LA MEDICINA QUE RENUNCIA A CURAR YA NO ES EL ARTE DE CURAR: PALABRAS DEL PAPA A PEDIATRAS Y OTORRINOLARINGÓLOGOS ITALIANOS (18/11/2023)

Reunido este 18 de noviembre con pediatras y otorrinolaringólogos italianos en el Aula Pablo VI, el Papa Francisco advirtió contra el doble riesgo de la utopía de eliminar la enfermedad y abandonar a los más débiles y frágiles. En la audiencia con unos dos mil miembros de la Federación Italiana de Pediatras y de la Asociación Italiana de Otorrinolaringólogos Hospitalarios, el Santo Padre advirtió: “Una medicina que renuncia al cuidado y se atrinchera detrás de procedimientos deshumanizados y deshumanizantes ya no es el arte de curar”. Transcribimos a continuación, el texto de su discurso, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, bienvenidos:

Me alegra encontrarlos, como miembros de la Federación Italiana de Médicos Pediatras y de la Asociación de Otorrinolaringólogos Hospitalarios Italianos, y expresarles mi aprecio por su trabajo cotidiano. De hecho, en sus distintas especialidades, han elegido trabajar al servicio de las personas necesitadas de cuidados. ¡Eso es hermoso!

Ustedes pediatras, en particular, son punto de referencia para las jóvenes parejas. Les ayudan en su tarea de acompañar a los niños en el crecimiento. Los hijos son siempre un don y una bendición del Señor: en los salmos hay una hermosa imagen de la familia reunida en torno a la mesa con los hijos «como renuevos de olivo» (Sal 128, 3). Italia desafortunadamente es un país que envejece: esperamos que se pueda invertir la tendencia, creando condiciones favorables para que los jóvenes tengan más confianza y reencuentren el valor y la alegría de volverse padres. Quizá esto no debería decirlo, pero lo digo: hoy se prefiere tener un perrito que un hijo. Su tarea está muy limitada, ¡pero crece la de los veterinarios! Y eso no es una buena señal.

Ustedes, médicos otorrinolaringólogos, curan algunos órganos que son necesarios para nuestras relaciones y nos mantienen en contacto con los demás y con la comunidad. En el Evangelio vemos a Jesús acercarse a personas sordas, mudas, que viven en la soledad y el aislamiento. Y observamos que al curarlas realiza un gesto y pronuncia palabras particulares. Pienso que estos gestos y estas palabras pueden ser de inspiración para ustedes, porque en ellas se ve la compasión y la ternura de Dios por nosotros, especialmente por quienes viven en la dificultad para relacionarse.

Junto a tantos profesionales de la salud, ustedes constituyen una de las columnas principales del país. Sigue ardiendo el recuerdo de la pandemia: sin la dedicación, el sacrificio y el compromiso de los trabajadores de la salud, muchas más vidas se habrían perdido. A la distancia de tres años, la situación de la salud en Italia se encuentra atravesando una nueva fase crítica que parece volverse estructural. Se registra una constante falta de personal, que lleva a cargas de trabajo insoportables y a las consecuente fuga de las profesiones de la salud. La crisis económica que perdura incide en la calidad de vida de los pacientes y los médicos: ¿cuántos diagnósticos precoces no se hacen? ¿Cuántas personas renuncian a curarse? ¿Cuántos médicos y enfermeras, desanimados y cansados, abandonan o prefieren irse a trabajar al extranjero?

Son éstos algunos de los factores que afectan el ejercicio de ese derecho a la salud que forma parte del patrimonio de la Doctrina Social de la Iglesia y que está consagrado en la Constitución italiana como derecho del individuo, es decir de todos – sin excluir a nadie –, especialmente los más débiles, y como interés de la colectividad, porque la salud es un bien común. La salud pública italiana está fundada en los principios de universalidad, equidad, solidaridad, que sin embargo hoy corren el riesgo de no ser aplicados. Por favor, conserven este sistema, que es un sistema popular en el sentido de servicio al pueblo, y no caigan en la idea muy a menudo basada en la eficiencia – algunos dicen “moderna” –: solamente la medicina pre-pagada hola que se paga y después nada más. No. Este sistema debe cuidarse, debe hacerse crecer, porque es un sistema de servicio al pueblo.

Existen además otros dos fenómenos opuestos e igualmente peligrosos que se están difundiendo: por un lado, la búsqueda de la salud a cualquier costo, la utopía de la eliminación de la enfermedad, removiendo la experiencia cotidiana de la vulnerabilidad y el límite; por el otro, el abandono de los que son más débiles y frágiles, en algunos casos con la propuesta de la muerte como único camino. Pero una medicina que renuncia a la curación y se atrinchera detrás de procedimientos deshumanizados y deshumanizantes ya no es el arte de la curación. La persona enferma debe ser aproximada en cambio con la actitud del buen samaritano (cf. Lc 25-37), que no se voltea hacia otra parte, sino que más bien se inclina sobre el hombro herido y cura su sufrimiento, sin hacerse preguntas, sin dejarse cerrar el corazón y la mente por prejuicios, sin pensar en su ganancia. Esta parábola evangélica los ayudará a mirar siempre los rostros de los pacientes, pequeños y grandes: a darles acogida y esperanza, a escuchar sus historias, a apoyarlos cuando el camino se hace más arduo. La palabra clave es compasión, que no es lástima, no, compasión, es un com-padecer. ¡Es un instrumento de diagnóstico insustituible! Por lo demás, Jesús es el médico por excelencia, ¿no es verdad? Son tres los rasgos de Dios que nos ayudan siempre a ir adelante: la cercanía, la compasión y la ternura. A mí me agrada pensar que todos nosotros los que cuidamos de la salud – nosotros, que cuidamos la salud espiritual, ustedes, la salud física y también psíquica y espiritual en parte – debemos tener estas tres actitudes: cercanía, compasión y ternura. Y eso ayuda mucho, en su construye a la sociedad. Les deseo esto: que sean cercanos, compasivos y tiernos.

La última cosa. Quien está llamado a cuidar a los demás, no debe olvidar cuidarse a sí mismo. En estos últimos años, la resistencia de los médicos, de los enfermeros, de los profesionales de la salud ha sido puesta a dura prueba. Son necesarios intervenciones que den dignidad a su trabajo y favorezcan las mejores condiciones para que pueda desenvolverse de la manera más eficaz. ¡Muchas veces ustedes son víctimas!

Les agradezco también por su compromiso como asociaciones: es importante. Animo a los jóvenes a emprender este camino profesional, que es una forma exigente de trabajar cuidando al prójimo.

Queridos hermanos y hermanas, que los acompañe la maternal intercesión de la Virgen María. Los bendigo de corazón, junto con sus familias. Y por favor no se olviden de orar por mí. Gracias.

Comentarios