documento más, sino ayudarnos a entender mejor el trabajo que aún nos espera.

Ante el escándalo de los abusos y el sufrimiento de las víctimas podríamos desanimarnos, porque el desafío de reconstruir el tejido de vidas destruidas y de curar el dolor es grande y complejo. Pero no debe disminuir nuestro esfuerzo; es más, los animo a seguir adelante, para que la iglesia sea siempre y en todos lados un lugar donde cada uno puede sentirse en casa y cada persona sea considerada sagrada.

Para vivir bien este servicio debemos hacer nuestros los sentimientos de Cristo: su compasión, su manera de tocar las heridas de la humanidad, su Corazón atravesado de amor por nosotros. Jesús es Aquél que se hizo cercano; en su carne Dios Padre se acercó a nosotros más allá de todo límite y, así, nos muestra que no está lejos de nuestras necesidades y preocupaciones. En Jesús Él se hace cargo de nuestros sufrimientos y lleva sobre sí nuestras llagas, como afirma el cuarto poema del Siervo doliente en el Libro del profeta Isaías (cf. 53, 4). Y también nosotros, aprendámoslo: no podemos ayudar a otro a cargar sus pesos sin cargarlo en nuestras espaldas, sin practicar la cercanía y la compasión.

En nuestro ministerio eclesial de protección, la cercanía a las víctimas de abuso no es un concepto abstracto: es una realidad muy concreta, hecho de escucha, intervenciones, prevención, ayuda. Todos estamos llamados – en particular las autoridades eclesiásticas – a conocer directamente el impacto de los abusos y a dejarnos sacudir por el sufrimiento de las víctimas, escuchando directamente su voz y practicando esa proximidad que, a través de decisiones concretas, los levante, los ayude y prepare un futuro distinto para todos.

La respuesta a aquellos que han sufrido abusos nace desde esta mirada del corazón, desde esta cercanía. No debe ocurrir que estos hermanos y hermanas no sean acogidos y escuchados, porque eso puede agravar muchísimo su sufrimiento. Se necesita cuidarlos con un compromiso personal, así como es necesario que esto sea llevado adelante con la ayuda de colaboradores competentes.

Les agradezco por todo lo que hacen para acompañar a las víctimas y sobrevivientes. Gran parte de su servicio se realiza de manera reservada, como es justo que sea por respeto a las personas. Pero, al mismo tiempo, sus frutos deberían hacerse visibles: se debería saber y ver el trabajo que hacen acompañando el ministerio de protección de las Iglesias locales. Su cercanía a las autoridades de las iglesias locales las fortalecerá en él compartir buenas prácticas y al verificar el carácter adecuado de las medidas que son puestas en acción. Ya les he pedido que aseguren la conformidad con Vos estis lux mundi, de manera que sean medios confiables para acoger y cuidar a víctimas y sobrevivientes, como también para asegurar que la experiencia y el testimonio de estas comunidades apoye el trabajo de protección y prevención.

Sé que su servicio a las iglesias locales ya está dando grandes frutos y estoy animado al ver que la iniciativa Memorare cobra forma, en colaboración con las Iglesias de muchos países del mundo. Esto es una forma muy concreta para la comisión de demostrar su cercanía a las autoridades de estas Iglesias, mientras fortalecen los esfuerzos existentes para la protección. Con el tiempo, es toda la vida a una red de solidaridad con las víctimas y con aquellos que promueven sus derechos, especialmente donde los recursos y la experiencia escasean.

Queridos hermanos y hermanas, gracias por su delicado e importante servicio. Sus observaciones nos mantendrán en camino en la justa dirección, para que la iglesia siga esforzándose con todas sus fuerzas en la prevención de los abusos, en su firme condena, en la atención compasiva hacia las víctimas y en el compromiso constante por ser un lugar hospitalario y seguro. Gracias por su perseverancia y por el testimonio de esperanza que ofrecen. Los bendigo de corazón, pido por ustedes y les pido orar por mí.

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