PROMOVER LA DIGNIDAD DE LAS PERSONAS CON AUTISMO Y DISCAPACIDAD: PALABRAS DEL PAPA A LA FUNDACIÓN ITALIANA PARA EL AUTISMO (01/04/2022)

“La promoción de la cultura de la inclusión y pertenencia, la dignidad de las personas con autismo, la creación de redes solidarias y la fraternidad al centro de la economía”, son algunos de los temas sobre los que reflexionó el Santo Padre Francisco en el encuentro con los miembros de la Fundación Italiana para el Autismo, a quienes recibió en audiencia este 1º de abril, en la Sala Clementina del Vaticano. Transcribimos a continuación, el texto completo de su intervención, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos:

Agradezco al Presidente de la Fundación Italiana para el Autismo por sus palabras de introducción y al joven que trajo su testimonio, ofreciendo muchas ideas sobre las cuales reflexionar

Mañana se celebra la Jornada Mundial de la conciencia del Autismo, instituida por las Naciones Unidas para llamar la atención debida en todo el mundo hacia las personas con autismo y los distintos aspectos de su condición.

Ante todo expreso mi reconocimiento por el trabajo desarrollado por la Fundación italiana para el autismo. Ustedes involucran a investigadores, médicos, psicólogos, entidades y asociaciones de familiares, que desde 2015 se ponen como objetivo común el de promover una cultura a favor de las personas en el espectro autista y con discapacidad intelectual. Hoy más que nunca los temas y las cuestiones que su Fundación enfrenta son de vital importancia. De hecho, haciendo avanzar los proyectos de investigación y las iniciativas a favor de los más débiles y desfavorecidos, aportan una válida contribución a la lucha contra la cultura del descarte (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 53), que está tan difundida en nuestra sociedad demasiado interesada en la competencia y la ganancia. Somos víctimas de esta cultura del descarte.

Quisiera aprovechar esta ocasión para compartir algunas líneas de reflexión y de compromiso.

1. La cultura de la inclusión y de la pertenencia, contra la cultura del descarte. La discapacidad, en cualquiera de sus formas, representa un desafío y una oportunidad para construir juntos una sociedad más inclusiva y civil, donde los familiares, los profesores y las asociaciones como la suya no sean abandonadas sino apoyadas. Por eso es necesario seguir sensibilizando sobre los distintos aspectos de la discapacidad, derribando los prejuicios y promoviendo la cultura de la inclusión y de la pertenencia, cimentada en la dignidad de la persona. Es la dignidad de todos aquellos hombres y mujeres más frágiles y vulnerables, muy a menudo marginados porque son etiquetados como distintos o incluso inútiles, pero que en realidad son una gran riqueza para la sociedad. En efecto, nos quedamos positivamente sorprendidos descubriendo tantos casos de personas con discapacidad que tienen una buena experiencia laboral – como algunos de ustedes aquí presentes –, ofreciendo así un testimonio significativo para todos nosotros. Pero no existe sólo el ámbito del trabajo, está toda la vida de la persona, diríamos su “vocación”. Pensemos en el ejemplo de Santa Margarita de Città di Castello, la joven con discapacidad que puso su vida en las manos del señor para dedicarse completamente a la oración y a la asistencia de los pobres.

Queridos hermanos y hermanas, la parábola evangélica del buen samaritano (cf. Lc 10, 25-37) indica el camino para una sociedad más fraterna (cf. Enc. Fratelli tutti, cap. II). Y en este camino las personas con discapacidad no son solamente objeto de cuidado, sino también sujeto, esto es muy importante. El samaritano puede ser la misma persona con discapacidad, con autismo, que se hace cercano al otro, poniendo sus propios talentos al servicio de la comunidad.

