CATEQUESIS DEL PAPA: EL EVANGELIO NO ES IDEOLOGÍA, ES UN ANUNCIO DE ALEGRÍA (15/11/2023)

La actitud de la que depende la evangelización es la alegría. Después de la presentación, el miércoles pasado, del último testimonio de celo apostólico, el de la mística francesa Madeleine Delbrêl, en la Audiencia General de este 15 de noviembre en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco anunció que ahora le gustaría llamar la atención sobre cuatro puntos que resumen el camino recorrido, extrayéndolos de la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, publicada hace 10 años. Compartimos a continuación, el texto completo de su catequesis, traducido del italiano:

El anuncio es alegría.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Después de haber encontrado a distintos testigos del anuncio del Evangelio, me propongo sintetizar este ciclo sobre el celo apostólico en cuatro puntos, inspirados en la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, que este mes cumple diez años. El primer punto que vemos hoy, el primero de los cuatro, no puede más que referirse a la actitud de la que depende la sustancia del gesto evangelizador: la alegría. El mensaje cristiano, como hemos escuchado de las palabras que el ángel dirige a los pastores, es el anuncio de «una gran alegría» (Lc 2, 10). ¿Y la razón? ¿Una buena noticia, una sorpresa, un lindo acontecimiento? Mucho más, una Persona: ¡Jesús! Jesús es la alegría. ¡Es Él el Dios hecho hombre que ha venido a nosotros! La cuestión, queridos hermanos y hermanas, no es por tanto si anunciarlo, sino cómo anunciarlo, y este “cómo” es la alegría. O anunciamos a Jesús con alegría, o no lo anunciamos, porque otro camino para anunciarlo no es capaz de llevar la verdadera realidad de Jesús.

Es por ello que un cristiano infeliz, un cristiano triste, un cristiano insatisfecho o, peor aún, resentido y rencoroso no es creíble. ¡Este hablará de Jesús, pero nadie le creerá! Una vez me decía una persona, hablando de estos cristianos: “¡Pero son cristianos con cara de bacalao!”, es decir, no expresan nada, son así, y la alegría es esencial. Es esencial vigilar nuestros sentimientos. La evangelización obra la gratuidad, porque viene de la plenitud, no de la presión. Y cuando se hace una evangelización. – se quiere hacer, pero eso no funciona – con base en ideologías, esto no es evangelizar, esto no es el Evangelio. El Evangelio no es una ideología: el Evangelio es un anuncio, un anuncio de alegría. Las ideologías son frías, todas. El Evangelio tiene el calor de la alegría. Las ideologías no saben sonreír, el Evangelio es una sonrisa, te hace sonreír porque te toca el alma con la Buena Noticia.

El nacimiento de Jesús, en la historia como en la vida, es el principio de la alegría: piensen en lo que les sucedió a los discípulos de Emaús que de la alegría no podían creer, y los otros, después, los discípulos todos juntos, cuando Jesús va al Cenáculo, no podían creer por la alegría (cfr. Lc 24, 13-35). La alegría de tener a Jesús resucitado. El encuentro con Jesús siempre te lleva a la alegría y si esto no te sucede a ti, no es un verdadero encuentro con Jesús.

Y esto que hace Jesús con los discípulos nos dice que los primeros que deben ser evangelizados son los discípulos, los primeros que deben ser evangelizados somos nosotros, los cristianos: somos nosotros. Y esto es muy importante. Inmersos en el clima veloz y confuso de hoy, también nosotros, de hecho, podríamos encontrarnos viviendo la fe con un sutil sentido de renuncia, persuadidos de que para el Evangelio no haya más escucha y que ya no valga la pena comprometerse para anunciarlo. Podríamos incluso ser tentados por la idea de dejar que “los demás” vayan por su camino. Sin embargo, precisamente este es el momento de volver al Evangelio para descubrir que Cristo «es siempre joven y fuente constante de novedad» (Evangelii gaudium, 11).

Así, como los dos de Emaús, se vuelve a la vida cotidiana con el impulso de quien ha encontrado un tesoro: estaban felices, estos dos, porque habían encontrado a Jesús, y ha cambiado su vida. Y se descubre que la humanidad abunda de hermanos y hermanas que esperan una palabra de esperanza. El Evangelio es esperado también hoy: el hombre de hoy es como el hombre de todo tiempo: lo necesita, también la civilización de la incredulidad programada y de la secularidad institucionalizada; es más, sobre todo la sociedad que deja desiertos los espacios del sentido religioso necesita de Jesús. Este es el momento favorable para el anuncio de Jesús. Por eso quisiera decir nuevamente a todos: «La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Aquellos que se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría» (ibid., 1). No olvidemos esto. Y si alguno de nosotros no percibe esta alegría, que se pregunte si ha encontrado a Jesús. Una alegría interior. El Evangelio va por el camino de la alegría, siempre, es el gran anuncio. Invito a todo cristiano, en cualquier lugar y situación que se encuentre, a renovar hoy mismo su encuentro con Jesucristo. Que cada uno de nosotros hoy se tome un poquito de tiempo y piense: “Jesús, Tú estás dentro de mí: yo quiero encontrarte todos los días. Tú eres una Persona, no eres una idea; Tú eres un compañero de camino, no eres un programa. Tú eres Amor que resuelve muchos problemas. Tú eres el inicio de la evangelización. Tú, Jesús eres la fuente de la alegría”. Amén.

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