CATEQUESIS DEL PAPA: EL FUTURO DEL MUNDO DEPENDE DEL “PUENTE” ENTRE JÓVENES Y ANCIANOS (27/04/2022)

El Papa se inspiró en el libro de Ruth, para exponer su séptima catequesis sobre la vejez, titulada en esta ocasión “Noemí, el pacto entre generaciones que abre el futuro”. En efecto, la lectura bíblica introductoria (Rt 1, 8.16-17) relata que la anciana Noemí, tras la muerte de sus hijos, se siente incapaz de aportar algo a las jóvenes nueras que han quedado viudas y, de forma generosa y altruista, las invita a volver a sus hogares para rehacer sus vidas con los suyos. Pero Ruth se niega a abandonarla. De ese modo, el inicial pesimismo de esta suegra es vencido por la fidelidad de Ruth, hasta el punto de que Noemí toma la iniciativa y la anima a encontrar marido en Israel. Compartimos a continuación, el texto completo de la catequesis del Santo Padre, traducido del italiano:

Noemí, la alianza entre las generaciones que abre al futuro

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!

Hoy seguimos reflexionando sobre los ancianos, sobre los abuelos, sobre la vejez, parece fea la palabra, pero no, ¡los viejos son grandes, son bellos! Y hoy nos dejaremos inspirar por el espléndido libro de Ruth, una joya de la Biblia. La parábola de Ruth ilumina la belleza de los vínculos familiares: generados por la relación de pareja, pero que van más allá del vínculo de pareja. Vínculos de amor capaces de ser igualmente fuertes, en los cuales se irradia la perfección de ese poliedro de los afectos fundamentales que forman la gramática familiar del amor. Esta gramática lleva savia vital y sabiduría creadora en el conjunto de las relaciones que edifican la comunidad. Respecto al Cantar de los Cantares, el libro de Ruth es como la otra cara del díptico del amor nupcial. Igualmente importante, igualmente esencial, celebra de hecho el poder y la poesía que deben habitar los vínculos de generación, parentesco, dedicación, fidelidad que envuelven a toda la constelación familiar. Y que se vuelven incluso capaces, en las coyunturas dramáticas de la vida de pareja, de llevar una fuerza de amor inimaginable, capaz de relanzar la esperanza y el futuro.

Sabemos que los lugares comunes sobre vínculos de parentesco creados por el matrimonio, sobre todo el de la suegra, ese vínculo entre suegra y nuera, hablan contra esta perspectiva. Pero, precisamente por esto, la palabra de Dios se vuelve valiosa. La inspiración de la fe sabe abrir un horizonte de testimonio contra los prejuicios más comunes, un horizonte valioso para toda la comunidad humana. ¡Los invito a redescubrir el libro de Ruth! Especialmente en la meditación sobre el amor y en la catequesis sobre la familia.

Este pequeño libro contiene también una valiosa enseñanza sobre la alianza de las generaciones: donde la juventud se revela capaz de dar de nuevo entusiasmo a la edad madura — esto es esencial: cuando la juventud da de nuevo entusiasmo a los ancianos —, donde la vejez se descubre capaz de reabrir el futuro para la juventud herida. En un primer momento, la anciana Noemí, si bien conmovida por el afecto de las nueras, que quedan viudas de sus dos hijos, se muestra pesimista sobre su destino dentro de un pueblo que no es el de ellas. Por eso anima afectuosamente a las jóvenes mujeres a volver a sus familias para rehacerse una vida — eran jóvenes estas mujeres viudas —. Dice: “No puedo hacer nada por ustedes”. Ya esto aparece como un acto de amor: la mujer anciana, sin marido y ya sin hijos, insiste para que las nueras la abandonen. Pero, también es una especie de resignación: no hay futuro posible para las viudas extranjeras, privadas de la protección del marido. Ruth sabe esto y resiste a esta generosa oferta, no quiere volver a su casa. El vínculo que se ha establecido entre suegra y nuera ha sido bendecido por Dios: Noemí no puede pedir que la abandone. En un primer momento, Noemí aparece más resignada que feliz de este ofrecimiento: quizá piensa que este extraño vínculo agravará el riesgo para ambas. En ciertos casos, la tendencia de los viejos al pesimismo necesita ser contrastada por la presión afectuosa de los jóvenes.

