QUE EL DERECHO CANÓNICO SEA MÁS PASTORAL Y MISIONERO: MENSAJE DEL PAPA A ASOCIACIÓN DE ESTUDIOS SOBRE DERECHO CANÓNICO (01/12/2023)

En un mensaje, publicado este 1º de diciembre, a la Asociación Consociatio Internationalis Studio Iuris Canonici Promovendo, que celebra cincuenta años de actividad, el Papa Francisco les exhorta a considerar que la “suprema lex”, a la que toda ley eclesiástica debe referirse, es siempre la salvación de las alamas. “Lo único que el mundo necesita es el Evangelio de la misericordia de Jesús. Es así que la Iglesia evangeliza también a través de la aplicación de la norma canónica”, dice el mensaje dirigido a la Prof. Chiara Minelli, Presidente de la Asociación, y cuyo texto transcribimos a continuación, traducido del italiano:

A la Ilustrísima Profesora Chiara Minelli
Presidente de la Consociatio Internationalis
Studio Iuris Canonici Promovendo

La notable celebración del 50º aniversario de la fundación de la Consociatio Internationalis Studio Iuris Canonici Promovendo es motivo de particular alegría para dirigirle a usted, así como a todos los miembros de esta insigne Sociedad, un cordial pensamiento acompañado de la gratitud por quienes, a través de estos largos años, han prodigado su esfuerzo de investigación dirigido a «profundizar y difundir el estudio del derecho canónico y del derecho civil relativo a la Iglesia católica y a otras Iglesias y comunidades eclesiales» (Estatuto, n. 2).

Como es bien sabido, dicha asociación tuvo origen y se desarrolló con la finalidad de unir a expertos del Derecho Canónico de las Universidades eclesiásticas y civiles de muchas partes del mundo, en la promoción de una disciplina importante para la vida de la Iglesia. Es muy apreciable la sinergia que se ha desarrollado entre distintos Ateneos distribuidos en varias naciones.

Sin duda al centro del Derecho canónico y del Derecho civil está la persona; la peculiaridad en el Derecho canónico es la persona en cuanto a su carácter de redimida en Cristo, como fiel en la Iglesia. A través de las leyes, tanto la Iglesia como la sociedad civil buscan procurar el bien común; sin embargo, esto en la iglesia no es solamente un orden externo que permite al individuo cumplir sus obligaciones y ejercer sus derechos, sino que es expresión de la presencia de Cristo Salvador, realidad interior de gracia, que es bien común precisamente porque pertenece a todos los fieles.

El hecho de que se trate del Derecho de la Iglesia-Pueblo de Dios, llamado a la santidad, requiere que ustedes, estudiosos apasionados, tengan siempre presente que la suprema lex, a cuya luz debe formularse, interpretarse y aplicarse toda ley eclesiástica, es la salus animarum, que ya se está poniendo en práctica, pero llegará a su plenitud al final de los tiempos. Si continúan en este horizonte encontrarán la forma, por una parte, de mantenerse firmes en lo que se encuentra en los cimientos del Derecho canónico, la Revelación en su doble expresión de la Palabra de Dios y la Tradición viva, y por otra, aplicar lo que Cristo quiere, a través de la norma canónica, a la situación concreta de cada fiel, para que sea acompañado a acoger la voluntad de Dios. Es necesario pedir el don del discernimiento espiritual. Parafraseando una célebre frase de Jesús, recuerden que la ley, sea canónica o civil, está hecha para el hombre y no el hombre para la ley (cf. Mc 2, 27).

El Pueblo de Dios vive en la historia, por tanto sus formas de vida y organización no pueden ser inmutables. También aquí su arte en el discernimiento consistirá en saber traducir el deseo de Cristo para la Iglesia, que como tal debe permanecer en el tiempo, en formas que favorezcan el cumplimiento de la misión recibida por su fundador: anunciar el Evangelio de la salvación a todos los pueblos.

La sabiduría que viene de Dios, acogida en oración y escucha de los demás, en la diligente enseñanza como también en los Tribunales y las Curias de las Diócesis donde prestan su servicio, los guía para identificar lo que en la vida cotidiana de la Iglesia es esencial, porque fue deseado por Cristo mismo y establecido por los Apóstoles, así como expresado en el Magisterio, y lo que en cambio es solamente un conjunto de formas exteriores, quizá útiles y significativas en el pasado, pero ya no en el presente, más aún a veces un impedimento para un testimonio que, especialmente hoy, para ser creíble requiere mayor sencillez. Dicho carácter esencial de la fe es el que nos fue transmitido por nuestras madres, primeras evangelizadoras. ¿Por qué no tomarlo como punto de referencia y como actitud del espíritu que hay que vivir en las distintas situaciones de la vida eclesial?

Son elocuentes las palabras del Evangelio que nos interpelan como cristianos: «Pero el Hijo del hombre, cuando venga, ¿encontrará fe en la tierra?» (Lc 18, 8b). Podemos preguntarnos, a la luz de los eventos que están marcando la realidad actual en los distintos ámbitos: “Si el Hijo del hombre viniera ahora, ¿encontraría fe en la tierra?”. Se puede incluso ser canonista, pero en la forma de razonar ser alguien sin fe. Todas las dimensiones y estructuras eclesiales deben vivir una conversión pastoral y misionera, para llevar al mundo lo único que necesita: el Evangelio de la misericordia de Jesús. También el derecho canónico recibe este mandato que el Maestro dio a su Iglesia, por tanto es necesario que sea más pastoral y misionero. Volverse pastoral no significa que las normas sean hechas a un lado y que si oriente de cualquier manera, sino que al aplicarlas es necesario hacer que los Christifideles encuentren la presencia de Jesús misericordioso, que no condena, sino más bien exhorta a ya no pecar porque da la gracia (Jn 8, 11). Por tanto, aún cuando se aplique una sanción severa a quien hubiera cometido un delito muy grave, la Iglesia, que es madre, le ofrecerá la ayuda y el apoyo espiritual indispensables para que en el arrepentimiento pueda encontrar el rostro misericordioso del Padre. De esta tarea son responsables todos los bautizados, pero especialmente los Obispos y los Superiores Mayores. Es así que la Iglesia misionera evangeliza incluso a través de la aplicación de la norma canónica.

A ustedes, queridos hermanos y hermanas, reunidos en esta especial circunstancia deseo expresarles mi agradecimiento por el calificado servicio que prestan a la comunidad cristiana. Deseo que dicho congreso, cuyo relevante tema es “Cincuenta años de Promoción del Derecho Canónico en el panorama mundial de la Ciencia Jurídica”, sea un momento providencial de reflexión para renovar su cooperación en tan delicado ámbito de la Iglesia. Sean conscientes de que son instrumentos de la justicia de Dios, que está siempre unida de manera indisoluble a la misericordia.

Mientras les aseguro mi oración por cada uno, los encomiendo a la intercesión de San Raimundo de Peñafort para que el evento que celebran logre los resultados deseados; les pido por favor no olvidarse de orar por mí y gustosamente los bendigo.

Fraternalmente

Desde el Vaticano, 1º de diciembre 2023

FRANCISCO

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