IMITEN A JUAN BAUTISTA PARA SER ESA “LÁMPARA QUE BRILLA” PARA LOS DEMÁS: ÁNGELUS DEL 17/12/2023

En este 17 de diciembre, tercer domingo de Adviento, el Papa Francisco reflexionó sobre el Evangelio del día que nos habla de la misión de Juan Bautista, señalándolo como profeta enviado por Dios para “dar testimonio de la luz”. “El Bautista es ciertamente un hombre extraordinario. La gente acude a escucharle atraída por su forma de ser, coherente y sincera” dijo el Santo Padre. Además, explicó que el Señor envía hombres y mujeres así en todas las épocas y nos hace reflexionar: “¿Sabemos reconocerlos? ¿Intentamos aprender de su testimonio, cuestionándonos incluso a nosotros mismos? ¿O nos dejamos encantar por personajes de moda?”. Compartimos a continuación el texto de su alocución, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, tercer domingo de Adviento, el Evangelio nos habla de la misión de Juan el Bautista (cf. Jn 1, 6-8.19-28), señalándolo como profeta enviado por Dios para «dar testimonio de la luz» (v. 8). Reflexionemos sobre esto: dar testimonio de la luz.

El testimonio. El Bautista es ciertamente un hombre extraordinario. La gente acude a escucharle atraída por su forma de ser, coherente y sincera (cf. vv. 6-7). Su testimonio pasa a través de la franqueza del lenguaje, la honestidad del comportamiento, la austeridad de la vida. Tres cosas: la franqueza de lenguaje, honestad de comportamiento, austeridad de vida. Todo esto lo hace distinto de otros personajes famosos y poderosos de ese tiempo, que en cambio invertían mucho en la apariencia. Personas como él, rectas, libres y valientes, son figuras luminosas, fascinantes: nos estimulan a elevarnos de la mediocridad y a ser a su vez modelos de buena vida para los demás. El Señor envía en todas las épocas hombres y mujeres de este tipo. ¿Sabemos reconocerlos? ¿Buscamos aprender de su testimonio, cuestionándonos incluso a nosotros mismos? ¿O nos dejamos encantar por personajes de moda? Y entramos en actitudes superficiales…

Juan en cambio, es luminoso porque da testimonio de la luz. Pero ¿cuál es su luz? Nos responde él mismo, cuando dice claramente a la multitud, congregada para escucharlo, que él no es la luz, que él no es el Mesías (cf. vv. 19-20). La luz es Jesús, el Cordero de Dios, “Dios que salva”. Sólo Él redime, libera, cura e ilumina. Por eso Juan es una “voz” que acompaña a los hermanos a la Palabra; sirve, sin buscar honores ni protagonismo: es una lámpara, mientras que la luz es Cristo vivo (cf. vv. 26-27; Jn 5, 35).

Hermanos y hermanas, el ejemplo de Juan Bautista nos enseña al menos dos cosas. Primero, que solos no podemos salvarnos: sólo en Dios encontramos la luz de la vida. Y segundo, que cada uno de nosotros, con el servicio, la coherencia, la humildad, con el testimonio de vida – y siempre con la gracia de Dios – puede ser una lámpara que brilla y ayudar a los demás a encontrar el camino para encontrar a Jesús.

Entonces nos preguntamos: ¿cómo puedo yo, en los ambientes en los que vivo, no un día lejano, sino ya ahora, en esta Navidad, ser testigo de luz, testigo de Cristo?

Que María, espejo de santidad, nos ayude a ser hombres y mujeres que reflejan a Jesús, la luz que viene al mundo.

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