EN EL MUNDO HAY ANGUSTIA, CANTANDO HAY GUSTO POR LA VIDA: PALABRAS DEL PAPA A LA FEDERACIÓN INTERNACIONAL PUERI CANTORES (30/12/2023)

Fue un ambiente festivo el que acogió al Papa Francisco este 30 de diciembre en el Aula Pablo VI, donde se reunieron más de tres mil Pueri cantores, provenientes de distintas partes del mundo. El Santo Padre afirmó que los coros ayudan a las comunidades a orar y a abrir su corazón a Dios: cantar es un acto de amor – dijo –, y al hacerlo oramos con palabras y música, con el corazón y la voz, con devoción y arte. Compartimos a continuación el mensaje pronunciado por el Papa, traducido del italiano:

Queridos chicos y chicas, hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos. Cantaron bien ¡felicitaciones!

Saludo a su Presidente, el Maestro Jean Henric, a los Presidentes nacionales presentes, a cuantos les acompañan y a todos ustedes, cantores, que me han recibido con un hermoso canto y que con su presencia llenan de vida esta aula. Lo que hacen es muy importante, porque con sus voces ayudan a las comunidades a orar, a abrir el corazón al Señor, y esto es fundamental para la vida de la Iglesia. Les agradezco mucho, y quisiera confiarles tres palabras claves para su servicio: alegría, oración y humildad.

Comencemos por la alegría. El canto es alegría, especialmente cuando se hace en coro. Y la alegría de su canto es un regalo que han recibido de quienes han compuesto las melodías que ejecutan, de quienes se las enseña y de quienes se las han trasmitido, a veces incluso a través de los siglos. Piensen en cuántos niños y jóvenes han cantado las notas que ustedes entonan. Eran niños y niñas, chicos y chicas como ustedes, llenos de vida y de sueños, a los que les gustaba jugar y estar juntos, y que han dedicado generosamente, como ustedes, tiempo y esfuerzo para aprender, interpretar y de ese modo entregarnos también a nosotros lo que han recibido. ¡Esta es la “tradición” del canto! Y eso es muy hermoso, recibir un don valioso y trasmitirlo enriquecido con la propia alegría. Como dice la Biblia: «Dios ama al que da con alegría» (cf. 2 Cor 9, 7). Por eso, cuando ustedes ponen su entusiasmo en el canto, hacen un gran regalo a quienes los escuchan. ¡Hay tanta necesidad de alegría en el mundo! Muchas personas, incluso jóvenes, son prisioneras de la angustia, o del aburrimiento; el canto y la música pueden tocar los corazones, regalar belleza, restituir gusto y esperanza por la vida. Esto es la alegría.

Segunda palabra, la oración. Ustedes no son artistas cualquiera, no hacen espectáculo. Ayudan a los demás a orar con su oración, con la oración cantada. Entonces es importante para cada uno de ustedes tener el corazón cerca de Jesús no sólo cuando cantan, sino siempre, y esto se hace en la oración, cada día. Si su corazón está lleno de amor a Jesús, esto se transparenta en las voces y es como una flecha que da de lleno en el blanco, llegando al corazón de las personas. San Agustín enseñaba que «cantar es propio de quien ama» (Sermón 336, 1: PL 38, 1472) y que quien canta ora dos veces. Es verdad: cantar es un acto de amor, y haciéndolo oramos con las palabras y con la música, con el corazón y con la voz, con la devoción y con el arte. Así, cuando por ejemplo cantan “Señor, ten piedad”, o bien “Santo, santo, santo”, o también “el Señor es mi pastor”, sienten con el corazón lo que dicen, porque han encontrado a Dios que es generoso en el perdón, es Santo, es bueno y está atento a todas nuestras necesidades, y camina siempre con nosotros. Pero no sólo eso. Cantando y orando juntos, en armonía, escuchándose, esperándose, introduciendo los ritmos de cada uno en el ritmo de todos, ustedes ayudan a la comunidad a hacer lo mismo, y enseñan qué hermoso es caminar todos juntos.

Finalmente, la humildad. El canto es una escuela de humildad, porque el cantor, incluso en las partes del solista, está siempre inserto en un coro, que es más grande que él y en el que todos están al servicio de todos, incluso el maestro que dirige. Su canto, además, es incluso más humilde, porque está al servicio de Dios y, por tanto, mientras ayuda a los demás a encontrar al Señor, sabe también hacerse a un lado en el momento justo, para dejar espacio al silencio, donde cada uno puede escuchar en el secreto las palabras que sólo Jesús sabe decir a cada uno de nosotros. Un cantor que busca colocarse a sí mismo en el centro, o prevalecer sobre los demás, no es un buen cantor, más aún, con frecuencia pone en riesgo arruinar el trabajo de todos, y esto se siente enseguida. Por eso, no busquen sobresalir: esfuércense más bien por fundirse en el conjunto para que en la unidad, que nace de la humildad, su canto exprese amistad auténtica, con Dios, con los demás y entre ustedes mismos.

Y quisiera decirles una última cosa. Están en gran número, aquí presentes, sin embargo, cuando cantaban, hace un rato, parecían uno sólo: ¡eso es hermoso! Esto no ocurrió por casualidad, sino porque estudiaron sus partes, han ensayado, se han esforzado, y también este es un mensaje importante para todos. Cantar bien juntos requiere esfuerzo, como requiere esfuerzo vivir bien juntos. Ustedes, sin embargo, con la armonía de sus ejecuciones, con la luz de sus rostros y la hermosura de sus voces, nos ayudan a entender que esto vale la pena.

Queridos chicos y chicas, ¡cuántas cosas nos enseña la música! Y con más razón la música sagrada, cuya alma es la Palabra de Dios. Ustedes son afortunados por haber recibido este don y son afortunados quienes los escuchan cuando lo comparten con ellos. Gracias por su servicio. Sigan realizándolo con pasión, bajo la guía de sus educadores. Los bendigo de corazón. Y les pido, no se olviden de orar por mí. Gracias. ¡Y buen camino en el nuevo año!

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