QUE LA VIRGEN CONSUELE A LOS QUE NO TIENEN TECHO NI DEFENSA: ORACIÓN Y PALABRAS DE LEÓN XIV EN SU VISITA A LA BASÍLICA DE SANTA MARÍA MAYOR (25/05/2025)

Inmediatamente después de la celebración en la Basílica de Letrán, el Papa León XIV, que este 25 de mayo inició oficialmente su ministerio como Obispo de Roma, se dirigió alrededor de las 7 de la noche (Hora de Roma) a la Basílica de Santa María Mayor para un acto de veneración a la Virgen. No se trató de una toma de posesión, sino de un momento de oración profunda y personal, aunque acompañado también en este caso por una numerosa presencia de fieles. El Santo Padre hizo oración ante el icono de la Salus Populi Romani y luego se detuvo un momento frente a la tumba del Papa Francisco. Finalmente salió a la Logia de la Basílica para dirigirse a los fieles y peregrinos que se encontraban reunidos en la Plaza frente a la Basílica. Compartimos a continuación el texto de la oración que dirigió a la Virgen, así como de las palabras que improvisó desde la Logia de la Basílica, traducido del italiano:

Toda pura, toda venerable,
tú, la mejor ofrenda
que la humanidad puede presentar a Dios,
Virgen madre, Madre siempre virgen,
suplica maternal a tu Hijo.

Conduce tú la barca de la Iglesia
hacia un puerto de paz,
evitando los peligros
y venciendo las olas.

Custodia esta ciudad tuya,
consuela a quien llega a ella,
sin techo ni defensa
y extiende a todo el mundo
tu sostén.

Con fe profesamos,
que sólo tú eres la Madre de Dios,
con amor cada vez más te honramos,
con esperanza te pedimos
y te proclamamos bienaventurada.

Dulce Señora,
mi consuelo de Dios,
fuerza en mi debilidad
acoge las oraciones que te ofrezco.

Tú, para todos fuente de alegría,
haz que sea digno
de exultar de alegría junto a ti.

Mira a la multitud de creyentes,
oh Madre del Salvador,
aléjalos de desventuras y aflicciones,
líbralos del mal y del maligno,
rodéalos con la abundancia
de tu benevolencia.

Y cuando vuelva tu Hijo, nuestro Dios,
defiende con tu intercesión materna
nuestra humana fragilidad
y con tu dulce mano
¡acompáñanos hasta la vida eterna,
Tú que eres poderosa, porque eres Madre!

Palabras desde la Logia de la Basílica:

Hermanos y hermanas, ¡que la paz esté con ustedes!

Buenas tardes a todos. Gracias por estar aquí. Gracias por estar aquí, frente a esta Basílica, en esta tarde, esta noche, cuando celebramos, todos reunidos, como miembros de la Diócesis de Roma, la presencia de su nuevo Obispo. Estoy muy contento de encontrarles a todos ustedes aquí y les agradezco de corazón.

Agradezco a todos los que trabajan en esta Basílica, a los dos Cardenales que me acompañan esta tarde y a las muchas personas que están dedicadas a ayudarnos a vivir nuestra vida de oración, de devoción, y que sobre todo nos ayudan a acercarnos a la Madre de Jesús, a la Madre de Dios, María Santísima. Es una bellísima oportunidad para renovar esta devoción a María, Salus Populi Romani, que ha acompañado tantas veces al pueblo de Roma en sus necesidades.

Pidamos a Dios, por intercesión de su Madre, que los bendiga a todos ustedes, a sus familias, a sus seres queridos y que nos ayude a todos a caminar juntos en la Iglesia, unidos como la única familia de Dios.

Digamos juntos:

[Dios te salve María…]

[Bendición]

Buenas noches a todos y muchas gracias.

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