De hecho, Noemí, conmovida por la dedicación de Ruth, saldrá de su pesimismo e incluso tomará la iniciativa, abriendo para Ruth un nuevo futuro. Instruye y anima a Ruth, viuda de su hijo, a conquistar un nuevo marido en Israel. Booz, el candidato, muestra su nobleza, defendiendo a Ruth de los hombres que trabajan para él. Lamentablemente, es un riesgo que ocurre también hoy.

El nuevo matrimonio de Ruth se celebra y los mundos son de nuevo pacificados. Las mujeres de Israel dicen a Noemí que Ruth, la extranjera, vale “más que siete hijos” y que ese matrimonio será una “bendición del Señor”. Noemí, que estaba llena de amargura y decía también que su nombre es amargura, en su vejez conocerá la alegría de tener una parte en la generación de un nuevo nacimiento. ¡Miren cuántos “milagros” acompañan la conversión de esta anciana mujer! Ella se convierte al compromiso de volverse disponible, con amor, por el futuro de una generación herida por la pérdida y en riesgo de abandono. Los frentes de la recomposición son los mismos que, con base en las probabilidades trazadas por los prejuicios del sentido común, deberían generar fracturas insuperables. En cambio, la fe y el amor logran superarlos: la suegra supera los celos por el propio hijo, amando el nuevo vínculo de Ruth; las mujeres de Israel superan la desconfianza por el extranjero (y si lo hacen las mujeres, todos lo harán); la vulnerabilidad de la muchacha sola, frente al poder del hombre, es reconciliada con un vínculo lleno de amor y de respeto.

Y todo ello porque la joven Ruth se ha obstinado en ser fiel a un vínculo expuesto al prejuicio étnico y religioso. Y retomo lo que dije al principio, hoy la suegra es un personaje mítico, la suegra no digo que la pensamos como el diablo pero siempre se piensa en ella como una mala figura. Pero la suegra es la mamá de tu marido, es la mamá de tu mujer. Pensemos hoy en este sentimiento un poco difundido de que la suegra cuanto más lejos mejor. ¡No! Es madre, es anciana. Una de las cosas más hermosas de las abuelas es ver a los nietos, cuando los hijos tienen hijos, reviven. Miren bien la relación que tienen con sus suegras: a veces son un poco especiales, pero te han dado la maternidad del cónyuge, te han dado todo. Al menos hay que hacerlas felices, para que lleven adelante su vejez con felicidad. Y si tienen algún defecto hay que ayudarlas a corregirse. También a ustedes suegras les digo: tengan cuidado con la lengua, porque la lengua es uno de los pecados más feos de las suegras, tengan cuidado.

Y Ruth en este libro acepta a la suegra y la hace revivir y la anciana Noemí asume la iniciativa de reabrir el futuro para Ruth, en lugar de limitarse a gozar de su apoyo. Si los jóvenes se abren a la gratitud por lo que han recibido y los ancianos toman la iniciativa de relanzar su futuro, ¡nada podrá detener el florecimiento de las bendiciones de Dios entre los pueblos! Les recomiendo, que los jóvenes hablen con los abuelos, que los jóvenes hablen con los viejos, que los viejos hablen con los jóvenes. Este puente debemos restablecerlo fuerte, hay ahí una corriente de salvación, de felicidad. Que el Señor nos ayude, haciendo esto, a crecer en armonía en las familias, esa armonía constructiva que va de los viejos a los más jóvenes, ese puente hermoso que nosotros debemos custodiar y cuidar.

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