2. La participación. Un aspecto esencial de la cultura de la inclusión es la posibilidad para las personas con discapacidad de participar activamente. No encerrarlas, no, participar. Ponerlas al centro quiere decir, más que derribar las barreras físicas, también lograr que puedan tomar parte en las iniciativas de la comunidad civil y eclesial aportando su contribución. Con tal objetivo, se trata de apoyar su proyecto de vida a través del acceso a la educación, al trabajo y a los ámbitos del tiempo libre, en los cual es socializar y expresar su propia creatividad. Esto requiere un cambio de mentalidad. Grandes pasos se han dado en tal sentido, pero aún permanecen prejuicios, desigualdades y también discriminación. Deseo que las propias personas con discapacidad se conviertan cada vez más en protagonistas de este cambio, como ustedes hoy han dado testimonio colaborando juntos, instituciones civiles y eclesiales.

3. Hacer red. La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto muy grave sobre todo sobre los más frágiles, sobre los ancianos, sobre las personas con discapacidad y sus familias. En las últimas semanas además, se ha agregado la tragedia de la guerra en Ucrania: Pensemos en los que son más desfavorecidos... Queridos hermanos y hermanas, en esta situación nuestra respuesta debe ser la solidaridad, el “hacer red”. Solidaridad en la oración y solidaridad en la caridad que se convierte en actos concretos de compartir. Frente a tantas heridas, sobre todo de los más vulnerables, no desperdiciemos la oportunidad de apoyarnos mutuamente (cf. Exhort. Ap. Evangelii gaudium). Hagámonos cargo del sufrimiento humano con proyectos y propuestas que pongan al centro a los más pequeños (cf. Mt 25, 40).

También en el ámbito de la discapacidad, la comunidad eclesial y la civil están llamadas a trabajar en red, a colaborar armónicamente para ayudar a los más débiles, a los más desfavorecidos a hacer escuchar su voz. Así se realiza la subsidiariedad y se valora la contribución de todos aquellos que desde hace tiempo trabajan por las personas con discapacidad, realizando una gama de apoyos amplia y diversificada. Haciendo a un lado las actitudes competitivas se puede dar vida a una eficaz sinergia capaz de incidir a fondo en la sociedad.

4. Por una economía solidaria. Así como existen una cultura del descarte y otra de la inclusión, así también existen una economía que descarta y una economía que incluye. Y esto es de todos los días: existen el descarte y la inclusión, en toda la vida, también en la economía. Desde siempre, a partir de la primera comunidad de Jerusalén, a través de muchas y múltiples experiencias, el Evangelio inspira a poner la fraternidad al centro de la economía, para que los pobres, los marginados y las personas con discapacidad no sean excluidos. Poner la fraternidad al centro de la economía; no el egoísmo, no la ganancia personal, la fraternidad. También el trabajo que ustedes desarrollan a través de la Fundación Italiana para el Autismo necesita de un apoyo económico. Por eso mi gratitud va también a sus benefactores, que destinando recursos a favor del prójimo son constructores de una sociedad más solidaria, inclusiva y fraterna. También esta es una forma concreta de hacer economía solidaria.

Queridos hermanos y hermanas, estamos atravesando un tiempo de dura prueba, pero la Pascua del Señor que se acerca nos recuerda que la muerte no tiene la última palabra. Junto con los hermanos y hermanas más frágiles, mantengamos encendida la flama de la esperanza.

Los animo a seguir adelante con su trabajo caminando junto a las personas con autismo: no sólo por ellos, sino ante todo con ellos. Ustedes lo saben bien, e incluso hoy han querido decirlo con un gesto: dentro de poco, en la Plaza de San Pedro, algunas personas con autismo cocinarán y ofrecerán el almuerzo a los hermanos pobres. Esto es hermoso. Una iniciativa que da testimonio del estilo del buen samaritano, el estilo de Dios. ¿Cómo es el estilo de Dios? Cercanía, compasión, ternura. Con estos tres rasgos se ve el rostro de Dios, el corazón de Dios, el estilo de Dios.

Los bendigo de corazón. Que la Virgen los proteja, porque es madre y entiende estas cosas: es mejor que nosotros. Y por favor, no se olviden de orar por mí. Gracias.

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