COMO MARÍA, ASOMBRARSE POR LOS DONES DE DIOS, NO DARLOS POR HECHOS: ÁNGELUS DEL 08/12/2023

Previamente a la oración del Ángelus este 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción, el Papa Francisco destacó dos actitudes de la Virgen María que le permitieron tener un corazón totalmente libre de pecado. En primer lugar, la sorpresa y el asombro al sentirse llamada “llena de gracia”. En segundo término, María, subrayó el Obispo de Roma, es una “muchacha sencilla” que “gracias a su sencillez conservó puro aquel Corazón Inmaculado con el que, por gracia de Dios, fue concebida”. Compartimos a continuación, el texto completo de su alocución, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y feliz fiesta!

Hoy, Solemnidad de la Inmaculada Concepción, el Evangelio nos presenta la escena de la Anunciación (cf. Lc 1, 26-38). Ésta muestra dos actitudes de María que ayudan a comprender cómo custodió el don único que recibió, el de un corazón totalmente libre de pecado. Y estas dos actitudes son el asombro por las obras de Dios y la fidelidad en las cosas sencillas.

Veamos el primero: el asombro. El ángel dice a María: «¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo!» (v. 28); el evangelista Lucas escribe que la Virgen «se quedó muy desconcertada y se preguntaba qué sentido tenía ese saludo» (v. 29). Se queda sorprendida, impactada, turbada: se asombra cuando escucha que el ángel la llama “llena de gracia” –es humilde la Virgen –, es decir, llena del amor de Dios. Es una actitud noble: saber asombrarse ante los dones del Señor, no darlos nunca por hechos, apreciar su valor, alegrarse de la confianza y la ternura que traen consigo. Y también es importante dar testimonio de este asombro ante los demás, hablando con humildad de los dones de Dios, del bien recibido, y no sólo de los problemas cotidianos. Ser más positivos. Podemos preguntarnos: ¿sé asombrarme por las obras de Dios? ¿Me ocurre alguna vez que me maraville vez y lo comparto con alguien? ¿O busco siempre las cosas feas, las cosas tristes?

Y llegamos a la segunda actitud: la fidelidad en las cosas sencillas. El Evangelio, antes de la Anunciación, no dice nada sobre María. Nos la presenta como una muchacha sencilla, aparentemente igual a tantas otras que vivían en su pueblo. Una joven que, precisamente gracias a su sencillez, conservó puro el Corazón Inmaculado con el que, por gracia de Dios, fue concebida. Y esto también es importante, porque para captar los grandes dones de Dios es decisivo saber atesorar los más cotidianos y que menos aparecen.

Es precisamente con la fidelidad cotidiana en el bien que la Virgen permitió al don de Dios que creciera en ella; es así como se ejercitó para responder al Señor, para decirle “sí” con toda su vida.

Entonces nos preguntamos: ¿creo que lo importante, en las situaciones cotidianas como en el camino espiritual, es la fidelidad a Dios? Y, si lo creo, ¿encuentro el tiempo para leer el Evangelio, para orar, para participar en la Eucaristía y recibir el Perdón sacramental, para hacer algún gesto concreto de servicio gratuito? Son esas pequeñas decisiones de cada día, opciones decisivas para captar la presencia del Señor.

Que María Inmaculada nos ayude a asombrarnos ante los dones de Dios y a responder a ellos con la fiel generosidad de cada día.

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