NO MÁS GUERRAS, DESTRUYEN LA VIDA: HOMILÍA DEL PAPA EN LA MISA POR LOS FIELES DIFUNTOS (02/11/2023)

Este 2 de noviembre por la tarde, el Papa Francisco celebró la Misa de Conmemoración de los Difuntos en el “Rome War Cemetery”, entre las tumbas de los caídos en la guerra. Estaban presentes unas 300 personas, reunidas bajo la lluvia. En su breve homilía, el Santo Padre recordó la joven edad de los caídos y expresó su dolor por su final: “Tantos muertos inocentes, tantas vidas truncas, las guerras son siempre una derrota. No hay victoria total”. También reiteró su invitación a pedir a Dios el don de la paz. Compartimos a continuación, el texto completo de su homilía, traducido del italiano:

La celebración de un día como el de hoy nos lleva a dos pensamientos: memoria y esperanza.

Memoria de aquellos que nos han precedido, que transcurrieron su vida, que concluyeron esta vida; memoria de tanta gente que nos hizo el bien: en familia, entre los amigos... Y memoria también de aquellos que no lograron hacer mucho bien, pero han sido recibidos en la memoria de Dios, en la misericordia de Dios. Es el misterio de la gran misericordia del Señor.

Y después esperanza. La de hoy es una memoria para mirar hacia delante, para mirar nuestro camino, nuestro sendero. Nosotros caminamos hacia un encuentro, con el Señor y con todos. Debemos pedir al señor esta gracia de la esperanza: la esperanza que nunca defrauda, nunca; la esperanza, que es la virtud de todos los días que nos hace caminar, nos ayuda a resolver los problemas y a encontrar para ellos una salida. Pero siempre adelante, adelante. Esa esperanza fecunda, esa virtud teologal de todos los días, de todos los momentos: la llamaré la virtud teologal “de la cocina”, porque está la mano y siempre viene nuestra ayuda. La esperanza que no defrauda: vivimos en esta tensión entre memoria y esperanza.

Quisiera detenerme en algo que me ocurrió al entrar. Miraba la edad de estos caídos. La mayoría está entre los 20 y los 30 años. Vidas truncas, vidas sin futuro. Y pensé en los padres, en las mamás que recibían aquella carta: “Señora, tengo el honor de decirle que tiene un hijo héroe”. “Sí, héroe, ¡pero me lo han arrebatado!”. Tantas lágrimas en esas vidas truncas. Y no podía dejar de pensar en las guerras de hoy. También hoy sucede lo mismo: muchas personas jóvenes y no tan jóvenes... En las guerras del mundo, incluso en aquellas más cercanas a nosotros, en Europa y más allá: ¡cuántos muertos! Se destruye la vida sin tener conciencia de ello.

Hoy, pensando en los muertos, custodiando la memoria de los muertos y custodiando la esperanza, pidamos al Señor la paz, para que ya no se mate a la gente en las guerras. Tantos inocentes muertos, tanto soldados que dejan la vida. Y esto, ¿para qué? Las guerras siempre son una derrota, siempre. No hay una victoria total, no. Sí, uno vence al otro, pero detrás siempre está la derrota del precio pagado. Pidamos al Señor por nuestros difuntos, por todos, por todos: que el Señor los reciba a todos. Y pidamos también para que el señor tenga piedad de nosotros y nos dé esperanza: la esperanza de seguir adelante y de poder encontrarlos a todos junto con él, cuando nos llame. Así sea.

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